Tlahui-Politic. No. 8, II/1999
Mistificación y realidad de la elección presidencial
Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 25 de Noviembre, 1999. CHILE: Mistificación y realidad de la elección presidencial. Por Sergio Ramírez.
En Chile se desarrolla la última etapa de la campaña presidencial que
culminará el 12 de diciembre. Comenzó la franja de propaganda en TV como un
anticipo del vendaval publicitario que satura todos los medios de
comunicación. Es difícil anticipar si ella se definirá en primera vuelta o
si será necesaria una segunda (16 de enero), entre Lagos y Lavín. Eso
dependerá de la votación que obtengan los candidatos "alternativos" de la
"Izquierda" (en sentido amplio), Gladys Marín, Tomás Hirsch y Sara Larraín,
especialmente la votación de la candidata del PC.
Los comandos de la Concertación y la derecha tratan de mantener a la
opinión pública atrapada en las redes de sus aparatos propagandísticos,
mientras la realidad se encarga de presentar la evidencia de que las
posiciones de sus abanderados son idénticas ante los graves problemas que
afectan a la mayoría nacional. En efecto, pese a la sobresaturación
publicitaria, los trabajadores han logrado develar los verdaderos
obstáculos para la existencia de una sociedad plenamente democrática,
identificando a sus candidatos como "gemelos" defensores del sistema
causante de las lacras que, en los hechos, tampoco, Lagos ni Lavín
pretenden resolver. Tal proceso se evidencia en sus recientes luchas
reivindicativas. La toma de la sede de la Concertación por los trabajadores
del Teatro Municipal de Santiago es expresión de su maduración colectiva.
Por su propia experiencia comprendieron donde radicaba la no solución a sus
demandas, después de haber sido objeto de amenazas y descalificaciones por
parte de Ravinet, alcalde de Santiago y vocero de la campaña presidencial
de la Concertación en la Región Metropolitana. Mientras que una experiencia
similar han experimentado los comerciantes ambulantes de Valparaíso. Todos
ellos cesantes, sin más recurso que el de salir a la calle para vender
"cualquier cosa" para procurar sortear parcialmente su crítica situación de
miseria, se convirtieron en el "enemigo interno" de la guerra declarada por
el edil porteño, militante de la Concertación, que se enorgullece de su
batalla sin cuartel contra el comercio callejero sin presentar soluciones
al verdadero origen del problema: la alta cesantía y la paralización de la
actividad económica de carácter productivo en la comuna y la región. Como
respuesta a la represión y las fracasadas gestiones ante autoridades y
personeros del oficialismo, decidieron ocupar la sede del comando del
candidato de la Concertación. Señalaban así a los responsables de los
efectos de la crisis provocada por las políticas oficialistas, que han
dilapidado la economía en la región y en nada se compadecen con el slogan
de "Desarrollo con Equidad", proclamado por Lagos. Pero esto no es todo.
Los cerca de 1. 500 trabajadores portuarios que quedarán cesantes producto
de la privatización de los puertos impulsada por la derecha y puesta en
práctica por la Concertación, protagonizaron nuevas manifestaciones,
denunciando la actitud de los empresarios, de conocida filiación
derechista, que se adjudicaron las empresas privatizadas, y la violación de
los compromisos contraídos por el gobierno de garantizar la protección de
los derechos conquistados por los trabajadores del sector. A lo citado se
suman las postergadas demandas levantadas por los médicos en materia de la
supervivencia del sistema de salud pública, la cesantía de los trabajadores
telefónicos y de otras ramas de la economía. Cada uno de estos hechos
confirma la disociación existente entre la oferta electoral de los
candidatos de la derecha y la Concertación y la realidad de los problemas
de los trabajadores. Por lo cual, ninguno de los dos significa una
alternativa real de cambio, por ser voceros del mismo modelo
político-económico causante de tal situación.
EL DINERO ES EL GRAN ELECTOR
Esta será, sin duda, una elección atípica. Los dos candidatos que disputan
la victoria, sostienen en lo fundamental lo mismo: la perduración del
modelo neoliberal, la permanencia del militarismo y la democracia
restringida actual. Sus promesas electorales se refieren a aspectos
formales, que también son importantes, dado la miseria y cesantía de
millones de chilenos, pero que no van a la sustancia. La "igualdad" que
postula Lagos es imposible si se mantiene el modelo que la Concertación ha
defendido y consolidado. Por su parte, Lavín disfraza con apariencias
populistas la esencia de la derecha que organizó el golpe, apoyó a Pinochet
y ahora disfruta de privilegios bajo la Concertación. Se enfrentan, pues,
los representantes de una derecha camaleónica que pretende asumir la
herencia dictatorial y una Concertación trasvestista, que ha traicionado el
compromiso con el cambio, por el cual luchó el pueblo contra la dictadura.
