Tlahui-Politic. No. 8, II/1999


Dos Caminos que desembocan en el mismo lugar

Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 20 de Diciembre, 1999. CHILE: "Dos Caminos que desembocan en el mismo lugar". Por Sergio Ramírez.

La diferencia entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, fue de 30. 781 votos, de acuerdo al último cómputo oficial del gobierno. Lagos obtuvo un 47,96% de la votación, frente a un 47,52% de Lavín. Ambos candidatos deberán ir a una segunda vuelta el 16 de enero del 2000. Este hecho, ha provocado, no sólo diversas interpretaciones partidarias sino también un nuevo realineamiento de las fuerzas políticas. Mientras que la Izquierda aparece reprobada en el curso "Nueva Alternativa", con casi todos las asignaturas pendientes.

El estrecho margen que separó a Lavín de Lagos ha provocado diferentes interpretaciones. Unos, afirman que son consecuencia del apoyo DC al candidato de la derecha. Otros, que es un castigo a la gestión de los gobiernos de La Concertación. La dudas y confusiones que el cómputo ha provocado, contrastan con la alegría de los empresarios que estiman que contribuirá a aumentar sus ganancias porque "el empate abre un período de consenso, tolerancia y moderación para el país". Pero, la mayor felicidad la sintió el ex dictador Pinochet. Hecho que su familia había mantenido en secreto para evitar que su figura se vincule a la de Lavín, cuya candidatura inicialmente trató de sabotear apoyando primero a Zaldívar y después a Arturo Frei. "Tenía la sonrisa pintada en el rostro al saber que habría segunda vuelta y que Lavín casi había alcanzado a Lagos. Estaba contento", dijeron cercanos a él. "El estaba feliz, porque lo que se produjo en esta ocasión es lo que él siempre soñó, que en Chile sólo hubieran dos ejes políticos". Tales reacciones definen el real significado de los resultados obtenidos por los dos candidatos partidarios del neoliberalismo. Además, a pesar de que tanto la UDI-RN como los familiares del Chacal del Mapocho han evitado referirse a la preferencia electoral de Pinochet, la menor del clan, Jacqueline, reconoció, con motivo del 84 cumpleaños de su padre (25 de noviembre), que su familia votaría por Lavín, a pesar de que estaba "muy agradecida" de Arturo Frei Bolívar, pero que éste "había llegado muy tarde a la elección". Agregó que, si bien sus padres se mostraron inquietos durante la campaña por la juventud de Lavín, es éste quien más interpreta a Pinochet.

En un hecho inédito en la historia política del país, la elección presidencial se definirá en una segunda ronda el 16 de enero. Escenario determinado por la alta votación de la derecha y la disminución experimentada por abanderado de la coalición que ha gobernado los últimos 10 años. Este revés para la Concertación la enfrenta a un panorama complejo, con una pérdida de 11 puntos respecto de los comicios presidenciales de 1993. Mientras que la votación obtenida por Lavín tiene ribetes inesperados. Además, contrario a los objetivos de sus comandos, la votación de los otros 4 postulantes, Arturo Frei Bolívar, Sara Larraín, Tomás Hirsch y Gladys Marín, sumó sólo 4,52% de la votación, menos de la mitad de lo anticipado. Esta reducida votación y el estrecho margen que diferenció a Lagos de Lavín, dificultan proyectar un posible resultado final en el nuevo escenario, que pone en jaque las estrategias electorales de la Concertación que, hasta horas antes del recuento de votos, confiaba en un triunfo holgado de Lagos. La realidad fue diferente. Los resultados representan una disminución significativa para el oficialismo, que en los comicios de 1993 obtuvo el 57,98% de los sufragios y eligió a Eduardo Frei. En ese entonces, la derecha logró el 30,59% sumando los votos de Arturo Alessandri y José Piñera.

