Tlahui-Politic. No. 8, II/1999
Las campanas no doblan por los asesinos
Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 6 de Octubre, 1999. CHILE: Las campanas no doblan por los asesinos. Por Sergio Ramírez.
No hubo duelo oficial para el general (R) Gustavo Leigh, porque nunca fue
Vicepresidente de la República. Tampoco sonaron las campanas porque estas
no repican por los asesinos. El ex comandante en jefe de la Fuerza Aérea de
Chile y miembro de la Junta Militar no logró sobreponerse de su cuarta
crisis pulmonar desde 1996. Falleció, debido a un paro cardiocirculatorio
con arritmia cardiaca. Entre él y demás asesinos uniformados no hay
diferencias, a pesar de la campaña publicitaria de la reacción por
ensalzarlo.
Con sorpresa reaccionó la esposa del ex dictador Augusto Pinochet, Lucía
Hiriart, al enterarse del fallecimiento de Leigh. En conferencia de prensa,
con el clásico cinismo familiar, declaró: "Nosotros fuimos muy amigos de
él. Con el tiempo nos distanciamos y a mí me duele profundamente esto que
usted me dice, sobre todo por Gabriela,su esposa". Al mismo tiempo, los
principales cómplices de las violaciones de los DD. HH. cantaban loas a uno
de los principales responsables. Sergio Fernández, senador UDI y ex
ministro del Interior de Pinochet, afirmaba: "Su fallecimiento nos hace
recordar muy especialmente su decisivo aporte a la liberación de Chile del
peligro totalitario, su patriótica contribución a la obra del gobierno
militar y su brillante carrera militar. Es una gran figura histórica que no
será olvidada". Y sobre las discrepancias sobre poder que mantuvo con
Augusto Pinochet,explicó que "en nada disminuyen la importancia de su
obra". Las mentiras se expandían como reguero de pólvora encendida. Ricardo
Lagos, candidato de la Concertación, visiblemente emocionado, expresaba:
"La partida de cualquier persona es lamentable y la historia juzgará el rol
que él tuvo en la historia de Chile". Pensamiento que completaba Andrés
Zaldívar (DC): "Tuvo una actitud valiosa en un momento dado y eso hay que
reconocérselo". La fascista organización "Patria y Libertad", sintetizaba
los juicios anteriores al calificar a Leigh como "un hombre leal a los
verdaderos y genuinos principios que inspiraron a la Junta Militar y un
destacado hombre de armas". En cambio, su rol durante la dictadura es
recordado por el pueblo por sus frases anti marxistas, los crímenes que
ordenara cometer y la soterrada pugna por el poder con Augusto Pinochet.
Así lo señala la verdad histórica, que la inconsecuencia y complicidad de
las declaraciones citadas no pueden ocultar. Recapitulo facetas de esa
historia.
De su época de "hombre duro" brota la imagen de su comparecencia el TV, al
anochecer del 11 de septiembre de 1973. "El cáncer marxista debe ser
extirpado hasta las últimas consecuencias", fueron sus amenazadoras
palabras, que señalaron el inicio del genocidio contra un pueblo indefenso.
Su odio a la democracia y al pueblo lo condensaba en su visceral
antimarxismo. Así, el más "duro" miembro de la Junta iniciaba su carrera
por el poder dictatorial total, que con el paso del tiempo lo convertiría
en competidor del también ambicioso Augusto Pinochet.
HISTORIA DE AMBICIONES Y TRAICIONES
La vida de Leigh está enmarcada por la ambición y la traición. Había sido
nombrado jefe de la FACH por el Presidente Allende el 18 de agosto de 1973.
Su carrera profesional había sido meteórica, después de titularse en la
Escuela de Aviación, en 1940. Agregado Aeronáutico en Washington, Director
de la Escuela de Aviación y Jefe del Estado Mayor. Al ser nombrado
comandante en jefe aceleró los planes para el golpe militar de 1973.
