Tlahui-Politic. No. 8, II/1999
La consecuencia revolucionaria del Che
Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. América Latina, a 21 de Octubre, 1999.
Consecuencia revolucionaria
DESMISTIFICAR AL CHE PARA QUE SIGA COMBATIENDO
Por Sergio Ramírez
Existe una tendencia a simplificar el pensamiento del Che. Con frecuencia
se afirma que defendió la lucha armada como el único camino, en expresión
concreta del voluntarismo que le dominaba. Por lo cual, cabría preguntarse:
¿si el reduccionismo, el empobrecimiento teórico, no mutila la aportación
ideológica del Che?. En un nuevo aniversario de su muerte en combate,
algunas consideraciones sobre su aporte y vigencia, dado que la crítica
reformista y muchas adhesiones valientes pero inmaduras, deformaron su
pensamiento.
Para una respuesta a interrogantes y deformadas interpretaciones sobre su
pensamiento, algunas consideraciones previas. En primer lugar, no se debe
identificar lucha armada con guerra de guerrillas o método guerrillero. El
Che precisa, enfatiza, que la guerra de guerrillas es un método para lograr
un fin: la toma del poder. El estudio de su pensamiento permite avalar tal
conclusión. En efecto en su obra "Guerra de Guerrillas" (1960) aclara, en
primer lugar, que el parto violento o pacífico de la Revolución no depende
de los revolucionarios sino de la resistencia que opongan las fuerzas
reaccionarias al nacimiento de la nueva sociedad, que se engendra por las
contradicciones que se generan dentro del viejo sistema. Estimaba que la
guerra era inevitable en una sociedad dividida en clases, pero estaba
consciente de que la dictadura de las clases dominantes trataba
constantemente de ejercerse sin hacer uso de la fuerza. Por eso,
consideraba que los revolucionarios debían denunciar su verdadero carácter,
obligarla a presentarse sin disfraz. Es decir, en su verdadera esencia de
dictadura violenta de las clases reaccionarias. Propuesta no siempre
considerada. Muchas veces quienes luchan dentro de la institucionalidad
burguesa, en vez de aprovechar esa legalidad para producir la ruptura
institucional y desenmascarar lo que ésta representa, se limitan a actuar
dentro de los limites de ella, procurando más bien dar fe de una buena
conducta para conservar los "beneficios", las migajas, que ella les
dispensa, a cambio del abandono de toda estrategia de poder. Esto genera un
cuestionamiento de la vigencia del pensamiento del Che. Tal negativa se
expresa desde supuestos sectores de izquierda, cuyos voceros abogan por las
vías pacíficas y democrático-burguesas para la toma del poder. Producto de
ello, surge la interrogante: ¿Hay una situación real en América Latina de
hoy para el acceso al poder de los sectores populares por medio de las
urnas o deberá haber enfrentamiento armada como pensaba el Che?
En la formulación de una respuesta hay que establecer previamente la
diferencia entre gobierno y poder (una cosa es llegar al gobierno por una
vía pacífica y otra es tomar el poder) y analizar, sin distorsiones, el
pensamiento real del Che. En tal perspectiva se puede establecer que a
fines de 1962, él puntualizaba que por tránsito pacífico al socialismo, es
decir, tránsito sin uso de las fuerzas armadas, no podía entenderse sólo el
logro del poder formal - o lo que se acostumbra a llamar gobierno - sino la
instauración del poder socialista con todos sus atributos y significados.
Además, no descartaba, aunque las posibilidades le parecían muy remotas,
que en determinadas condiciones o situaciones especiales de crisis, los
regímenes burgueses se viesen obligados a ceder el gobierno a las fuerzas
populares, que los cambios sociales pudiesen iniciarse por las vías
electorales. Pero estaba convencido de que un gobierno elegido por amplia
votación popular, que iniciase transformaciones profundas, entraría de
inmediato en conflicto con las clases desplazadas del gobierno y, por lo
tanto, con el ejército, instrumento de opresión de clases. Poco más de 10
años de expresado este pensamiento ocurría en Chile (1973) exactamente lo
anunciado por el Che.