DESPUÉS DE LA BATALLA TODOS SON GENERALES

Esta pérdida de apoyo ciudadano, de acuerdo a voceros del oficialismo, se debería al desgaste de 10 años de gobierno, al impacto que tuvo en sectores modestos la recesión económica y al aumento de la inseguridad debido al incremento de actos delictivos. Análisis que no sólo se queda en los aspectos formales de una realidad dramática para millones de chilenos, sino que también carece de apreciaciones autocríticas sobre su desastrosa y fracasada gestión. En cambio, analistas vinculados a la reacción afirmaron que los cómputos indican que el pueblo "esta desencantado de los políticos tradicionales", que desea terminen sus "discusiones estériles" (reforma laboral, término de la impunidad, plebiscito, verdad y justicia sobre los detenidos desaparecidos y de todas las violaciones a los DD. HH., etc) y se preocupen de "sus problemas". Y, para justificar que Lavín contó con votos DC, sostienen que para los que votaron tradicionalmente por la Concertación no es lo mismo un gobierno liderado por un presidente DC que encabezado por un socialista-socialdemócrata. Además, señalan que la disminución de la votación de Gladys Marín representa una evolución del electorado de izquierda a posiciones socialdemócratas, presas de la teoría del "voto útil". Mientras que Gladys Marín responsabilizó a la Concertación del crecimiento de la derecha. Indicó que ello perjudica al conglomerado oficialista y a la izquierda. Además, estimó que los resultados electorales reflejan una polarización del país y que ello constituye el triunfo "de la presión y el chantaje del dinero". Al asignarle al oficialismo la "responsabilidad histórica" del crecimiento de la reacción, sostuvo que es producto de que la Concertación no hizo nada por revertir el descontento de los sectores populares, a pesar de sus 10 años de gobierno. En ese sentido, aseguró que "habrá mucho que examinar" y que "la lucha contra el sistema será más larga". En su opinión, con los resultados no sólo ha perdido la izquierda, sino que todo el país, "por los incumplimientos de la Concertación". A pesar de la validez de tales juicios, las causas de una derrota no siempre son consecuencias de factores externos, como enfatiza. El debate, crítico y autocrítico, que debe realzar el PC tendrá que arrojar más luces en este sentido. Los militantes de izquierda necesitan arribar a conclusiones claras, para proyectar su quehacer a la luz de la realidad.

Contra todo lo esperado, no fue la votación de los candidatos "alternativos" la que determinó la segunda ronda electoral, sino los porcentajes logrados por Lagos y Lavín. En efecto, uno de los aspectos más significativos sea, quizás, el fracaso de todos los candidatos alternativos. Ninguno logró sus objetivos. Arturo Frei obtuvo una mínima votación incluso en la Octava Región, donde fue electo en el pasado, primero como diputado y después como senador. Sara Larraín estuvo lejos del 1% que había definido como meta. Lo mismo ocurrió con Tomás Hirsch, quien sacó menos del 3% alcanzaron los humanistas en la última elección parlamentaria. Mientras que Gladys Marín no logró la votación que obtuvo el "cura" Eugenio Pizarro en 1993 y ni siquiera llegó a la mitad de lo que su comando se había propuesto como objetivo. Lo cual, unido al fracaso de Lagos, que no logró la meta de su campaña, que era obtener al menos lo mismo que había obtenido la Concertación en las dos elecciones presidenciales anteriores, y la votación de Lavín, la más alta conseguida por la derecha en elecciones presidenciales, ha provocado desconcierto en sectores de izquierda e infundadas ilusiones en otros de extrema derecha.

SE CONSOLIDA LA BIPOLARIDAD ELECTORAL

Como consecuencia directa de los cómputos (con proyecciones no claramente definidas), el arcoiris político se dividió en dos bloques. Mientras que la propuesta alternativa de retornar al esquema de los tres tercios (derecha, centro, izquierda) fracasó. Esta vez, priman dos fuerzas (derecha y centro) partidarias del neoliberalismo. Desde el recambio pactado con la cúpula castrense, que estableció el antidemocrático sistema binominal electoral, la Concertación y la derecha comenzaron su proceso de consolidación como referentes políticos exclusivos del sistema bipartidista diseñado en dictadura para proteger los intereses de la burguesía chilena y de las transnacionales. Mientras este antidemocrático sistema se mantenga, continuará el monopolio de ambos bloques y la exclusión de las formaciones políticas alternativas al sistema.