Al contrario de lo que suele creerse, las diferencias entre el comandante
en jefe de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh, y el general Augusto Pinochet,
surgieron incluso antes del golpe militar. Se expresaron inicialmente el 9
de septiembre (2 días antes del golpe militar). En esa fecha, ambos se
enfrascaron en una discusión sobre quién debía conducir a la Junta que
asumiría el poder luego de derrocar a Allende. La antigüedad le otorgaba al
general del aire la prioridad para asumir el liderazgo (Leigh había sido
nombrado por Allende tres días antes que Pinochet). Sin embargo, y para
evitar que la discusión atentara contra los planes golpistas, terminó por
imponerse el criterio de la antigüedad de las instituciones castrenses: se
estableció la hegemonía del Ejército y su entonces comandante en jefe,
Augusto Pinochet, asumiría tal rol. Acuerdo que no sepultó las ambiciones
de poder de Leigh. En la Junta se produciría una violenta y soterrada pugna
por el poder entre ambos. Estas diferencias no impidieron que el 11 de
septiembre, entre las distintas ramas, existiera una coordinación. El
general Leigh, parapetado en la Academia de Guerra, tuvo la responsabilidad
de organizar el ataque de los Hawker Hunter que lanzaron sus cohetes sobre
La Moneda, y preparar un DC-6 especial para que el Presidente Allende, si
así lo decidía, abandonara el país junto a su familia. No contaba con la
determinación heroica de Allende de defender con su vida la democracia
conquistada por el pueblo.
Uno de los ocho pilotos de los aviones Hawker Hunter que participaron en el
ataque a La Moneda, fue el capitán de bandada Gustavo Leigh Yates, hijo
mayor del entonces comandante en jefe de FACH. En efecto, su "hijo
regalón", en su calidad de piloto de combate, integró el Grupo de Aviación
número 7 de la institución, cuyo jefe era el comandante de Grupo Mario
López Tobar. El grupo de combate despegó desde Concepción rumbo a Santiago.
Además de atacar La Moneda, volaron las antenas de transmisión de algunas
radioemisoras y atacaron la casa que el Presidente Salvador Allende tenía
en Tomás Moro. La órdenes habían sido impartidas por Gustavo Leigh Guzmán
("Yo soy el responsable de bombardear La Moneda, yo dí la orden").
Leigh Yates posteriormente abandonó la FACH. En la actualidad está dedicado
a actividades empresariales. Ha mantenido un bajo perfil público, evitando
entrevistas y fotografías,. por temor al rechazo público de su acción
criminal. Pero, en los funerales de su padre dijo que éste sería recordado
por la historia porque había salvado a Chile de la dictadura del
proletariado. De tal palo tal astilla, ante la evidencia que las campanas
no doblan por los asesinos.
NO HAY DIFERENCIAS CON EL CHACAL
La convicción de que el ex miembro de la Junta Militar, general (R) Gustavo
Leigh Guzmán era el más duro de todos los gestores del golpe militar, quedó
manifiesta desde el primer día del golpe militar. Mientras se realizaban
las operaciones para la toma de La Moneda, Leigh ordenó la emisión de la
primera proclama fascista. Después del golpe, Leigh creó tribunales de
guerra para juzgar a oficiales de la FACH. y organizó el Comando Conjunto,
que encabezó las tareas de inteligencia, represión, torturas, asesinatos y
desapariciones de opositores a la recién instaurada dictadura. Justificará
tal acción con sus "reiterados roces" con la DINA,que dirigía Manuel
Contreras. Puso a cargo del nuevo aparato represivo a uno de sus hombres de
confianza, el coronel (R) Edgar Ceballos Jones (actualmente procesado por
la desaparición y ejecución de militantes del PC, en 1974), quien le
informaba diariamente de todas las operaciones represivas y ambos
determinaban las nuevas acciones, proceso similar al que acostumbraba
Pinochet con Contreras. Este grupo efectuó labores de represión, asesinatos
y torturas en contra del MIR, PC y PS. Los detenidos eran conducidos, en su
mayoría, a la Academia de Guerra de la FACH.
