Tlahui-Politic. No. 8, II/1999
El objetivo electoral: Consolidar el Bipartidismo
Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 1 de Noviembre, 1999. El objetivo electoral: Consolidar el Bipartidismo. Por Sergio Ramírez.
Establecido por la dictadura y aceptado por las cúpulas políticas de la
Concertación, el sistema electoral antidemocrático, que consagra el
bipartidismo, se ha revelado con fuerza en el nuevo diseño que el bloque
oficialista ha confeccionado para lograr alcanzar una nueva etapa en la
llamada "democracia de los consensos", con la derecha y el militarismo.
Establecido el sistema binominal como carta de ajuste electoral para
mantener la hegemonía de los dos bloques en el poder, el bipartidismo se
plantea ahora un nuevo diseño de las representaciones políticas en Chile y
en la repartición de cuotas de poder del sistema imperante, para
básicamente detener a un movimiento alternativo en desarrollo.
La actual fase política de Chile tiene interpretaciones diferentes, una
lectura oficial, y otra emergente. Esta última señala el desarrollo de una
tendencia que involucra a un movimiento social creciente, que se plantea
programáticamente y trata de convertirse en una alternativa política de
cambios radicales. Al mismo tiempo, se presenta un centro político
debilitado, con trizaduras objetivas, al límite de su desarrollo electoral,
y puesto a prueba en su capacidad de seguir siendo, en los márgenes de una
legalidad básicamente dictatorial, eje de la estabilidad política del
modelo. Y, una derecha que busca relacionarse más estrechamente con el
militarismo en objetivos estratégicos, ya no tanto en función de
administrar la común herencia, sino en la perspectiva de convertirse en
actor directo del ejercicio del poder.
Desde el reemplazo negociado de Pinochet, la Concertación ha usado el
modelo de la "democracia de los consensos" como instrumento de su gestión
gubernativa. Mediante este formato político-institucional ha ha logrado
hacer converger en el mismo escenario al centro, la derecha y el
militarismo. Otorgando a ese paraguas el nombre de "consenso nacional".
Desdibujando contradicciones sociales y políticas, la "democracia de los
consensos" ha operado con relativo éxito en base a los marcos dejados por
la dictadura castrense. Ahora, el desafío para las fuerzas del status quo
es consolidar la antidemocrática representación política, impuesta por un
sistema electoral que consagra el bipartidismo. Esto en función, no sólo de
impedir el desarrollo y surgimiento de tendencias emergentes, sino también
para lograr la continuidad de los llamados "acuerdos básicos", cuestionados
por efecto de la detención de Pinochet en Londres. En medio de la disputa
electoral, se busca consolidar un escenario bipolar, bipartidista. Más que
equilibrios de representación, lo que se pretende es cerrar espacios
político-sociales a las fuerzas antisistema en desarrollo.
El debate electoral la Concertación y la derecha tiene sólo expresión
formal. No buscan el desperfilamiento del otro. Son candidatos que se
necesitan el uno al otro, que no podrían ser gobierno sin el acuerdo del
otro bloque, ubicado en programada posición de disidencia aceptable. La
Concertación tiene ahora mayor interés en imponer este escenario, porque
así restringe la crítica y aprovechamiento que la derecha hace de los
"errores" del centrismo. Y, a la vez, lograr aplastar a una izquierda que
bien puede convertirse en el factor de denuncia de su agotada demagogia
política. Si esta acción de marginalización se lleva al terreno de los
medios de comunicación social, se podría establecer el precedente de
elecciones sin confrontación pluralista. Así está ocurriendo. La
realización de debates televisivos exclusivamente entre Lagos y Lavín, es
otro sello antidemocrático del proceso electoral. Ello, además, revela una
de las aristas de una operación estratégica de dominación, en donde el
bipartidismo busca ser el factor clave de la estabilidad de un sistema
antidemocrático y diques de freno de los procesos emergentes. En esa
dirección apuntan, además, la "mesa de diálogo", la búsqueda de "pactos
entre empresarios y trabajadores", ciertas "alianzas estratégicas",etc.,
que explican claramente las razones por las cuales ni siquiera en la calle
se permite la expresión nítida de la izquierda y de las organizaciones
sociales populares. Por lo cual, éstas deberán intensificar sus luchas y
movilizaciones. De lo contrario, serán marginadas, más aún, de los procesos
de toma de decisiones. Es una alternativa que no pueden eludir. Si así
ocurriera, estarían condenadas a hacer política en un macetero. Los
resultados de la elección en Argentina son una experiencia a tomar en
consideración.
