Política
y Derechos Humanos
Politique
et droits de la personne
Politics
and Human Rights
Tlahui-Politic No. 1, I/1996
LA REFORMA DE LA SEGURIDAD SOCIAL MEXICANA. II/V
Análisis, testimonios
y comentarios
In memoriam de Don Eduardo Alonso Escárcega RIP
México perdió
a Don Eduardo Alonso, el mictlán ganó una estrella
Un proyecto que se quedó en el tintero y también en el internet
Mario Rojas Alba. Montreal,
Qc. Canadá, a 1 de enero de 1996. II/V. A pesar de las dificultades
de la movilización popular en las fechas navideñas, diciembre
fue un mes agitado. Con mucha mayor fuerza que en 1989, los trabajadores
del IMSS se movilizaron a nivel nacional, miles de trabajadores ganaron
las calles para protestar en contra del proyecto privatizador. El Movimiento
Unificador Nacional de Jubilados y Pensionados (MUNJP), con Don Eduardo
Alonso Escárcega gravemente enfermo, su líder nacional, se
movilizaron por miles en casi todos los Estados de la República,
pero los diputados y senadores no escucharon ni vieron nada, Zedillo había
decidido imponer su nueva Ley del Seguro Social.
Un poco después de
aprobada la nueva ley del IMSS, murió Don Eduardo Alonso, entrañable
amigo, miembro de la generación de trabajadores y sindicalistas
fundadores del Instituto Mexicano del Seguro Social. Con Don Eduardo Alonso,
México pierde una de las figuras más lúcidas, más
humanas y más visionarias de la seguridad social mexicana, pintor
de origen y sindicalista de cuerpo y alma. En septiembre de 1995, Don Eduardo
y yo habíamos iniciado la elaboración de un anteproyecto
de reforma integral de la seguridad social, con grandes dificultades para
ambos, el con su avanzada enfermedad y a la cabeza de un movimiento conformado
por miles de individuos que sobreviven de pensiones miserables, me había
solicitado la difícil tarea de conseguir una asistencia de académicos
canadienses que nos auxiliaran particularmente en el análisis administrativo,
contable y actuarial del anteproyecto de reforma de la seguridad social
y digo difícil, por que la absoluta mayoría de instituciones
de desarrollo y solidaridad canadienses, utilizan lo mejor se su presupuesto
-terriblemente recortado por los gobiernos conservador y liberal- a la
atención de problemas ya establecidos o crónicos en diferentes
partes del mundo, no es su estrategia -en los hechos- de actuar de manera
preventiva.
Hay pocas organizaciones
de desarrollo internacional que tienen un verdadero compromiso honesto
y de fondo con los países del tercer mundo, vale la pena mencionar
a Desarrollo y Paz, CUSO, SUCO de Canadá entre otras, son algunas
de las organizaciones que han dado muestra de lealtad en torno a las verdaderas
necesidades de las poblaciones de los países subdesarrollados. Sin
embargo, las agencias canadienses, como casi todas en el mundo, intervienen
normalmente hasta que los problemas brotan en el escenario de la publicidad
informativa mundial. Tienen enormes dificultades para actuar de manera
autónoma a los intereses partidarios de la política exterior
del gobierno canadiense y muchos más son incapaces de ver más
allá de la pantalla de la televisión y de la acción
piadosa: ¿ a quien podría importarle 2 millones de mexicanos
de edad avanzada que sobreviven con 60 dólares mensuales?, ¿a
quien podría importarle que hoy haya ya 3 millones de personas de
la tercera edad sin ingresos ni pensión alguna y que esa cifra va
aumentar dramáticamente a la vuelta de la esquina?, no, los organismos
de ayuda internacional prefieren enviar ropa y alimentos para aliviar temporal
y limitadamente el hambre de algunos millares de seres humanos víctimas
de la miseria y de la injusticia económica mundial, prefieren también
dar consejos para el desarrollo a algunas de las numerosas etnias masacradas
por el colonialismo, prefieren todo eso en lugar de trabajar conjuntamente,
de igual a igual, en el análisis de los verdaderos problemas y al
planteamiento de alternativas válidas en el contexto histórico
y cultural de los pueblos, soluciones que permitan actuar de manera preventiva,
más que curativa, en los grandes problemas sociales y económicos
de nuestra época.