Otra de las muestras de similitud de Leigh con su "rival" Pinochet, se
produjo el 25 de febrero de 1974, con su orden de iniciar consejos de
Guerra que condenaron a ocho oficiales de su institución a penas de muerte
que luego no se materializaron. Los condenados fueron acusados por el
delito de sedición. Entre ellos se incluyó al ex senador Erich Schnake
(PS), actual "renovado" militante del PPD, que hoy acepta y propicia no sólo
la impunidad total de los asesinos uniformados, sino que también aplaude
las espúreas iniciativas del gobierno para que Pinochet no sea extraditado
y juzgado en España. Otro de estos juicio afectó al padre del senador
socialista Carlos Ominami (entonces militante del MIR), quien era
comandante del regimiento de la FACH en Colina. El coronel Ominami fue
destituido por traición. A pesar de tal infamia, su hijo, figura clave en
el comando de Ricardo Lagos, está al mismo nivel de incondicionalidad a las
órdenes del Mando Militar que la cúpula de su partido, cancilleres (Insulza
y Valdés) y de su candidato presidencial.
La pugna Leigh-Pinochet por el poder se agudiza. El 17 de junio de 1974,
Pinochet presentó a Leigh, Merino y Mendoza el decreto ley 527 que
establecía que ellos ejercerían el Poder Legislativo, y Pinochet, como
cabeza de la Junta, el Ejecutivo, lo que produjo molestia en el comandante
de la FACH. Paralelamente, cada uno de los miembros de la Junta había
recibido ministerios distintos a su cargo. A la FACH se le asignó Salud,
Trabajo, Agricultura y Obras Públicas, quedando los ministerios más
importantes para las otras ramas castrenses.
En diciembre de ese mismo año, Leigh fue citado por Pinochet a una reunión
junto con los demás miembros de la Junta. Allí le esperaba un decreto ley
que nombraba a Pinochet como Presidente de la República y que ya estaba
firmado por los otros. "Sólo faltas tú", le dijeron. Leigh intentó negarse.
La discusión se tornó álgida. "¡Eres un ambicioso!", le gritó Pinochet.
"Tienes ambición de poder, ¡eso es lo que pasa, eres un obcecado, un
egocéntrico, un... un... político!", al tiempo que daba un golpe en la mesa
y rompía el vidrio. Leigh firmó.
El ocaso de Leigh lo marca un hecho concreto: Pinochet ordenó que el
Ministerio de Defensa y el edificio Diego Portales fueran custodiados sólo
por tropas del Ejército, en tenida de combate. Era el final de Leigh como
miembro de la Junta de Gobierno. Culminaba así una pugna entre dos
ambiciosos. La gota que rebalsó el vaso fue una entrevista que el comandante
de la FACH concediera al periódico "Corriere della Sera". Allí declaró que,
de comprobarse la acusación norteamericana de que los organismos chilenos
eran responsables de la muerte de Orlando Letelier, él estudiaría su
permanencia en la Junta. Además, afirmó que el gobierno militar debía
entregar el poder en un plazo de cinco años. Al fracasar en sus
aspiraciones enfermizas de poder, se disfrazaba de demócrata para anular
las de Pinochet. Sus palabras estaban en contradicción con las ambiciones
de Pinochet, que había declarado que no era necesario realizar elecciones
hasta diez años más, por lo menos. Después de negarse a rectificar tales
declaraciones, Leigh fue citado a la Comandancia en Jefe del Ejército. Allí
lo esperaban Pinochet, Merino y Mendoza. Encima del escritorio había una
renuncia que debía firmar. "Yo no renunciaré", dijo Leigh. "Entonces,
tomaremos otro camino", sentenció Pinochet. A las pocas horas, fue cursado
un decreto ley que destituía al Comandante en Jefe de la FACH. El quiebre
definitivo entre ambos responsables de crímenes de lesa humanidad se
produjo el 24 de julio de 1978. En su reemplazo fue designado Fernando
Matthei, décima antigüedad, que había comprometido su renuncia en repudio
por la destitución de Leigh.