FRACASADA POLÍTICA INTERNACIONAL
Pese a una campaña electoral marginada de los problemas y procesos reales
que sacuden al país, la realidad no puede ser escamoteada por demagógicas
promesas electorales. La detención de Pinochet en Londres tiene un
correlato en Chile en los juicios en contra de altos ex jefes castrenses,
cercanos colaboradores del "genocida vitalicio", que ubican la lucha por
verdad y justicia en un territorio favorable a las demandas de los
familiares de las víctimas y a las expresiones reivindicativas y de cambios
que enarbola el empuje popular. En efecto, tales situaciones dejan en
evidencia hechos fundamentales. Uno, es que la política exterior de Chile,
administrada por la Concertación y bajo control y presión de las cúpulas
castrenses, ha colapsado totalmente. Producto de este fracaso, el gobierno
ha tenido que soportar grandes bochornos. Dar la espalda al derecho
internacional sobre los DD.HH, por defender a un asesino, ha sido una de
las causales de tal colapso.
En la comunidad internacional existe una reacción negativa sobre el
gobierno de la Concertación. El esfuerzo por comprender "las
particularidades de la transición chilena", invocadas por éste, se ha
convertido en una creciente críticas, fundamentada en el nulo respeto que
el estado chileno y sus administradores han demostrado ante el derecho
internacional. Los cancilleres socialistas (Insulza y Valdés) han
fracasados en sus falaces argumentaciones para defender a Pinochet. Se
podrán dar múltiples argumentos, pero es insostenible pretender una mínima
comprensión a la postura de la Concertación, la derecha y el militarismo,
respecto de que se viola la soberanía nacional al enjuiciar a Pinochet en
el extranjero. En este sentido, Gran Bretaña y España han tenido una
postura impecable al mantener la vía jurídico-procesal como base de sus
determinaciones. Sus rechazos a los inconsecuentes requerimientos de los
personeros de gobierno para buscar una salida negociada y no jurídica, han
incidido en un debilitamiento de la inserción internacional de Chile.
Además, ha sido patético que España haya ofrecido a Frei recurrir a un
tribunal internacional, y que el gobierno de la Concertación se vea en la
ridícula postura de relativizar o rechazar tal oferta, que en un momento
propiciaron. Ahora retroceden. Saben que la Corte de La Haya rechazará sus
argumentaciones de protección a un genocida.
El fracaso de la política exterior de la Concertación se origina,
precisamente, al sostener una defensa que identifica al país con un brutal
asesino. Actitud falaz que la historia reciente ubica en debido lugar.
Durante todo el período dictatorial, la resistencia y la oposición
democrática chilena demandaron la solidaridad de pueblos y gobiernos
europeos para terminar con el régimen dictatorial. Solicitud que
respaldaban las denuncias de las atroces violaciones a los DD.HH. cometidas
por el estado terrorista implantado por las FF.AA., encabezado por el
entonces dictador. En Chile existen impedimentos jurídico-constitucionales
que hacen imposible procesar a Pinochet por los crímenes que las mismas
cúpulas de la Concertación denunciaban en ese ayer. Ahora, cuando se
enjuicia al genocida en Europa, las voces que se levantan en contra de ese
proceso y defienden al dictador son las mismas que clamaron en Europa la
más decidida intervención extranjera en los asuntos internos de Chile, para
ayudar a los chilenos a liberarse de esa oprobiosa dictadura.
Inconsecuencia y oportunismo sin límites son conceptos que definen tales
actitudes.
