Tlahui-Politic. No. 8, II/1999


Vernon Walters y el "mal menor" de la CIA

Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. USA, a 7 de Septiembre, 1999. Usa - Vernon Walters y el "mal menor" de la CIA. Equipo Nizkor, miembro del Serpaj Europa, Derechos Human* Rights (USA) y del GILC (Global Internet Liberty Campaign). Información.

VERNON WALTERS EN UNA ENTREVISTA CALIFICA A LAS ORGANIZACIONES CRIMINALES DE MILITARES COMO EL "MAL MENOR".

ANA BARON.

Corresponsal en Washington.

Número dos de la CIA en los años de Videla y Pinochet, Vernon Walters reza el mismo credo de un duro de la Guerra Fría y no oculta su admiración por aquellos dictadores. Su nuevo enemigo es el narcotráfico y su vínculo con la política.

A los 82 años llegó la semana pasada a la oficina de Clarín en Washington apoyado en un bastón, pero con gran determinación. "¿Qué es lo que quiere saber?", desafió de entrada el general Vernon Walters."Yo le digo todo lo que usted quiera si usted me dice todo lo que sabe sobre los subterráneos [metro] de Argentina. Mi hobby son los subterráneos. Tanto es así que cuando me nombraron vicedirector de la CIA en 1972, mi madre me dijo que no iba a tener ningún problema porque conocía bien los subterráneos del mundo entero". Fue el comienzo un diálogo que duró más de dos horas. Soldado clave de la Guerra Fría, Walters comenzó diciendo que Estados Unidos no debería intervenir militarmente en Colombia y que la situación de Venezuela le preocupa profundamente. Luego revivió la época en que, siendo el número dos de la CIA, se produjeron los golpes de Estado en Chile y en la Argentina. No evitó ninguna pregunta, pero no siempre dijo todo lo que sabía como había prometido.

-¿El narcotráfico representa para Estados Unidos una amenaza en América latina como el comunismo en su momento? -Está empezando a serlo, porque por primera vez está asumiendo el poder político, como lo estamos viendo en Colombia.

-¿Estados Unidos debería intervenir militarmente si el proceso de paz fracasa y cae el gobierno de Pastrana? -Yo estoy un poco en contra de que las fuerzas armadas intervengan en la lucha contra el narcotráfico. Ese no es realmente el papel de un ejército. Además hay demasiado dinero en juego. Yo recuerdo una vez que un teniente boliviano en Santa Cruz me dijo que ganaba tres mil dólares por año y los narcotraficantes le estaban ofreciendo 25 mil por mirar para el otro lado durante sólo dos horas. En Colombia la lucha contra el narcotráfico se está superponiendo con la lucha contra la FARC, es decir, la guerrilla de izquierda.

-Cada vez hay más conservadores que están a favor de la legalización de la droga. ¿Usted es uno de ellos? -No. Todavía no llegué a ese punto por una cuestión de principios.

-Entonces, ¿cuál es la solución?. -Más de lo mismo. Más apoyo al ejército colombiano, más inteligencia, más entrenamiento.

-¿Debería América latina intervenir de alguna forma?
-Es más fácil que intervenga América latina que Estados Unidos, pero ellos también están en una situación difícil. Todavía estoy esperando para ver cómo evoluciona la situación de Venezuela. Todavía es difícil evaluar si se trata de algo nuevo, si es Fidel Castro o si es una dictadura militar a la venezolana. Cualquiera de las tres opciones no parece muy positiva para América latina.

-¿Podría haber otros Chávez en la región?

-Me temo que sí.

Venezuela era uno de los países más ricos de la región, pero hubo mucha corrupción. Uno se pregunta adónde ha ido a parar toda esa plata. Naturalmente, la gente culpa a los políticos. Es verdad que corrupción hay en todos lados. Pero aquí, en Estados Unidos, el problema no es estructural. Es individual y por causa de la corrupción nadie pasa hambre.