El 21 de marzo de 1990, Leigh volvió al centro noticioso al sufrir un
atentado, que se adjudicó el FPMR. Dos "rodriguistas" le disparararon 5
tiros, uno de los cuales fue a dar a su rostro, hiriéndole el ojo derecho
-el cual perdió-, el pómulo y la nariz. De ahí en adelante comenzaron a
agudizarse sus problemas de salud física. A mediados de 1996 estuvo
inconsciente tres meses, conectado a un respirador. Poco tiempo después de
recuperarse, participó en un acto oficial de la FACH. Entonces dijo una de
sus últimas frases públicas: "Es como haber nacido de nuevo. Cuando
desperté después de tres meses, me di cuenta que habían fallecido Merino y
Mendoza, y que yo me había salvado". Era la realidad de hace 3 años. Ahora
sólo falta que el Chacal del Mapocho tome la senda sin retorno. Si así se
comunicara desde Londres o Madrid, se comprobaría, una vez más, que las
campanas no doblan por los asesinos.
PINOCHET MANDABA EN LA DINA
El 18 de febrero de 1986 en el Tercer Juzgado del Crimen de Santiago, Leigh
inició la única declaración judicial ante el juez Carlos Cerda, por la
detención y desaparición de 10 militantes comunistas en 1976. El
interrogatorio duró dos días. En cada una de sus afirmaciones es posible
apreciar también intentos de justificación de su responsabilidad criminal.
En efecto, instado para que exprese la razón de no haber dispuesto una
investigación al interior de la FACH respecto de la suerte de quienes
habían sido secuestrados por agentes de esa institución, Leigh manifestó
que no era necesario dar una respuesta global, "lo que importaba era
efectuar una investigación masiva y no tan sólo limitada a un instituto
armado. Ello, debido a que no me parecía oportuno, a principios de 1978,
provocar una distancia o rompimiento entre la FACH y los demás institutos
armados pues, por una parte, estaba concentrado en la modificación del
estatuto jurídico del Gobierno pretendido por Pinochet, que era
importantísimo para evitar que éste asumiera el poder total, lo que ya
importaba una cierta tensión entre el Ejército y la FACH". Justificando la
protección que brinda a los criminales de su aparato represivo, agrega:
"Por tales motivos no me pareció oportuno ordenar una investigación sobre
los desaparecidos imputados a mi institución. Habría significado echarle
más leña al fuego. Si yo hubiera sabido -vine a imponerme después- que
Pinochet buscaba por todos los medios mi destitución, habría iniciado de
inmediato la investigación correspondiente pero, por las razones recién
anotadas, preferí esperarme". Es decir, si hubiera continuado como jefe
castrense y miembro de la Junta, no sólo hubiera ocultado tales actos, sino
que también hubiera continuado la política de exterminio de opositores a la
dictadura.. Con tales afirmaciones ocultó los crímenes denunciados por la
Vicaría de la Solidaridad de 600 personas a las que se daba por
desaparecidas, nómina que incluía la fecha y el lugar de la detención, un
recinto del Regimiento de Colina, "aparentemente construído con tales
fines", según se establece en el proceso.
Leigh, ante consulta del juez Cerda de quién era el jefe institucional de
la DINA, contestó: la Honorable Junta de Gobierno, según la ley, pero que
"en la práctica lo era el general Pinochet". Y, agregó que "Pinochet no
permitía a nadie de su nivel ejecutivo que tomara contacto con los miembros
de la Junta; el jefe de la DINA pasaba a buscarlo antes del desayuno para
desayunar juntos en la casa de Pinochet, lo que hacía que éste estuviera
informado al segundo respecto del quehacer de la DINA, lo que se sumaba al
hecho de existir un circuito cerrado de televisión entre la oficina de
Pinochet y la del general Contreras, jefe de la DINA, aparte de teléfonos y
radios que los comunicaban directamente".
La dictadura aprobó una Ley de Amnistía con la firma de todos los
integrantes de la Junta. El juez Carlos Cerda no reconoció tal engendro
jurídico y sometió a proceso a más de 40 altos oficiales de la FACH, entre
ellos al propio Leigh. La Corte Suprema le obligó a desistir de su
resolución. Hasta su muerte Leigh gozó de impunidad. Pero, las campanas no
doblaron por el asesino.
From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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