Tlahui-Politic. No. 8, II/1999


La batalla del Pueblo no ha terminado

Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Venezuela, a 10 de Septiembre, 1999. VENEZUELA: La batalla del Pueblo no ha terminado, por Sergio Ramírez.

La coalición del "Polo Patriótico" del presidente Hugo Chávez arrasó en las elecciones para una Asamblea Constituyente. Sus candidatos ganaron conjuntamente a nivel nacional y regional 123 de 128 escaños en disputa.(el 96 % de la representación). Así, el presidente Chávez comenzó a tener el camino despejado, al contar con el respaldo suficiente para materializar su promesa electoral de crear una nueva Constitución que le ayude a combatir la pobreza, la abultada burocracia venezolana y la corrupción.

Por primera vez los venezolanos tuvieron el domingo 25 de julio de 1999 la inédita oportunidad de escoger a los asambleístas que tendrán a su cargo la responsabilidad de redactar una nueva Carta Magna, que establezca las bases de un nuevo reordenamiento del Estado. Venezuela han tenido 25 constituciones en su historia, pero nunca antes fue el pueblo convocados para elegir a los miembros de la Asamblea. Cada una de esas Constituciones ha representado los interés de la burguesía en el poder. Por eso, con justa razón, desde el balcón del palacio presidencial,, Chávez expresó a miles de seguidores: "Hoy es un día de grandeza. Se acaba de cumplir un día más en la historia del pueblo venezolano. Ya tenemos constituyente".

En el citado discurso, después de afirmar que asumían "la victoria con altura y humildad, agregó: "Aquí estamos construyendo una democracia verdadera, que no supieron hacer los que desde aquí destruyeron el país", y señaló. que "la batalla no ha terminado". Además, anticipando los acontecimientos, anunció que los constituyentes elaborarán un proyecto que incluirá la definición de Venezuela como "una república bolivariana irrevocablemente libre y soberana; la reestructuración de los poderes públicos para cambiar el congreso y el poder judicial; el reordenamiento del proceso de descentralización para repotenciar los estados y la creación de los poderes moral y electoral".

Una vez redactada la nueva Carta Magna, que reemplazará a la vigente de 1961, debe ser aprobada por un referendo popular y podría entrar en vigencia a principios del 2000, según el cronograma de Chávez, para "refundar" la república. Ante este hecho, fundamentalmente democrático, los derrotados y corruptos críticos del gobierno acusaron a Chávez de estar propiciando el establecimiento de una dictadura y rechazaron su decisión de apoyar la participación de los militares en la vida política, omitiendo que siempre utilizaron a las FF.AA. para reprimir al pueblo. Chávez dijo, en referencia a tales críticas, que "se mantendrá activo un poder moral y electoral, para que no sea un grupo tan pequeño de personas el que decida el rumbo del país".y, añadió que "habrá una sociedad libre, un modelo endógeno abierto al mundo, y la ratificación de los derechos fundamentales de los venezolanos y un nuevo papel para las fuerzas armadas".

LABORATORIO SOCIAL

la Asamblea ha resuelto que el Congreso debe terminar sus funciones y definirá los nuevos mecanismos para elegir los nuevos integrantes de "un Congreso que sea verdaderamente soberano y representativo del pueblo". Medidas que provocando la reacción cínica de las cúpulas tradicionales en "defensa de la democracia". Se comienza así a perfilar una nueva realidad política y social. En medio de pugnas entre las fuerzas tradicionales y el presidente Hugo Chávez -apoyado por una amplia mayoría popular-, Venezuela se debate entre el cambio radical hacia una democracia popular, directa y participativa o el continuismo del sistema político que imperó en los últimos 40 años de "democracia representativa". Así, el país se ha convertido en una suerte de laboratorio de construcción de esa nueva democracia, en medio de una lucha entre el fervor popular y las maniobras de las cúpulas de los partidos tradicionales (Acción Democrática, AD y Copei) por preservar sus privilegios. Pero, el pueblo no sólo no olvida que bajo el sistema adeco-copeyano de alternancia en el poder, iniciado en 1958, la corrupción se entronizó en los poderes públicos y el país se fue empobreciendo cada vez más hasta alcanzar, bajo el gobierno del presidente Rafael Caldera, a cerca del 80 por ciento de la población en la nación más rica en recursos de la región, sino que identifica en Chávez.a un líder de vocación social y de profundo sentido ético, cuyos objetivos apuntan a eliminar la corrupción y el desorden económico, social y jurídico, imperante por la acción de los partidos tradicionales.