LA LUCHA GUERRILLERA ES LUCHA DE MASAS
A pesar de la justeza de su pensamiento, el Che ha sido y es objeto de
enconados ataques y de falsificaciones, de derecha como de izquierda. Las
que más abundan son las que lo caracterizan como ciego partidario de la
lucha armada, en cualquier tiempo y circunstancia. Tales argumentos son
falsos. El Che nunca planteó la inevitabilidad de la lucha armada en
términos absolutos y dogmáticos. Decía: "Donde un gobierno haya subido al
poder por alguna forma de consulta popular, fraudulenta o no, y se mantenga
al menos una apariencia de legalidad constitucional, el brote guerrillero
es imposible de producir por no haberse agotado la posibilidad de lucha
cívica".
El Che, revolucionario de sólida formación teórica, no sólo comprendía sino
que propugnaba vivamente la participación de las masas, sin las cuales,
estimaba, es imposible el triunfo revolucionario. En su obra citada,
afirma: "Es importante destacar que la lucha guerrillera es una lucha de
masas, es una lucha del pueblo; la guerrilla, como núcleo armado, es la
vanguardia combatiente del mismo, su gran fuerza radica en la masa de la
población". Lo que efectivamente plantea es que "si un movimiento popular
alcanza el poder por amplia votación y resuelve iniciar las grandes
transformaciones sociales que constituyen el programa por el cual luchó ¿no
entraría en conflicto inmediatamente con las clases reaccionarias? ¿No ha
sido siempre el ejército el instrumento de presión de esa clase?.Si es así,
es lógico razonar que ese ejército tomará partido por su clase y entrará en
conflicto con el gobierno constituido... Nos parece difícil que la fuerzas
armadas acepten de buen grado reformas sociales sociales profundas y que se
resignen mansamente a su liquidación como casta". Pero, además, tenía la
absoluta certeza, apoyado por la experiencia de la Revolución cubana, de
que, tarde o temprano, los movimientos revolucionarios, se verían
enfrentados a la intervención imperialista en apoyo de las clases
reaccionarias, y que, en el caso de triunfar la revolución, los EE.UU.no
reconocerían al nuevo poder y harían todo lo posible por revertir el
proceso revolucionario. El movimiento revolucionario salvadoreño y la
revolución sandinista corroboran estas predicciones.
LA ÚNICA VÍA PARA TRANSITAR A LA NUEVA SOCIEDAD
De lo expuesto hasta aquí, se deduce que en América Latina el socialismo
podrá construirse a través del empleo de la violencia revolucionaria como
respuesta a la violencia reaccionaria, siendo entonces la vía armada la
única para transitar realmente a la nueva sociedad. Estas reflexiones son
el primer paso en el desarrollo del pensamiento del Che. Ellas se deben
considerar en relación directa con la realidad de la región. En América
Latina, donde las clases reaccionarias, que nunca abandonaron el poder
voluntariamente, cuentan con el apoyo de la mayor potencia imperialista
mundial para mantener sus privilegios. En la lucha por conquistar y
mantener el poder se deberá enfrentar con las armas a las armas enemigas
que se opondrán a todo cambio revolucionario. Entonces, sin lucha armada
podrá, en el mejor de los casos, haber gobierno por algún tiempo pero no
habrá poder popular que se consolide.
Después de comprender y aceptar que es la reacción la que impone la lucha
armada a las fuerzas revolucionarias, se plantea el interrogante de cuál es
la forma o método de lucha más eficaz para lograr la conquista del poder y
la defensa de éste una vez conquistado. La formulación de una respuesta nos
conduce a otro aspecto en el desarrollo del pensamiento del Che: la guerra
de guerrillas pasa, de ser considerado un simple método de lucha, a ser
estimada la vía privilegiada para lograr ese objetivo.
¿Cuales son los fundamentos de esta tesis del Che?. Al respecto, es
necesario tener presente que los postulados fundamentales del Che son
"rebelión contra la oligarquía y contra los dogmas revolucionarios". Tras
ellos, está su pensamiento sobre la experiencia de la Revolución cubana.