El peso del dinero y la influencia de los poderes fácticos se expresan en
forma abrumadora en el proceso electoral. Lagos y Lavín rivalizan en
recursos de propaganda. A ambos los apoyan los grandes empresarios, cuyos
aportes financieros se mantienen en reserva. Ni siquiera el derecho a un
espacio de cinco minutos diarios en la televisión para todos los
candidatos, significa una auténtica garantía democrática. Las candidaturas
"alternativas" podrán llegar a todo el país, pero no podrán ejercer ese
derecho en plenitud porque el costo de producción televisiva excede con
mucho sus magros presupuestos. Una vez más, pues, la conciencia de los
chilenos será manipulada por la pirotecnia de la propaganda masiva costeada
por cajas millonarias. La democracia real se hará así más inaccesible para
los chilenos.
Manteniendo en secreto el origen de los fondos, los voceros de Lavín, junto
con presentarse como adalides de la probidad y la transparencia en la
actividad pública, confirman que el poder del dinero es capaz de mover
montañas. Hasta el momento, han entregado antecedentes de gastos
electorales que bordean los 30 millones de dólares (unos 16. 200 millones de
pesos), cifra que aumentaría, pues la parte más fuerte de la campaña recién
se inicia. Con esos recursos se desarrolla la estrategia de promover su
imagen como "productor de soluciones", que actúa con un estilo
"despolitizado". Con ese "producto" logran disputar espacio a la campaña de
la Concertación, marcada por la traición y olvido del discurso doctrinario
en aras de la estabilidad del proyecto político-económico heredado de la
dictadura. Así, compitiendo por administrar el modelo, la diferencia entre
unos y otros radicaría teóricamente en la posición asumida por ambos
sectores durante la dictadura. Contradicción que hoy la Concertación se
esmera en hacer desaparecer, para presentarse como cancerbero de una
supuesta estabilidad política y reconciliación.
Conocedores de la rayada "cancha electoral", los estrategas de ambas
candidaturas realizan sus campañas al más típico estilo norteamericano,
ofreciendo un producto que "se vende" en el mercado electoral a través de
un millonario despliegue financiero, inconfesable para un país donde los
principales razgos de su realidad son los contrastes sociales, la cesantía,
los negocios oscuros y la herencia dictatorial. Los dos tercios de los
recursos electorales de Lavín han sido proporcionados por empresarios
nacionales, y el resto, del exterior, destacándose entre los
"inversionistas" extranjeros la Fundación Hanns Seidel (alemana). Además,
cuenta con los recursos de los institutos Libertad (de RN), Libertad y
Desarrollo (controlado por la UDI), la Fundación Jaime Guzmán (del mismo
origen) y la Fundación Futuro (de Sebastián Piñera).
ESTRATEGIA DEL OFICIALISMO
Lagos ha formada su caja electoral con el aporte de los mismos "mecenas" de
los grupos económicos y enpresarios chilenos. Además, su fotografía en
Nueva York con los multimillonarios David Rockefeller y George Soros
significa mucho más que una simple nota de vida social: Es la venta
anticipada de favores por aportes económicos a su campaña. Con tales
recursos financia su estrategia de nuclear el llamado "voto por el no", ese
que derrotó a Pinochet en el plebiscito. Su objetivo es polarizar la
elección y ganarse la adhesión electoral (no ideológica) de la izquierda,
de los sectores que ven en Gladys Marín la auténtica candidata de los
cambios. Así, la Concertación evita asumir su responsabilidad política en
el carácter de la llamada transición, erigida sobre la base de un pacto de
cohabitación con la derecha e, incluso, con el propio dictador. Tal pacto
nunca tuvo el propósito de avanzar hacia un real Estado democrático, sino
que buscó frenar el ímpetu político y social que provenía del pueblo, y que
podía generar un clima propicio para una salida popular, revolucionaria a
la dictadura militar.
La Concertación fue fundada con ese objetivo. Un sistema político estable y
viable para el neoliberalismo sólo podía constituirse, post Pinochet,
dividiendo a la izquierda y a la tradicional polarización de los "tres
tercios" del electorado. Fue una condición previa al pacto y; también, la
base de la continuidad del modelo dictatorial en las áreas de la economía,
de la institucionalidad, del rol del militarismo y del propio Pinochet,
quien por obra y gracia de la Concertación, y no de otro sector político,
llegó al Senado en condición de vitalicio, mientras que en el presente
asume su defensa ante la justicia internacional. La dirección política de
la DC impuso la tesis, negociada con la dictadura y propiciada por EE. UU,
de hacer el recambio de Pinochet por una alianza de centro-izquierda,
cuando en Chile el movimiento popular (político y armado) se enfrentaba a
la dictadura y minaba su poder y estrategia de dominación. En el juego
espúreo de la cohabitación, la Concertación legitimó como actor del sistema
a la derecha, a Pinochet, al militarismo y a los grandes empresarios. No es
una mera frase sostener que el sistema ha sido administrado en esa forma. Y
si Lavín llegara a ganar la elección, el sistema sería administrado por un
gobierno derechista, en cohabitación con la Concertación. Para el sistema,
la alternancia entre ambos es parte del juego de lo viable y posible. Lagos
y Lavín son parte de ese todo. Pero se pone en riesgo tal estabilidad si
crece la izquierda, si se crean escenarios para nuevos bloques políticos.
Si ello ocurriera, el gradualismo, como táctica concertacionista, que se
fundamenta en la frase "... en la medida de lo posible", comenzaría a tocar
fondo, en forma definitiva.