-La debilidad de nuestros sistemas judiciales hace muy difícil la lucha contra la corrupción en nuestros países. ¿No es ése uno de los legados de las dictaduras militares que Estados Unidos apoyó en América latina durante la Guerra Fría?

-EE.UU. no quería que triunfara el comunismo en la región. Pero no todo el mundo estaba de acuerdo con las dictaduras. Por ejemplo, era casi imposible obtener ayuda en el Congreso para la Argentina en esa época. El Congreso estaba en contra de todos los gobiernos militares.

-Usted fue el número dos de la CIA desde el 2 de mayo de 1972 hasta el 2 de julio de 1976. ¿Va a negar ahora el apoyo que Estados Unidos dio a los golpes militares?

-A mí se me acusó en particular de haber apoyado el golpe de (Humberto) Castello Branco en Brasil cuando yo era agregado militar en Río. Pero ¿qué consejo podría haberles dado yo a los militares brasileños que en esa época ya habían derrocado a dos presidentes? Ellos no necesitaban mi apoyo... Lo que hay que comprender es que en aquella época, en América latina, los militares eran vistos como "garantía del orden y de la Constitución". En su país, la señora Perón firmó un decreto ordenando a las Fuerzas Armadas a que terminen con la subversión. Yo conocí a todos los militares argentinos de esa época. Videla era un gentleman. Creía en lo que estaba haciendo. Eran momentos excepcionales. La última vez que lo vi a Perón antes de su muerte (en 1974) me dijo: "Yo nunca he matado. Ahora voy a tener que matar, porque si no esta gente va a matar a la Argentina". Se refería a los montoneros.

-¿Cómo puede decir que Videla era un gentleman? -La guerra fue sucia de los dos lados. Usted recuerda cómo lo mataron a Aramburu, cómo asesinaron a la hija de Lambruschini. En la Argentina hubo muertos de los dos lados, sólo se habla ahora de las Madres de la Plaza de Mayo pero también hubo militares muertos. Con respecto a Videla, yo creía que era un hombre honrado, pero la verdad que ahora estoy sorprendido por la cosas que se dicen. Lo acusan de secuestrar niños. Yo pensaba que de todos los presidentes militares Videla era el más decente.

-Documentos recientemente desclasificados aquí, en Washington, indican que cuando Videla dio el golpe de Estado en 1976 la CIA sabía perfectamente que se venía una represión feroz.

- Yo en aquel entonces no leía todos los documentos que producían en la Agencia. Le confieso que pensaba que la dictadura militar argentina iba a durar un año.

-¡Qué raro la CIA haciendo un cálculo tan equivocado!

-Es por eso que la Guerra Fría duró cincuenta años, por malos cálculos. Pero el resultado final muestra que los errores de los otros eran mayores que los nuestros. Además, hablando de documentos desclasificados hay que tener mucho cuidado, porque algunos son fabricados y otros son verdaderos. Por ejemplo, yo recibí la orden expresa de Richard Nixon de no tener contacto con la oposición chilena. Nosotros no tuvimos ningún contacto ni con el ejército ni con Pinochet.

-Nixon autorizó el desembolso de 10 millones de dólares para que la CIA intentara impedir la nominación de Allende, fue lo que se llamó el proyecto Fubelt. Es un dato muy concreto. ¿No le parece?

-Usted tiene que recordar que Chile tenía el Partido Comunista más fuerte de América latina, de lejos, y la pobreza era tal vez más evidente que en Ecuador y en Perú, lo que no es el caso hoy. Pinochet cambió Chile; todo se paga con un precio. Los españoles pagaron un millón de vidas para evitar que España fuera comunista y ahora están atacando a Pinochet por haber hecho lo mismo. Hay dos estadísticas que son muy reveladoras: Chile y Cuba tienen más o menos la misma población, de Pinochet huyeron 35.000; de Fidel Castro 3 millones y salir de una isla es infinitamente más difícil que huir a pie a Argentina, Chile y Perú.

-¿Admira a Pinochet?

