Tlahui-Politic. No. 8, II/1999


Entrevista a Jaime Caycedo, Secretario General del PCC.

Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Colombia, a 2 de Octubre, 1999. COLOMBIA: Entrevista a Jaime Caycedo, Secretario General del PCC.

Entrevista a Jaime Caycedo, Secretario General del PCC
"El movimiento guerrillero es una fuerza en la vida política de Colombia"
1 de octubre de 1999
Chepe Luis Hurones APS

Pese a reconocer la audacia personal mostrada por el presidente Andrés Pastrana para iniciar el diálogo con las FARC, Jaime Caycedo insiste que esa política tiene varios puntos débiles que habrá que superar para evitar una intervención de EEUU.

¿Cómo valora la realidad del proceso en Colombia?

En Colombia se ha logrado superar una etapa difícil. En una etapa anterior se desconocía si había posibilidades de encontrar una solución política de la guerra o si el Estado optaría por la salida militar. Hoy en día el tema de discusión no es si se camina hacia el diálogo o no, sino qué tipo de solución política es la que requiere Colombia en este momento. Se discute si la solución se basará en las experiencias de las reinserciones de los años 90 en Colombia, en las experiencias de las negociaciones en Centroamérica, como las de Guatemala o El Salvador, o en un proceso distinto, más complejo.

¿No existe contradicción en este proceso, ya que mientras se está hablando de paz con la insurgencia, se implementan unos planes económicos y sociales impopulares y se reprime el movimiento popular?

El tipo de política de paz que ha planteado el Gobierno de Pastrana es una política bastante débil. Tiene un grave inconveniente, a saber, es una política parcial, no integral. Pastrana no tiene un planteamiento claro de diálogo y búsqueda de un proceso de negociación con el conjunto de movimientos insurgentes colombianos. Ha iniciado un proceso con las FARC-EP, pero mantiene una actitud remisa en relación al tratamiento de ese mismo proceso con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). El Gobierno tampoco ha dado respuesta a la propuesta de diálogo que ha formulado el Ejército Popular de Liberación de Carabayo.

El Gobierno de Pastrana intenta manejar una política de paz en escenarios diferenciados con los distintos grupos guerrilleros, cada uno por su lado, con el fin de manipular los escenarios de diálogo para generar contradicciones entre unos y otros actores. Además, pretende identificar el tema de la paz con la sustitución de cultivos ilegales -coca y amapola- como elemento principal de la política alternativa, digamos social y económica, a favor de algún tipo de cambio.

¿Es la sociedad colombiana la que tiene la última palabra?

Lógicamente, sí. El Plan de Desarrollo Nacional que puede ser la postura del Gobierno en la negociación no es el plan de las FARC-EP, ni el del ELN, ni el del ELP, ni el de nadie. El plan de Desarrollo Nacional es la política del sistema y, una de las cosas fundamentales que están planteando en la agenda de negociación es que eso tiene que ser puesto en discusión, tiene que ser reformado.

Para que en esos aspectos de la agenda se pueda avanzar más, vamos a tener que contar con la negociación y con la presencia del movimiento guerrillero en la negociación, pero también con la presencia del pueblo en la calle exigiendo reivindicaciones, exigiendo cambios, exigiendo transformaciones democráticas en el país. Sin el pueblo en la calle, no habrá paz en Colombia. Tenemos que conjugar un proceso de diálogo fructífero con la ampliación del proceso de negociación al movimiento popular y a las fuerzas políticas.

¿Cómo se percibe desde el movimiento popular la postura del presidente Pastrana?

Hay que reconocer que Pastrana ha tenido audacia. Ha hecho dos visitas personales a Manuel Marulanda, ha suscrito acuerdos concretos con relación al proceso de diálogo, ha tenido la capacidad de liderar ese proceso, plantando cara a la extrema derecha, a los sectores más reaccionarios del Ejército y ha desarrollar esa postura en términos de un proceso de diálogo.

Naturalmente esto no es una concesión gratuita, no es un hecho personal de arrojo del señor Pastrana. Representa indudablemente la actitud política de las clases dominantes, la de la oligarquía dominante, que se ve obligada a comprender que es necesario encontrar ese camino de diálogo para la búsqueda de la solución política en el país.

¿Cómo sitúa el problema de la droga?

El cambio tal como esta perfilado en el Plan Colombia tiene como punto central la sustitución de los cultivos de coca y el desarrollo de planes de sustitución de cultivos basados en la palma africana, el cacao, el caucho y otros cultivos financiados por el Banco Mundial, pretendiendo sustituir la reforma agraria que se reclama desde hace cuarenta o cincuenta años. Se corre el enorme peligro de que EEUU, que tiene como esencia de su política la lucha antidroga como parte de su seguridad nacional, intervenga de manera abierta.

Es decir, la paz avanza en función del número de hectáreas de coca o de amapola erradicadas en el país, mientras llega a acuerdos con Pastrana para financiar la reingeniería del Ejército colombiano. No hubo dinero ni para el magisterio, ni para la educación pública, no hubo dinero para lanzar el desarrollo económico, para mejorar el problema del empleo, pero sí hubo dinero para encontrar esos dos billones que se han invertido en la guerra durante estos años y esto es absolutamente contradictorio con la política de paz que proclama Pastrana.