NO A NINGÚN PROYECTO NEOLIBERAL
¿Qué harán los partidos y movimientos alternativos al sistema de dominación
en caso de una segunda vuelta electoral entre Lagos y Lavín? Al respecto
existen pronunciamientos. El candidato humanista, Tomás Hirsch, ha
expresado: "Lagos y Lavín son representantes de un mismo modelo anti
humano. ¿Por qué habría de sentirme chantajeado a tener que optar por uno
de los dos, si además son lo mismo? Yo quiero vivir y dormir tranquilo y
para eso no quiero que utilicen mi nombre para decir: seguimos despidiendo
gente y contamos con el apoyo de Tomás Hirsch o seguimos pisoteando al
pueblo mapuche y contamos con el apoyo de Tomás Hirsch. Por lo tanto, los
humanistas vamos a votar nulo en la segunda vuelta. Y así se lo recomendaré
a quienes voten por mi candidatura".
Gládys Marín, candidata del PC, afirma que en una segunda vuelta su
colectividad no apoyaría a Ricardo Lagos. En efecto, consultada si en una
posible segunda vuelta, "sumaría sus votos con los de Hirsch y Larraín para
conversar con la Concertación", respondió enfáticamente: "Conversar con la
Concertación no. Si fijar una posición común para no votar por los
candidatos del neoliberalismo. Pero no estoy tan segura de que habrá
segunda vuelta. Lo importante es que en diciembre la gente vote libremente,
sin presión del chantaje que hoy se está instalando en esta campaña. En
todas partes me cuentan que andan diciendo a la gente que me apoya, que hay
que votar por Lagos para que no salga Lavín". Además, ante la pregunta por
qué cree que no habrá segunda vuelta, dice: "puede que Lagos gane en una
primera vuelta. Ahora, si hay segunda vuelta yo no voy a entregar mis votos
a ningún proyecto de neoliberalismo". Las razones de su determinación son
directas: "Lavín y Lagos, con ciertos matices, son lo mismo. La prueba más
clara fue el debate, donde más que dos candidatos distintos, parecían dos
fracciones de un mismo partido. En esas condiciones, yo no llamo a votar
por Lagos, a no ser que la Concertación hiciera un viraje que signifique un
compromiso de izquierda, un cambio público y no creo que ese escenario se
dé". Y concluye afirmando, en relación a qué pasará con sus votos: "Hay
muchas formas de mantener la independencia y la fuerza electoral que estoy
ayudando a construir. Una es abstenerte a votar y la otra es anular el voto".
LOS PROBLEMAS DE LA IZQUIERDA
En la actual coyuntura política se aprecia la aplicación por la izquierda
de una política de acumulación de fuerzas, como medio de materializar un
movimiento alternativo de cambios, y donde las luchas sociales y
reivindicativas se proyectan en tal perspectiva. Esta política enfrenta
grandes problemas. En primer lugar, el actual sistema está diseñado para
cerrar el paso a expresiones alternativas en el terreno electoral, negando
garantías básicas para la expresión de la soberanía popular. Además, la
experiencia señala las dificultades para generar una fuerza político-social
que logre los cambios profundos que la sociedad requiere, desde dentro de
la legalidad dominante. Al respecto, la experiencia de la Unidad Popular es
significativa. Proceso que fue la culminación de años de una estrategia de
acumulación electoral, la cual fue aplastada, como consecuencia directa de
falencias ideológicas, expresadas en absolutizaciones respecto de las vías,
formas y carácter de la acumulación de fuerzas, de la caracterización
política de la burguesía y el rol de los aparatos represivos del Estado. El
sistema pretende que el pueblo carezca de su propia fuerza política, busca
confinar al movimiento social a luchas puntuales y electoralistas que no
cuestionen las bases del modelo en su globalidad. Esa cancha es la
Constitución dictatorial aún vigente. Por lo cual, el proceso de
reorganización de una fuerza alternativa es un trabajo arduo a enfrentar en
cada expresión de la lucha de clases. Las dificultades para la izquierda
son enormes, sus posibilidades de avanzar dependen de lo que sea capaz de
hacer en el plano de la conciencia social y la organización.
El pueblo
necesita una expresión alternativa que sea capaz de conmover a los sectores
cada vez más amplios que se marginan de los procesos de lucha. La campaña
electoral debería servir no sólo para "marcar presencia" partidista sino,
fundamentalmente, para fortalecer la conciencia de la necesidad de una
nueva Constitución que termine con los amarres dictatoriales, ponga fin a
la impunidad de asesinos y torturadores del período dictatorial, al sistema
binominal y al militarismo institucionalizado. La lucha de hoy debería
servir para preparar las transformaciones democráticas que el país
requiere, lo cual incluye el reemplazo del modelo neoliberal por uno que
ponga la economía al servicio del hombre y no de las trasnacionales y sus
socios locales, como ocurre actualmente. Si esa visión estratégica
predomina en la izquierda, esta campaña electoral dejará un saldo favorable
y esperanzador para los anhelos de democracia y justicia social.
From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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