La similitud de políticas neoliberales socioeconómicas, concepciones valóricas, acuerdos programáticos y espúreas alianzas dentro de un sistema electoral binominal, han contribuido a la consolidación de tal realidad, que dicta nuevos interrogantes ideológicos y políticos: ¿Podrán aflorar elementos de polarización clasista en este sistema de dos grandes bloques? ¿Qué alternativa tienen los partidos que quedan fuera de estas coaliciones? Revivir la experiencia de la Confederación de la Democracia (conformada por el PDC y la derecha y sectores del PR, entre los cuales se encontraba Ricardo Lagos) y la Unidad Popular, como en 1973, parece improbable al tenor de la cohabitación de los bloques del sistema. Sin embargo, la no solución de los problemas que afectan a millones de chilenos dentro de los parámetro del neoliberalismo y la existencia de concepciones ideológicas revolucionarias y progresistas, enarboladas por revolucionarios y demócratas, la incorporación de nuevos actores sociales y la utilización de múltiples formas de lucha, podrían cuestionar este proceso regresivo y abrir camino a las siempre vigentes necesidades de cambios revolucionarios. En tal sentido, el neoliberalismo no ha fijado las ruedas de la historia. Por lo cual, independientemente de si los resultados de la segunda vuelta favorecen a uno u otro candidato neoliberal, el proceso político inmediato aparece complejo, pero no determinado para siempre.

EL DESAFÍO DE LA SEGUNDA VUELTA

En la segunda vuelta, el gran desafío para Lagos y Lavín es aumentar sus porcentajes. Lavín no va a cambiar temática ni estilo. En cambio, Lagos ha modificado estilo y lenguaje para personalizar la disputa con Lavín en promesas electorales. Por ello, el laguismo ha realizado una rápida y formal autocrítica, seguida de cambios significativos en su comando con la incorporación de Soledad Alvear (ex ministra de Justicia, DC), el desplazamiento de Ominami y de otros personeros, sindicados culpables del fracaso en la primera ronda.

En el marco de una posible apertura de Lagos para lograr el apoyo de los votos de izquierda, Tomás Moulián no descartó conversar con la Concertación, pero que ello ocurriría sólo si el conglomerado oficialista está dispuesto a un cambio programático, especialmente respecto de las políticas laborales. En cambio, Tomás Hirsch, ex candidato del Partido Humanista, sostuvo que su partido no aceptará el "chantaje" de tener que apoyar a uno u otro, por cuanto considera que ambos defienden el mismo modelo socioeconómico. Agregó que Lagos representa a una nueva derecha. Y, afirmó: "Nadie tiene una mayoría garantizada y eso significa que quienes están en el poder tendrán que reflexionar porque hoy día está claro que no cuentan con el apoyo mayoritario. Me parece que lo primero que resalta es que el Gobierno le pavimentó el camino a una derecha reaccionaria disfrazada, para dejarla casi a las puertas del gobierno". Por eso, afirmó: "Aspiramos a un país en que la tortilla se reparta entre todos, pero parece que todavía la gran mayoría está dispuesta a que se siga repartiendo entre dos, y se la coman Ricardo Lagos y Joaquín Lavín". Así, Hirsch fue el segundo de los ex candidatos en definir su posición en la segunda ronda, luego que Sara Larraín anunciara que apoyará a Lagos, pese a no compartir el programa de la Concertación. Hecho que fue criticado duramente por Hirsch ("Resulta patético el espectáculo que están dando algunos ex candidatos a La Moneda corriendo a ofrecer sus votos a Lagos y Lavín, con la esperanza de recibir algún cargo como premio de consuelo"). La votación obtenida por el humanista (36. 316 votos) no es despreciable. Supera la diferencia que separa a Lavín de Lagos. Los adherentes de Sara Larraín, en tanto, podrían aportar más de 31 mil votos a Lagos, si es que responden a su llamado.