-"Es un gran hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta"(Walters lo dice con tono irónico). Lo admiro porque terminó con la pobreza extrema en Chile. Además estoy totalmente en contra de la detención de Pinochet de Londres. ¿Cuál es el dictador que en el futuro abandonará la dictadura como hizo Pinochet? Hay otra estadística reveladora: Allende fue elegido con el 38% de los votos, Pinochet abandonó el poder con el 47 por ciento de los votos después de 18 años de dictadura. No era un dictador universalmente odiado.

-¿Lo conoció a Manuel Contreras, el jefe de la DINA?

-Lo vi dos veces. Una vez lo recibí, cuando vino a Estados Unidos. Todo lo que el director de la CIA no quería hacer, lo hacía yo. Contreras luego intentó implicarme en el asesinato del ex canciller chileno Orlando Letelier en Washington. Calculó mal la cronología. Cuando mataron a Letelier yo ya estaba retirado de la CIA.

-Contreras dice ahora que el que le dio la orden de matar a Letelier fue el propio Pinochet. -Esa es la defensa de los cobardes. Pinochet es demasiado inteligente como para haber ordenado eso.

-¿Usted nunca consideró que se podía combatir el terrorismo en Argentina y en Chile dentro de las normas constitucionales como lo hizo Alemania con la Baader Mainhof o Italia con las Brigadas Rojas?

-En la noche del 13 de febrero de 1989 mi embajada en Bonn recibió 372 tiros de ametralladora; entonces no habían acabado tanto con el terrorismo. El terrorismo terminó cuando terminó la Unión Soviética y el apoyo de Alemania oriental, que era de donde venía todo.

-Por el apoyo que brindó Estados Unidos a la lucha contra el comunismo en América Central, los militares argentinos pensaron que el gobierno estadounidense permanecería neutral durante la guerra de las Malvinas....

-Yo creo que los argentinos invadieron la islas porque el canciller Costa Méndez le dijo a Galtieri que Thatcher no iba a pelear. Fue un gran error. Lo mismo ocurrió en 1939 cuando lo convencieron a Hitler de que los ingleses no iban a pelear. Un día, cuando Galtieri me volvió a decir que "esa mujer no va a pelear" yo le dije: "Discúlpeme, general, pero si esa señora es capaz de dejar morir de hambre, uno por uno, a los huelguistas del IRA, le puedo asegurar que va a pelear en las Malvinas". No hubo caso.

-Usted participó junto a Alexander Haig en todo el proceso de mediación entre la Argentina y Gran Bretaña. ¿En ningún momento estuvieron cerca de un acuerdo?

-Antes de la propuesta de Fernando Belaúnde Terry nosotros logramos que Margaret Thatcher acordara lo siguiente: tras la firma de un acuerdo la flota inglesa dejaría de avanzar hacia el Atlántico sur: las fuerzas argentinas evacuarían las islas, se constituiría un consejo de tres naciones: la Argentina, Inglaterra y EE.UU. que administraría las islas hasta que terminaran las negociaciones sobre la soberanía, a más tardar en diciembre de 1982.

-¿Y qué pasó?

- Un militar argentino me dijo: "Esto se lo podemos vender a los generales pero no a los coroneles". La opinión pública argentina estaba muy enardecida. Entre la OEA y OTAN nosotros no tuvimos opción.

-¿Usted piensa que el socialismo o el comunismo puede volver a tener influencia en América latina?

-No en la forma antigua, la forma de todo para el pueblo y tal; el marxismo más viejo puede ser, el marxismo anterior al socialismo, más idealista. Yo fui general durante la guerra, no fui el general de la Guerra Fría, como dicen. Si lo hubiera sido, hubiera tenido cuatro estrellas y no tres. La única cosa que me importaba a mí es que el mundo del futuro fuera libre, y en gran parte hoy en día lo es. Y por eso se paga un precio. En la vejez se aprende que en muchas ocasiones hay que saber aceptar el mal menor.

[Fuente: Diario Clarín de Argentina, Domingo 05 de Septiembre de 1999]

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