Sostiene que la victoria armada había sido "un modificador de viejos dogmas
sobre la conducción de las masas populares de América Latina". Victoria,
que según el pensamiento del Che, significa tres aportes fundamentales al
pensamiento revolucionario de la región: 1.-Las fuerzas populares pueden
ganar una guerra contra el ejército profesional. 2.-No siempre hay que
esperar que se den todas las condiciones para la revolución, el foco
insurreccional puede desarrollarlas. 3.-En la América subdesarrollada, el
terreno de la lucha armada debe, preferentemente, ser el campo. Estas
conclusiones son también un serio cuestionamiento al reformismo de la
izquierda tradicional, que había adoptado posiciones pasivas ante los
procesos sociales, refugiándose en un lenguaje formal "marxista-leninista"
como pretexto, en espera de que "se den todas las condiciones objetivas y
subjetivas, sin preocuparse de acelerarlas". Pero, no solo el dogmatismo,
sino también el mecanicismo de sectores extremos de izquierda es
enjuiciado. Al respecto el Che dirá: "...cuando se habla de las condiciones
para la revolución no se puede pensar que todas ellas se vayan a crear por
el impulso dado a las mismas por el foco guerrillero....Es decir, que es
necesario demostrar claramente ante el pueblo la imposibilidad de mantener
la lucha por reivindicaciones sociales dentro de la contienda cívica".
Cerradas las posibilidades dentro de la "contienda cívica", sólo existe el
camino de la lucha armada para la toma del poder. Ante ello, el Che postula
que a un ejército opresor de las características de los de América Latina,
sólo se les puede derrotar si las fuerzas revolucionarias forman un
ejército popular. Pero como éste no nace milagrosamente de un día para otro
sino que tiene que armarse con el arsenal que le brinda el ejército
enemigo, y empezar la lucha con una correlación militar muy desfavorable,
sólo el núcleo guerrillero rural, puede lograr estas metas, gracias a su
gran maniobrabilidad y capacidad de desconcentrar y reconcentrar fuerzas
según las circunstancias, permitiendo, en un comienzo resistir el ataque de
las fuerzas superiores, y en la la medida en que se avanza en el
reclutamiento popular y en la obtención de recursos técnicos, propinar
golpes cada vez más contundentes al enemigo hasta conseguir finalmente
derrotarlo. Y, todo ello, cumpliendo con un requisito que el Che
consideraba de vital importancia: la posibilidad de garantizar la seguridad
y permanencia del mando. Objetivo más difícil de lograrse si el núcle
guerrillero se mantiene en las zonas urbanas, donde el aparato represivo
del Estado burgués es mucho más fuerte.
El Che consideraba aconsejable la lucha guerrillera rural no sólo en los
países en los que existía una gran masa campesina sometida todavía a
relaciones de explotación precapitalistas, sino también en aquellos países
de desarrollo económico atrasado pero con grandes concentraciones urbanas,
aunque, con la honestidad de siempre se atrevería a afirmar categóricamente
que toda rebelión popular con base guerrillera dentro de la ciudad
estuviera destinada al fracaso. Estimaba, sin embargo, que un núcleo
guerrillero asentado en una montaña cualquiera, en la que existiera un
terreno favorable y bases sociales para la lucha, si se aplicaba
consecuentemente la estrategia y la táctica de esta forma de lucha, tenía
más posibilidades de éxito que si se concentraba exclusivamente la lucha en
la ciudad, dode era mucho más fácil eliminar a los jefes de la revolución.
Podía imaginarse todo tipo de maniobras armadas en la ciudad, valoraba como
especialmente eficaz la guerrilla suburbana, pero insistía en la
importancia de que el núcleo dirigente se mantuviera en un terreno
favorable a la lucha guerrillera rural, ya que así, si el enemigo lograba
aniquilar al movimiento urbano, el poder político revolucionario permanecía
a salvo, no fuera de la guerra ni en otro país, sino dentro de su pueblo y
luchando.