Sin más apoyo que
la amistad, la tercera semana de septiembre le envié a Don Eduardo
Alonso, un estudio preliminar y una antepropuesta general de reforma de
la seguridad social mexicana, en el mismo le previne del peligro de que
Zedillo presentara por su parte otro proyecto en el excluiría la
opinión del MUNJP y de los sindicatos, un proyecto que defendería
exclusivamente los intereses de la iniciativa privada. A pesar de su enfermedad,
Don Eduardo se mantuvo en alerta, entre su casa y el hospital, una parte
importante de su tiempo la dedicó a preparar la movilización
en el caso de que el ejecutivo federal presentara una iniciativa excluyente,
como realmente ocurrió.
El proyecto que Don Eduardo
y yo discutíamos, a diferencia del presentado por Zedillo, era una
iniciativa incluyente, una reforma de la seguridad social que consideraba
de manera igualitaria los puntos de vista de los patrones, del gobierno
federal y por supuesto de los trabajadores. La mayor parte del contenido
del presente documento se tomó de la propuesta que preparábamos
conjuntamente.
El problema de fondo se
manifestó desde 1989:
Más de 10 mil
millones de dólares habían desaparecido del SIVCM desde 1968
Como ocurría
con frecuencia en las plenarias de la LIV legislatura, la cesión
se sentía tensa, y hasta diríamos agitada, era el 23 de noviembre
de 1989 cuando el entonces secretario de programación Ernesto Zedillo
Ponce de León, para eludirme, miraba el suelo y por instantes me
miraba de reojo, revelando cierta incomodidad ante las verdades de mi discurso,
a su costado lo mismo hacía el supersecretario de haciendo Pedro
Aspe Armella, ambos parecían conocer la realidad de mis observaciones,
semejaba también que ambos sentían la obligación a
callar y de proteger a toda costa la imagen de su jefe Salinas.
Durante la comparescencia
de los dos secretarios afirmé que en 1990 los ingresos de los jubilados
tendrían una reducción real del 40% en comparación
con los de 1989, así mismo le pregunté al Secretario de Programación
sobre ¿cuál sería el incremento real de las pensiones
"per capita" para el siguiente año?. En su turno de respuesta, Zedillo
reconoció que las pensiones eran insuficientes, sin embargo la pregunta
principal quedó en el vacío, al igual que otros cuestionamientos
relacionados con el deterioro del gasto social, dejando ver su desconocimiento
del asunto y su falta se interés para discutir a fondo el problemas
de la seguridad social.
Meses antes los diputados
habíamos aprobada el proyecto de reforma a la Ley del Seguro Social,
una de las raras iniciativas realizada y presentada por los diputados federales
y no por el ejecutivo. La iniciativa aprobada resultó de la modificación
de la presentada por la fracción priísta, incluyendo algunas
de las propuestas de las iniciativas de la oposición, entre ellas
tuve la oportunidad de presentar -como secretario que era de la Comisión
de Salud y miembros de la de Seguridad Social- tres iniciativas que fueron
apoyadas por el PRD, PFCRN, PARM, PPS, la Fracción Independiente,
e incluso por algunos diputados obreros del PRI. La mayoría conservadora
del PRI aliada a la del PAN logró reducir los alcances de la propuesta
de la oposición de centro-izquierda.
El principal argumento priísta
para negar que el monto de las pensiones alcanzaran siquiera el Salario
Mínimo, fue la supuesta "falta de fondos", entonces tuve la oportunidad
de realizar todo un análisis de las ingresos y egresos del Instituto
Mexicano del Seguro Social en general, y del Seguro de Invalidez, Vejez,
Cesantía y Muerte (SIVCM) en particular. Demostré entonces
que la realidad era muy diferente que lo asegurado insistentemente por
el gobierno salinista, el SIVCM tenía un enorme superávit
histórico de más de 10 mil millones de dólares, sin
embargo los fondos habían misteriosamente desaparecido. Pude también
demostrar con las cifras en la mano, que el superávit del SIVCM
había sido utilizado para financiar el déficit del Seguro
por Enfermedad y Maternidad (SEM) y una suma difícil de calcular
había sido utilizada en algunas campañas electorales de candidatos
del PRI.