¿Las carencias sociales tienen su reflejo en las diferentes mesas de negociación?

Es incompatible la búsqueda de la paz con la política económica y social que el Gobierno ha puesto en camino con el Plan Nacional de Desarrollo. Es necesario poner en consideración cómo puede intervenir el pueblo, la base popular, los trabajadores, los ciudadanos, en este proceso de búsqueda de la paz.

Es necesario abogar por una ampliación de los escenarios de negociación hacia lo popular, es decir, en la necesidad de que se abra el proceso de diálogo actualmente en curso entre el Gobierno nacional y el movimiento guerrillero de las FARC-EP a la participación y la presencia de sectores del pueblo en cada región. No es posible que mientras en el Caguán el Gobierno acepta dialogar y acepta llegar a acuerdos con el movimiento guerrillero, no acepte una interlocución en iguales condiciones con el magisterio, con los trabajadores, que permita que las demandas del movimiento popular se incorporen también a las preocupaciones de diálogo y de búsqueda de soluciones al país.

Pareciera que la paz se circunscribiera a una parcela en donde las cosas pudieran ser manejables, mientras el Gobierno desarrolla su política contra el movimiento popular y contra el pueblo en el resto del país. Mientras impone en el Congreso una reforma política que es una porquería para mantener el amiguismo, el clientelismo y la corrupción que maneja el Congreso de la República. Es una reforma política que no aporta absolutamente nada, pero que se pretende anteponer al mismo proceso de diálogo del Gobierno con los movimientos guerrilleros.

Es necesario estudiar qué va a pasar con la reforma política, qué va a pasar con la contrarreforma laboral que va a meter el Gobierno al Congreso, qué va a pasar con la reforma de la ley 30, en el caso de la Universidad Pública. Es necesario considerar una propuesta concreta, en el sentido de buscar una participación social, organizada, masiva, que refleje el sentimiento de unidad, de comprensión, de convergencia y, sobre todo, de acercamiento entre las posturas que plantean las fuerzas revolucionarias guerrilleras, desde el punto de vista de sus programas, y las del movimiento popular y las fuerzas democráticas en el conjunto de la vida política del país.

No podemos negar que hay elementos coincidentes.

El movimiento guerrillero colombiano, de hoy y de ayer, levantó en sus banderas, siempre, reivindicaciones profundas, del pueblo y de los trabajadores. Esos puntos coinciden con muchas de las reivindicaciones del movimiento popular. No tenemos que temer que existan estas coincidencias en el plano programático.

Habla de la necesidad de unidad en el movimiento popular para incidir en este proceso. ¿En qué grado de confluencia se encuentra el movimiento popular? ¿Qué se plantea para que la voz del pueblo se tengan en cuenta en este proceso?

Existen dos premisas importantes. Estamos entrando en un proceso de diálogo y de negociación en donde la iniciativa en relación con algunos aspectos proviene del Gobierno y del movimiento guerrillero, que son los que han llegado a este acuerdo, y en un momento en que esta empezando a despertar la lucha social y popular con fuerza, pero donde una característica significativa es la dispersión de las fuerzas revolucionarias.

El Gobierno trata de instrumentalizar las diferencias para colocar a movimiento guerrillero contra movimiento guerrillero, y a movimiento guerrillero contra movimiento popular y sectores democráticos y progresistas que están por la paz.

El Partido Comunista se ha propuesto ser un factor de unidad del conjunto de las fuerzas revolucionarias en este proceso, porque consideramos que es necesario aproximar posiciones, acercarnos desde el punto de vista de los elementos programáticos comunes que todos enarbolamos para poder avanzar en un sentido menos descoordinado que haga posible que el movimiento popular gane terreno y no que lo pierda. Tenemos la convicción de que este proceso de diálogo que se ha iniciado es un proceso en el que no sólo ha contado el inmenso aporte del movimiento sindical, sino también la fuerza del movimiento guerrillero y es que el movimiento guerrillero es una fuerza en la vida política del país, se quiera o no, y es esa fuerza revolucionaria la que ha logrado llevar al Gobierno y a la burguesía a la necesidad de tener que respetar esas fuerzas.

Sugerimos constituir una especie de vocería colectiva, de convergencia democrática de fuerzas sociales y políticas para intervenir en las negociaciones y acuerdos y conversaciones políticas sobre el modelo económico y social, la democratización política y el respaldo a la solución negociada, ampliando de esta manera el escenario de estas negociaciones. La fuerza que respalde esta ampliación solo puede estar en la movilización unitaria permanente y en el desarrollo del pueblo.

Tenemos que adquirir un compromiso con la búsqueda de paz democrática, como camino a la justicia social con igualdad para el pueblo colombiano. Pero tenemos que hacerla sobre la base de que si no entra el tema social y el modelo económico en la negociación no podrá avanzar el proceso de paz y correrá el riesgo de perecer en cualquier momento frente a los envites y las trampas de EEUU.

From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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