El presidente Chávez cuenta con el apoyo de entre el 80 y 90 por ciento de la población y se ha declarado interprete del clamor de esa mayoría que exige cambiar radicalmente a la nación y sacar a la cúpula adeca y copeyana de los poderes públicos, para llevar allí a verdaderos representantes del pueblo. Por lo cual firmó, el mismo día de su asunción a la presidencia, el decreto que convocaba a una consulta popular indicada para la creación de una Asamblea Constituyente, con la convicción de que con la "Carta Magna moribunda" que rige los destinos de Venezuela desde 1961, era imposible llevar a cabo los cambios estructurales que requiere la nación y que exige el pueblo. Desde entonces han arreciado las críticas de AD y Copei, cuyos lideres más conspicuos y bastante desacreditados, acusan al gobernante de autoritario y violador del orden legal para imponer un sistema dictatorial. Tras tales cargos, excite el temor de que el poder que el pueblo ha asignado a Chávez se traduzca en la eliminación de las cúpulas adeca y copeyana de toda participación en cargos públicos y la profundización de su derrota en la política nacional, la cual habían dominado mediante un espúreo y antidemocrático mecanismo bipartidista impuesto hace cuatro décadas, dentro de la llamada "democracia representativa".

¿PUEDE SER UNA EXPERIENCIA DIFERENTE?

El proceso que inicia Venezuela bajo el mandato de Chávez puede convertirse en una experiencia diferente en la historia de los procesos políticos contemporáneos. Chávez lo ha definido como una revolución democrática, popular y pacífica que se concreta en la toma del poder político por la vía de las urnas con un respaldo masivo, incontrastable e irrefutable de la población, pero en especial de la clase humilde, que espera ser la mayor beneficiada de las políticas reivindicativas y de cambio que proclama el jefe de estado. Lograr esa revolución sui generis, es una pretensión idealista todavía. El mecanismo con el que cuenta el actual presidente -y su principal fuerza- para la transformación y el desmontaje del sistema anterior- es el proceso constituyente nacido desde el pueblo. Lo que el llama el "eje fundamental". Ante tal propuesta se debe tener presente la experiencia histórica que indica que las clases privilegiadas no han cedido su poder pacíficamente y han tenido que ser derrotadas por la fuerza. En tal sentido, un periodista preguntó a Chávez sobre las posibilidades de sobrevivencia de la revolución pacífica que el quería realizar en su país, tomando en cuenta intentos similares frustrados con el apoyo o intervención directa de EE.UU. El mandatario respondió que en el caso venezolano la revolución surgía no por capricho personal o de grupos sino por un clamor popular y como proceso nacido por exigencia de todo un pueblo, decepcionado de 40 años de fracaso de una seudo democracia. Además, agregó que, a diferencia del proceso chileno conducido por Salvador Allende, él contaba ahora con el apoyo de la mayoría del pueblo y de las Fuerzas Armadas, que exigían un cambio radical.

Fidel Castro, líder de la revolución cubana, expresó a los universitarios venezolanos el pasado 3 de febrero, que si el proceso revolucionario cubano hubiera triunfado ahora y no en 1959, no habría podido sostenerse y realizar las transformaciones revolucionarias socialistas, por no existir la bipolaridad mundial de entonces. Además, el presidente cubano calificó de una especie de "milagro político" el triunfo de Chávez y las esperanzas de cambios revolucionarios que abrió al pueblo. "Ustedes, la parte de la población deseosa de cambios radicales, tendrán que tener mucha más paciencia que nosotros", sostuvo el líder cubano al reconocer que la revolución en su país, nacida en medio de la bipolaridad, tuvo en el campo socialista una base solidaria que le dio tiempo para resistir, sembrar ideas y desarrollar una cultura política en el pueblo de apoyo a la revolución y de defensa de las realizaciones de su sistema socialista.

AL PARECER LA SUERTE ESTA ECHADA

¿Cuál es la esencia de los cambios que propicia el nuevo gobierno?. Según Chávez, el gobierno democrático que requiere Venezuela es el que definió Abraham Lincoln: "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo". Considerando como tal al conjunto de la ciudadanía que vive en un país bajo las mismas leyes, derechos y deberes, pero haciendo una diferenciación social y política entre el 85% de la población humilde y sin privilegios y el 15% de ricos privilegiados que monopolizaron el poder en los 40 años de falsa democracia representativa. Porque considera que, más que democracia representativa, fueron 40 años de "dictadura representativa" de la minoría rica sobre la mayoría pobre.