Estas afirmaciones han sido centro de ataques de la reacción mundial. Se ha
tratado de deformar la concepción de la guerra de guerrillas. Se ha
criticado el "foquismo" de la década del 60 atribuyéndose al Che y a la
Revolución cubana su paternidad. Muchos se preguntan: ¿Es correcta tal
crítica y tal afirmación?. Para abordar estos interrogante, es necesario
aclarar que sus detractores entienden por "foquismo" la absolutización del
papel del pequeño núcleo de combatientes situados en zonas montañosas
rurales, que por su sola presencia, representaría la llama que
automáticamente encendería la pradera. Esta es una de las más grandes
deformaciones que ha sufrido la concepción de la guerra de guerrillas que
practicara la revolución cubana y desarrollara teóricamente el Che. Es
concebirla como algo opuesto e independiente de las masas, olvidando o
ocultando que el Comandante guerrillero afirmaba que la guerra de
guerrillas es una guerra del pueblo, es una lucha de masas. Por lo cual, el
Che pronosticaba un desastre inevitable a aquellos que pretendieran
realizar este tipo de guerra sin apoyo de la población. Nunca concibió la
lucha como puramente militar sino que como político-militar. "La guerrilla
- decía el Che - es la avanzada numéricamente inferior de la gran mayoría
del pueblo que no tiene armas, pero que expresa en su vanguardia la
voluntad de su triunfo".
SIN SUEÑOS Y UTOPIAS NO HABRIA REVOLUCIONARIOS
Se ha criticado también el supuesto voluntarismo del Che, que en sus
proyectos no consideraba las condiciones objetivas, que otorgaba un papel
central a los valores subjetivos. Esta crítica,por lo reiterada y
equivocada, es necesario establecer qué hay de verdad en ella. Primero, es
incuestionable que sin sueños y utopías no habría revolucionarios y que
muchas veces los hombres se detienen porque consideran insuperables,
obstáculos que son superables.. La historia de la Revolución cubana
demuestra que obstáculos que parecían invencibles tenían solución.. Además,
el Che era sin duda un soñador, en el buen sentido de la palabra, pero eso
no significa que fuera un voluntarista. Como marxista sabía que la
voluntad, el deseo, las intenciones de los hombres no son todo-poderosas,
que en sus proyectos es necesario que se tenga en cuenta el marco de las
condiciones objetivas. No hay que confundir voluntarismo con tenacidad.
La respuesta a las críticas se encuentra analizando como veía el mismo Che
la intervención del factor subjetivo antes y después de la Revolución
cubana. En referencia al primer período. El Che escribió que "no siempre
hay que esperar que se den todas las condiciones de la Revolución: el foco
insurreccional puede crearlas". Afirmación que está vinculada a su tesis de
que "las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército".
Ambas afirmaciones, deducidas de la práctica de la Revolución cubana y
consideradas por el Che como aportes de ésta al movimiento revolucionario
de América Latina y del Tercer Mundo, le sirvieron tanto para combatir
tanto la actitud quietista de revolucionarios y seudorevolucionarios, que
escudaban su inactividad bajo el pretexto de que nada se puede hacer contra
los ejércitos profesionales actuales, como la de aquello a que se quedan
eternamente esperando que por arte de magia se den las condiciones
objetivas y subjetivas de la revolución, sin preocuparse de acelerarlas.
Las concepciones predominantes en el seno de la izquier tradicional de
América Latina, consolidadas en la década de los 50, establecían que en la
región faltaba aún concluir las revoluciones "democrático-burguesas. Por lo
cual definían el quehacer como tareas de promoción y apoyo a la formación
de gobiernos de "coalición democrática". Gobiernos que, según tales
propuestas, llevarían adelante la denominada revolución democrática agraria
y antiimperialista, bajo la dirección de las burguesías nativas
(denominadas "nacionales"). A las cuales se atribuía una potencialidad
transformadora y de oposición y lucha contra el imperialismo, porque, se
consideraba que al no estar directamente vinculadas a la nueva fase
superior del capitalismo, aspiraban a suprimir las "trabas" imperialistas
al desarrollo capitalista "nacional". Pero, como de todos modos, por su
carácter de clase, tendían a la conciliación con el imperialismo, era
necesario, afirmaban, organizar el "Frente Nacional" donde tales
vacilaciones serían contrarrestadas y reorientadas por la fuerza
obrero-campesina. Así el Frente sería la herramienta que conduciría a la
formación del "Estado de Democracia Nacional, que representaría la
culminación de la primera etapa de la revolución. En la medida que fueran
alcanzados sus objetivos, se irían conformando, configurando, las
condiciones para la revolución socialista, que quedaba así relegada a una
lejana e incierta "segunda etapa".