Entonces Don Eduardo
Alonso y yo pregonábamos en el desierto, la administración
salinista negaba nuestro análisis y hacía lo posible para
que las cifras y los resultados del estudio no tuvieran la difusión
adecuada, recuerdo incluso, de manera por demás sospechosa, que
mis documentos que se encontraban en una de las computadoras de la fracción
parlamentaria del PRD, sufrieron cambios y modificaciones extrañas,
fenómeno que se repitió en cuatro ocasiones, el mismo número
de veces tuvimos que corregir y reordenar los textos. Ante la imposibilidad
de tener el estudio listo antes del término de las funciones de
la LIV legislatura, me vi obligado, de manera discreta, a trasladar los
documentos en disquetes a otra computadora del exterior del congreso, y
con el tiempo a cuestas logré publicar los aspectos más sobresalientes
del estudio, en el libro: "Debate Parlamentario y Lucha Social", editado
en la imprenta de la LIV Legislatura en 1991. Con anterioridad al libro,
varios diputados le exigimos al entonces director del IMSS, Ricardo García
Sáinz, que entregara las cuentas claras sobre el destino y la administración
del SIVCM, García Sáinz se mostraba sensible a los reclamos,
sin embargo prefería la lealtad con Salinas, eso le causó
sinsabores y acedías en su relación con los jubilados, los
diputados de la oposición, y seguramente también con Salinas,
al parecer la situación se tornó incompatible con sus principios,
finalmente García Saínz renunció a la dirección
de la institución.
Con un universo de necesidades
en crecimiento
El gobierno cometió
el error estratégico de administrar el IMSS sin una estrategia
ni la proyección
de los escenarios de necesidades futuras
El gobierno cometió
el error de administrar el IMSS con un sentido inmediatista, únicamente
para salir al paso año con año y sin considerar seriamente
las proyecciones de población y de las necesidades futuras. La nueva
Ley del IMSS quiere reproducir el mismo error, la privatización
es una medida desesperada e inmediata para enfrentar la actual crisis financiera
del IMSS y dejar en la inseguridad las futuras generaciones de mexicanos.
México tiene actualmente
92 millones de habitantes, de los que, según el INEGI [XI Censo
General de Población y Vivienda, 1990 y Encuesta Nacional de la
Dinámica Demográfica, 1992. Ultima Actualización:
1994] 5.7 millones tienen una edad de más de 60 años ( en
1990 esa población era de 4.9 millones). La Población Económicamente
Activa (PEA) en 1992 era de 31 millones, de ese total, ingresaron al Sistema
de Ahorro para el Retiro (SAR) alrededor de 10 millones de trabajadores.
Del total, 26 millones son menores de 12 años y los restantes 64
millones tienen una edad superior. 29 millones corresponden a la población
económicamente "inactiva", en su mayoría se trata de estudiantes,
amas de casa, jubilados y 35 millones, corresponden a la población
económicamente activa.
La población afiliada
al seguridad social alcanza los 45 millones (37 millones en el IMSS), los
no asegurados representan alrededor de 35 millones . Los trabajadores en
retiro protegidos por el SIVCM (jubilados, pensionados, inválidos
y viudas), iniciaron los años setenta con un poco más de
1 millón, alcanzan ya los 1.4 millones y al término del siglo
en el mejor de los casos serán 3 millones de asegurados en retiro
si el sistema se mantiene de carácter social, si se privatiza la
cifra podría ser de la mitad.
La privatización de
la industria paraestatal, la ultraliberalización del mercado así
como el impacto del TLCAN, entre otras bondades, produjeron 2 millones
de nuevos desempleados y la reducción del número de trabajadores
asegurados permanentes al IMSS, que en el primer trimestre de 1995 registró
una disminución de 276 mil 896 trabajadores en relación a
diciembre de 1994.
La tasa de fertilidad medianamente
elevada y la población absoluta de México son otros dos de
los indicadores que permiten prever las dificultades particulares que el
país afrontará para mantener un nivel de vida aceptable en
una población numerosa y en crecimiento. Ambos indicadores delinean
un perfil mexicano muy diferente al de los países desarrollados,
tal como se puede apreciar en la Gráfica
1
Los trabajadores que
ingresaron al IMSS durante la primera década de existencia de la
institución, forman hoy la primer generación de jubilados.