En tal perspectiva de cambios, el pueblo venezolano y su líder en el poder mantienen una enorme ventaja en la correlación de fuerzas internas, que les permitió enfrentar con éxito a los opositores del proceso constituyente, base de la revolución proclamada por el recién electo Jefe de Estado. Ello le ha motivado a reiterar que no habrá marcha atrás en el proceso revolucionario y constituyente, porque es lo que el pueblo quiere y para ello lo llevó a la presidencia. Esta consecuente determinación actual, le atrae cada vez mayor apoyo y popularidad. Mientras tanto, la directiva de Acción Democrática cursaba cartas de denuncias del supuesto autoritarismo del presidente a organismos internacionales como la COPPPAL y la Internacional Socialista y, por su parte, la Central de Trabajadores de Venezuela, dirigida por "adecos", lo hizo a la OIT. La respuesta de Chávez fue contundente: desafió a los denunciantes a manifestar tales acusaciones en la plaza pública, ante el pueblo y en cualquier sitio del país, con la certeza de que recibirán el más enconado repudio popular, que apresurará su desaparición del escenario político venezolano.

Al parecer, la suerte esta echada en la patria de Simón Bolívar. Sin embargo, como dijo el propio Chávez, la batalla recién comienza. Pero, a juzgar por la reacción del pueblo, éste se ha definido por el Jefe de Estado y los venezolanos saben que democracia quieren. De eso no hay dudas en sus filas, al menos por el presente y futuro mediato, pese a los graves problemas políticos y económicos que debe afronta el nuevo gobierno. En efecto, el presidente Hugo Chávez y su equipo de gobierno están amenazados por la carga de una doble herencia. En primer lugar, reciben una situación fiscal y económica en extremo difícil. No se trata sólo de la baja sustancial de los precios del barril de petróleo, que disminuye drásticamente los ingresos ordinarios. Han recibido una tesorería agotada, con un presupuesto burocratizado y despilfarrado por la corrupción de los partidos tradicionales.

POCO MARGEN DE TIEMPO Y ESPACIO

Mucho antes de asumir la presidencia (2 de febrero de 1999) ya era un hecho real que la recesión y la política neoliberal del gobierno anterior habían provocado un verdadero desastre económico y una economía deprimida. El nuevo gobierno llegó al acto de posesión cuando el aparato productivo nacional estaba semiparalizado. Más de tres mil empresas cerradas o a punto de ruina. Una deuda externa que obliga a crecidos desembolsos de recursos. Pero, además, una situación de desorden en la administración pública, ausencia de voluntad de servicio, corrupción generalizada y marcada incompetencia funcionaria y laboral de quienes sólo registraban antecedentes de militantes de los partidos gobernantes. Es decir, un Estado profundamente dañado en toda su estructura fiscal, moral y política. Como consecuencia directa de esta crisis, el jefe de Estado deberá soportar la presión reivindicativa de millones de venezolanos, excluidos de las mínimas condiciones de subsistencia durante largas décadas de frustración. En efecto, es una cruda realidad que en las calles hay más de millón y medio de desempleados hambrientos y desesperados, a quienes debe agregarse otros millones de desocupados ocultos tras la pantalla frágil de la "economía informal".

La inseguridad, el auge de la delincuencia, el infierno carcelario, la aguda crisis de la salud pública, etc., son calamidades de presencia real y focos de descontento, si las esperanzas cifradas en el nuevo gobierno no se concretan. Fue este cuadro tétrico el que impulsó el voto castigo a lo corruptos partidos del sistema en las elecciones del 6 de diciembre. El futuro está abierto. Las dificultades son enormes. La realidad heredada no desapareció ni ha desaparecido como resultado de la elección de Chávez. Es posible que la presión social, el profundo descontento, la larga frustración y protesta se sienten ahora con pleno derecho a ser satisfechas y se revelen a plenitud abiertamente, más exigentes en plazos y circunstancias impredecibles. La doble herencia de la vieja política, crisis económica y la necesidad de atender a las demandas populares no pueden esperar, exclusivamente, la Constituyente. Se requieren medidas urgentes para reactivar el aparato productivo, atajar el torrente de desempleados y aliviar la pobreza. Tales retos del nuevo gobierno no tienen mucho margen ni en el tiempo ni en el espacio.

From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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