Atados a este esquema teórico, los portadores de tales ideas se
transformaron, en la práctica, en predicadores de la espera y la pasividad,
inmovilizando a las vanguardias frente a una realidad objetiva,
contradictoria con sus concepciones. Así, el culto a las condiciones
objetivas limitó, casi hasta la anulación, las inmensas posibilidades que
tiene el sujeto social de transformar la realidad mediante la acción
revolucionaria consciente.
La triunfante Revolución cubana rompió esos esquemas paralizadores y puso a
la orden del día la posibilidad de la acción revolucionaria de las masas y
sus vanguardias en América Latina. Como marxista, el Che, siguiendo el
pensamiento de Fidel Castro, revalorizó la importancia del factor subjetivo
en la revolución, particularmente en América Latina, luego que éste
estuviera relegado durante años al imperio de las condiciones objetivas.
Fidel Castro había sostenido que en la mayoría de las sociedades
latinoamericanas habían madurado las condiciones que hacían posible los
cambios revolucionarios. En tal postulado, la existencia de esas
condiciones objetivas, aunadas a las clases verdaderamente interesadas en
cambiar radicalmente la situación, así como la necesidad de emplear la
lucha armada para tomar el poder, definían la posibilidad y necesidad de un
proceso auténticamente revolucionario en América Latina, que el Che veía no
como sucesión de etapas preconcebidas, sino como único e ininterrumpido,
cuya profundización en la lucha conduciría a la Revolución Socialista.
El Che, al analizar la realidad latinoamericana de la época, señalaba como
"raíces permanentes de todos los fenómenos sociales de América, (....) a
través de sus conexiones con el imperialismo, plasma completamente el
llamado subdesarrollo que da como resultado los bajos salarios y el
desempleo. Este fenómeno de bajos salarios y cada vez más desempleo...y...crean
lo que es el denominador común de los pueblos de América Latina...Ese común
denominador...se llama Hambre del pueblo" ("Cuba: ¿excepción histórica o
vanguardia en la lucha?"). Por ello, el Che sabía perfectamente que la
historia de las sociedades no es fruto exclusivo de la voluntad de los
hombres y por eso no hablaba de que el foco pudiera crear todas las
condiciones para la Revolución. En efecto, si se considera atentamente su
afirmación al respecto, se comprueba que dice, y luego lo explica, que no
se necesita que estén dadas "todas" las condiciones de la revolución para
iniciar la lucha armada, que el foco guerrillero puede crear aquellas que
faltan siempre que existan determinadas condiciones mínimas que hagan
factible el establecimiento y consolidación del primer foco; entre ellas
señala que la paz haya sido rota por las fuerzas opresoras para frenar las
expresiones de creciente descontento del movimiento popular. Además, en el
texto citado sobre la realidad de la región, dice que las condiciones
objetivas de la lucha están dadas por el hambre del pueblo (producto de
la crisis estructural del capitalismo dependiente que origina salarios
miserables, desempleo y subempleo), la reacción frente al hambre, el terror
desatado para aplazar la reacción popular y la ola de odio que esta
reacción crea, pero que faltan las condiciones subjetivas de las cuales la
más importante es la conciencia de la posibilidad de victoria por la vía
violenta frente al poder del imperio y sus aliados internos.
NO SE DEBE TEMER A LA VIOLENCIA
Junto al triunfo de la Revolución Cubana se abrió una etapa de convulsiones
sociales en América Latina para las cuales las fuerzas de izquierda no
estaban preparadas. No habían desarrollado la capacidad de organizar la
lucha por el poder. Estaban sólo capacitadas para comprobar y denunciar los
datos de la explotación y opresión que dictaba la realidad política, social
y económica, sin percibir el aspecto revolucionario, subversivo, de ella.
Muchos partidos y movimientos vieron la victoria del pueblo cubano como una
excepción no válida para el resto de los países latinoamericanos. No
consideraron que los factores que unían la experiencia revolucionaria a la
realidad de la región en esa época eran más significativos que los
elementos excepcionales.