En la misma medida del crecimiento de la población asegurada en
los años cuarenta y cincuenta, aumenta ahora el número de
trabajadores que ingresan al SIVCM. Desde entonces el índice de
fertilidad se ha reducido a menos de la mitad, México pasó
en las últimas 5 décadas, de tener una población extremadamente
joven, a una de adultos jóvenes caracterizada por una pirámide
de población de base menos amplia y de mayor proporción de
adultos. De continuar el mismo proceso, en los próximos 15-20 años,
la población adulta y de edad avanzada aumentará de manera
importante para formar una pirámide de población similar
a la actual de Canadá.
Ingresos y egresos del
SIVCM: un problema financiero y de transparencia
El Instituto Mexicano
del Seguro Social tiene un financiamiento tripartito (Gobierno federal,
patrones y trabajadores). De acuerdo con la Ley los recursos se distribuyen
en cuatro tipos de seguros: el Seguro de Enfermedad y Maternidad (servicios
médicos), el Seguro de Riesgos de Trabajo (accidentes y enfermedades
del trabajo), el Seguro de Invalidez, Vejez, Cesantía y Muerte (SIVCM)
y el Seguro de Guarderías.
Ante la carencia de fuentes
de información pública confiables, que nos permitan conocer
a profundidad la situación financiera del IMSS, se han tenido que
desempolvar los anexos de varios informes presidenciales, para buscar en
algún rincón de los cuadros estadísticos, las cifras
de ingresos y egresos de la institución. La cifras que se han obtenido,
son insuficientes como para conocer la complejidad de la realidad actuarial
y contable, sin embargo, ellas nos permiten una aproximación diagnóstica
y un conocimiento general del estado financiero del IMSS (Gráfica
2).
No se conoce de manera
pública, ni a ciencia cierta, el origen y el monto anual de las
aportaciones de las tres fuentes de financiamiento. En octubre de 1993,
los empresarios cuestionaron públicamente las deficiencias técnico-administrativas
del IMSS, se quejaron además de cargar con el 80% de su financiamiento,
aseguraron que los trabajadores aportaron el 15%, y se inconformaron ante
la baja participación del gobierno que, según ellos, aportaba
apenas el 5% de los recursos.
En la gráfica se manifiesta
cierto equilibrio en los ingresos y egresos corrientes del IMSS de 1968
a 1989. Entre 1979 y 1982, la diferencia ingresos-engresos tuvo un superávit
importante. El problema interno se refleja mejor al hacer el balance ingresos-egresos
en cada uno de los cuatros seguros del IMSS, en ese sentido se descubre
que el SIVCM y el Seguro de Guarderías (SG) fueron siempre superavitarios,
por el contrario, los seguros de Enfermedad y Maternidad (SEM), así
como el de Riesgos del Trabajo (SRT) fueron siempre deficitarios.
En la Gráfica
3 se adicionaron los superávits del SIVCM y el SG, por separado
de la adición de los déficits de los seguros de SEM y SRT.
Con las dos gráficas se demuestra claramente lo que antes siempre
se había negado: el superávit del SIVCM fue utilizado para
financiar el déficit del SEM.
En otras palabras, han sido
los fondos del seguro de jubilación los que le han dado vida económica
al IMSS y no como lo quería presentar el PRI-gobierno, diciendo
que los jubilados eran una carga para la institución. Ahora que
el gobierno inicia la privatización del SIVCM, único seguro
que tiene una gran potencialidad de ahorro, es de esperarse que el IMSS
en lugar de salir de la crisis, irá más allá del fondo
de la misma.
Peor la medicina que la enfermedad,
la nueva Ley del IMSS generará una disminución de las aportaciones
al seguro de enfermedad y maternidad, lo que significa que la institución
destinará menos recursos a la prestación de los servicios
médicos. Menos recursos y más cuotas, al grado que los asalariados
verán su cuenta individual reducida con descuentos de tres pagos
distintos. En el mismo sentido del marco de la iniciativa, la aportación
conjunta de los tres sectores al Seguro de Enfermedad y Maternidad, se
disminuye del 12.5 por ciento al 11.8 por ciento, lo que conllevará
a la grave limitación de recursos que el IMSS destina para pagar
la atención médico-quirúrgica, farmacéutica
y obstétrica.
El SIVCM: un superávit histórico que se transformó en déficit
Siglas y abreviaturas empleadas en los textos
Regresar a "Zedillo realizó
lo que Salinas no se atrevió: la reforma privatizadora..."
Regresar al índice de Tlahui-Politic No. 1