ES UN ENGAÑO NACIONAL

Lagos y Lavín no sólo centran sus esfuerzos en conquistar los votos de los candidatos alternativos. También se plantean "reencantar" a los 800 mil votantes que se abstuvieron en la primera ronda. Esta vía permite captar una mayor cantidad de votos que los que pudieran obtener de los candidatos "chicos". Consideran que si bien los 30 mil votos de Arturo Frei, (que declaraba sentirse "feliz" por haber impedido "un gobierno socialista") pasaran a Lavín, este aporte no es significativo para ganar. Tampoco serían decisivos para Lagos "reencantar" los sufragios que captaron los candidatos alternativos. La proporción en que esos votos vayan hacia Lagos dependerá - según Moulián- de si aumenta la sensación de triunfo de Lavín. Por lo cual, Lagos tiene que conquistar los votos de la izquierda mediante nuevas promesas, de acuerdo al análisis de este sector. Para ello, el comando de Gladys Marín hizo sus propuestas, "dependerá de ellos si se acomodan o no", afirmó Moulián. Independiente del apoyo a Lagos, la izquierda quedó "repitiendo" en el curso de "Nueva Alternativa", con casi todas las asignaturas pendientes. Mientras que Lagos puede ganar gracias a las reservas populares de un amplio sentimiento democrático que generó la lucha antidictatorial y que ha esperado. Sentimiento que ha esperado pacientemente un cambio, a pesar de que el proyecto de la Concertación está en vías de acelerado agotamiento, desgastado por sus inconsecuencias. Las dramáticas consecuencias de su fracaso, han estimulado el fortalecimiento de la derecha, lidereada por el neofascismo de la UDI.

Durante los 10 años de gobierno de la Concertación se han negociado con los militares para perfeccionar y consolidar la herencia dictatorial, burlando promesas electorales. Sin dudas que es difícil pedir a la clase política que se comprometa con la verdad, cuando su objetivo es lograr el poder para lucro personal o de grupo. Así, mientras habla de justicia, olvida que condujeron al suicidio colectivo a un pueblo indefenso y, posteriormente, a que empuñara las armas para luego traicionarlos ante la promesa de Pinochet de cederles el disfrute de parte del poder del Estado y permitirles montar su propio aparato represivo ("La Oficina", bautizada por el pueblo como "La DINA de la Concertación). Por lo cual, no es extraño que en estos 10 años fueran asesinados militantes de la "extrema izquierda", y que los sobrevivientes fueran sentenciados por jueces militares a condenas extremas. Es decir, un decenio de sometimiento a la constitución dictatorial y a los dictados del mando castrense. Por eso, ante la interrogante de qué ha pasado, la respuesta directa y escueta: La Concertación mintió. Ella es un engaño nacional. En 10 años no logró establecer el paradero de miles de detenidos desaparecidos ni sancionar a los asesinos y torturadores del período dictatorial. Además, con Lagos o Lavín continuará la existencia de los presos políticos. El decenio de la Concertación culmina con su defensa a Pinochet, un asesino confeso, y la negativa de clemencia a las prisioneras políticas María Cristina San Juan y Marcela Rodríguez, que se encuentran recluidas por sus delicados estados de salud en clínicas penitenciarias. La "realidad" de sus cúpulas políticas es la carpa circense. Desde ella llaman al pueblo, a la izquierda, a que se sumen con sus votos a Lagos, porque éste salvará a Chile de la injusticia. Omiten que han aplicado los mismos procedimientos represivos de la dictadura, mientras instalaban la mesa espúrea de la reconciliación y elaboraban iniciativas legales de "borrón y cuenta nueva", para eternizar la impunidad de los autores de crímenes de lesa humanidad. La Concertación ha sido un fraude y con Lagos nada indica que será diferente. Mientras que Lavín es un fascista de viejo cuño, que no reniega de su pasado y voluntad de promover una consolidación de la herencia dictatorial, que tanto defendiera y protegiera la Concertación durante 10 años. ¿Cuál es el camino a tomar en la supuesta encrucijada de dos caminos que conducen al mismo lugar?

From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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