El lazo que unía la Cuba pre-revolucionaria a la realidad de América Latina
eran el subdesarrollo, la dependencia y sus consecuencias negativas en las
esferas económicas, sociales, políticas y culturales; la existencia de
dictaduras militares y democracias reaccionarias, formales, que han
dominado, caracterizado a más de 100 años de existencia de sus pueblos.
Pero, también, la victoria de la Revolución cubana no sólo modifica el
cuadro de lucha en la región, sino que también alerta al imperialismo que
cierra el camino a cualquier tránsito pacífico a los cambios
revolucionarios que puedan atentar contra sus intereses y los de sus
aliados burgueses. Por eso, el Che considera que respecto a la Revolución
cubana, "infinitamente más duros serán las nuevas batallas que esperan al
pueblo en otros lugares de América Latina".
Se ha creado una nueva situación a comienzos de la década del 70, que el
Che caracteriza como "un estado inestable entre la dictadura oligárquica y
la posición popular...Pasamos por una etapa en que las presiones populares
son muy fuertes; están llamando a las puertas de la legalidad burguesa y
ésta debe ser violada por sus propios autores para detener el impulso de
las masas".. Los sucesivos y casi simultáneos golpes militares en los países
del Cono Sur a fines de la décadas del 60 y comienzos de la del 70, así lo
ratificaron. Esta violación por la propia oligarquía de su propia legalidad
obligaba a los revolucionarios a proyectar no sólo su lucha por el retorno a
la legalidad burguesa, sino también por la conquista del Poder. En tal
perspectiva, el Che postula que no se debe temer a la violencia sino que,
por el contrario, había que prepararse para ella y desatarla "en el momento
preciso en que los conductores del pueblo hayan encontrado las
circunstancias más favorables". La situación imperante en esos países,
después de "salidas negociadas" y procesos de "diálogos y negociaciones de
paz", señala que la situación de sus pueblos en nada ha cambiado
sustantivamente.
SUEÑO PERSONIFICADO EN EL CHE
Ernesto Che Guevara creía profundamente en la revolución y el socialismo.
Entre lo mejor de sus sueños estaba la creación del hombre nuevo. Por eso,
valoró en su dimensión histórica el rol de las masas, sin subestimar el
"cuadro", columna vertebral de la Revolución". Por lo cual, exigió del
dirigente la ejemplaridad, "porque el hombre que va delante impulsa a los
demás a que lo alcancen, atrae a los demás hacia su nivel, mucho más que
aquel que desde atrás empuja con la palabra solamente". Además, en el
centro de sus preocupaciones y aspiraciones está la juventud en la
perspectiva de lograr ese hombre nuevo. Actitud que expresa con claridad,
al afirmar: "Nos formamos en la acción cotidiana, creando un hombre nuevo
con una nueva técnica....la arcilla fundamental de nuestra obra es la
juventud: en ella depositamos nuestras esperanzas y la preparamos para
tomar de nuestras manos la bandera".
Es un sueño que en él se personificó. Por lo cual, nunca como ahora resulta
imprescindible meditar en la acción consecuente del Che en aras de
conquistar formas de vida que permitan poner fin a la alienación del hombre
y dar paso al surgimiento de un mundo que posibilite su felicidad plena,
lejos de las actuales políticas deshumanizantes, que imaginan que una
vez desaparecido el denominado "mundo socialista" ha terminado la lucha de
los pueblos y ha llegado el fin de la historia. En este con contexto, es
que se inscribe la labor ejemplarizadora y educativa del Che, así como su
pensamiento humanista, cuando lucha por una nueva conciencia de la
humanidad, por la construcción del socialismo y en oposición a quienes
pretenden implantar un código de valores destinados a lograr el vasallaje y
el aniquilamiento en el individuo y de todo aquello que puede promover el
logro consecuente de su desarrollo espiritual.
Si se sigue la evolución y el ascenso de la vida en el Che, se comprueba lo
que expresó en diversas ocasiones para explicar como se operó en él el
tránsito de un joven individualista, solidario instintivamente con los
desposeídos, hasta llegar a alcanzar una toma de conciencia y un
pensamiento político comprometido con la lucha directa de los pueblos,
ligado a la percepción del camino a seguir., para así dedicar su vida al
servicio de la humanidad mediante la revolución. El punto de partida de tal
proceso se enmarca en los primeros años de la década del 50, con su
decisión de recorrer América Latina y poder penetrar, gradualmente, en la
esencia de los problemas de la región. Esto contribuyó a que enraizara
grandes convicciones, aprendidas primero a fuerza de observación y,
posteriormente, a través de una estrecha vinculación con los pueblos que
visitara y que le hacen reflexionar en cómo llegar a alcanzar una nueva
escala de valores, que representen el verdadero sentido de la justicia
social y la equidad, como elementos determinantes de nuevos patrones de
conducta social.
Producto de tales convicciones, su formación como "auténtico
revolucionario", mediante la entrega de lleno a la lucha. De modo
incipiente en la Guatemala de Jacobo Arbenz y definitivamente en Cuba, al
sumarse a los futuros expedicionarios del Gramma, encabezados por Fidel
Castro. Inicia así una vida en la que se propone luchar y participar en la
creación de una nueva sociedad, convencido de que sólo mediante la
conciencia que adquiere el hombre de su destino es que podrá salvarse de un
futuro incierto y degradante.
Triunfante la revolución, una vez tomado el poder, en la Cuba de 1959, el
Che paulatinamente adquiere la certeza de que el objetivo de la lucha
armada no consiste exclusivamente en sustituir a un tirano por un difuso
gobierno del pueblo, sino en crear condiciones que garanticen el
surgimiento de una sociedad diferente, socialista. A la realización de esas
ideas y propósitos dedica todo su tiempo y lo mejor de su intelecto, aún
más, cuando se proclama el carácter socialista de la Revolución cubana en
1961.
Para el Che, el desarrollo de una nueva base material implicaba el
advenimiento de un hombre nuevo, como un proceso inseparable, en el cual
emergería con una nueva conciencia de sus deberes y derechos y con el firme
compromiso moral y ético de una real participación en la gestión de poder
en los distintos niveles de la sociedad en construcción. Con esa convicción
estudió crítica y profundamente algunas concepciones que se estaban
generando en el denominado "socialismo real", que pretendía llegar al
socialismo a través de posiciones economicistas y motivaciones
individualistas, adelantándose con sus críticas a lo que 25 años después
devendría en la crisis y derrumbe del socialismo europeo.
La obra teórico-práctica del Che coloca, sin duda, al hombre como
protagonista real y activo de la nueva sociedad. Hoy como ayer, en este
mundo contradictorio y coercitivo, es que el Che encontró su plena
dimensión, enfrascado, como dijere uno de sus poetas favoritos, León
Felipe, "en la aventura de parirse a si mismo", razón esencial para que su
vida y muerte sean una invitación permanente a todos los que creen en el
riesgo de luchar por una nueva sociedad. El sueño del hombre nuevo se ha
hecho realidad en el Che. Por eso, Fidel Castro lo ha personificado y
definido: "Si queremos un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo,
un modelo de hombre que pertenece al futuro....Ese modelo es el Che".
En el presente la revolución parece lejana. Se prefiere llamarle "utopía".
Así, se le ubica en la zona de los sueños. Pero, sin embargo, la
polarización de fuerzas se ha acelerado, convirtiéndose en volcanes
activos que pugnan por entrar en erupción. La lucha aparece agazapada en
diversos países, especialmente donde el relujo a sido mayor. En este
sentido, el espíritu del Che, rebelde y antidogmático, incita a no cesar en
la búsqueda de una alternativa al neoliberalismo, a la apertura de nuevos
caminos de lucha por el poder y el socialismo. Para tener éxito en tales
empresas no hay que convertir al Che en un dogma, hay que impedir la
"mitología guevarista", hay que desmistificar al Che para que siga
combatiendo. Todo hombre, mujer, o joven que no tolera la injusticia puede
ser como el Che. Todo el que se decida a luchar contra la injusticia y por
una sociedad mejor puede ser como el Che. Todos podemos superarnos mediante
los valores que permitieron a este revolucionario, nacido argentino y
muerto latinoamericano, alcanzar la estatura del Che, sobre todo su
apasionado amor por la humanidad y su consecuencia de pensamiento y acción.
From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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