La imagen del canciller chileno (Juan Gabriel Valdés, militante del PS)
defendiendo a Pinochet ante la Asamblea General de Naciones Unidas, quedó
grabada ante el mundo como un nuevo estigma para el gobierno de Frei y la
clase política que lo sustenta. Era en el mismo foro internacional que en
1973 aclamó a Salvador Allende como expresión de soberanía de los países
del Tercer Mundo, y que durante los años de dictadura condenó
permanentemente los crímenes del régimen encabezado por el mismo tirano que
el vocero internacional de la Concertación defendía,
EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA
Con una conducta errática, atrapada en contradicciones, el oficialismo y la
derecha representan la imagen de quien, pese a encontrarse en un callejón
sin salida, no se muestra dispuesto a retroceder y se aferra a fracasadas
maniobras en defensa de Pinochet. Esta es la "lógica" que se pretende
imponer y que da justificación a la "mesa de diálogo"; a los llamados de
los candidatos Lavín y Lagos a apoyar la gestión de impunidad y
encubrimiento de la verdad histórica y, también, a las maniobras por
terminar con los procesos judiciales abiertos en Chile. Todo ello en medio
de sus esfuerzos por consolidar un sistema binominal que asegure una
repartición de cuotas de poder mediante el "consenso". En tal sentido,
Lavín y Lagos tienen fuerzas y poder económico para tratar de imponer un
binominalismo en el cuadro de la campaña electoral. El asunto para las
fuerzas del cambio es cómo romper tal falacia política. Ello sólo será
posible mediante la vinculación y articulación de la lucha por verdad y
justicia con las demandas sociales referidas a la cesantía, a un
presupuesto de mayor equidad, a los agudos problemas respecto de la salud,
la educación y el medio ambiente. Si así ocurriera, los meses que vienen
serían escenarios de intensa movilización y protestas sociales, legítimas y
necesarias, para imponer las aspiraciones populares y develar la indignante
manipulación que se hace desde el ofertismo demagógico de los candidatos
neoliberales.
SE HA INICIADO UN PROCESO DE CAMBIOS
En el proceso electoral se definen asuntos de política económica y social
que determinarán el comportamiento del Estado en los años iniciales del
nuevo siglo. Los cesantes, que son casi dos millones, no sólo no pueden
esperar sino que, en medio de la incertidumbre y la desesperación, miran
con angustia las ofertas populistas, el paternalismo y la demagogia tras la
caza de votos. La miseria es usada como factor de manipulación en la
intención de voto. Como respuesta, los constructores de una alternativa
popular tienen que avanzar en la calle, ganarse los espacios de protesta y
de movilización; conquistar territorios comunicacionales y luchar por el
voto popular y digno. Tal proceso es una herramienta poderosa que, unida a
la acción cotidiana y permanente, incluso desde las tribunas que el período
electoral concede, puede dar frutos, en un plazo no lejano, en la
existencia de una real alternativa popular al sistema vigente.
Las manifestaciones realizadas por organizaciones mapuches (12 octubre)
para enfatizar sus reivindicaciones como pueblo, la reedición de
movilizaciones locales como el "Puertazo", realizada en Valparaíso, la
convocatoria acordada por el último congreso de la CUT a jornadas de
movilización y protesta, para culminar con un paro nacional, las acciones
reivindicativas del Colegio Médico y de los funcionarios públicos, entre
muchas otras, permiten concluir de que en Chile se comienza a configurar
una nueva situación, cualitativamente superior a cualquier expresión
electorera efímera. Proceso en desarrollo que es indisociable de otros dos
aspectos de fondo: que Pinochet ha cumplido su primer año de detención en
Londres; y que sus defensores, tanto del oficialismo como de la derecha,
producto de sus fracasos, están encerrados por sus propias contradicciones
y sin lograr recuperar el terreno perdido. La detención del Chacal del
Mapocho se ha convertido en un lastre para las campañas electorales de los
"La-La", al poner en evidencia sus compromisos de defender a un asesino
confeso.
Los hechos vuelven a confirmar que aun las más exóticas y espectaculares
expresiones publicitarias de los candidatos del sistema, encuentran su
principal obstáculo en que los sectores populares, a los que está dirigida
y pretende manipular, cobren protagonismo y desarrollen su propia
conciencia. Esto es lo que comienza a ocurrir, paulatina y constantemente.
Esto es lo que despierta intranquilidad en la derecha, la Concertación y el
pinochetismo. Sus candidatos y comandos anuncian medidas espectaculares
para solucionar los problemas que ellos mismos han provocado. Pero que
luego deben desestimar de sus promesas, ante la evidencia que no son
"viables" en el marco de la política neoliberal que han impuesto y prometen
mantener. En su desesperación, procuran reanimar grupos de ultraderecha,
otros intentan ganar votos con el chovinismo más reaccionario contra los
inversores españoles, aunque pronto deben recapacitar, al recordar que los
principales financistas de sus cajas electorales son quienes están
relacionados con los inversionistas que operan desde España en la
adquisición y fusión de bancos, empresas energéticas, telecomunicaciones,
sanitarias, etc. Privatizaciones, desnacionalización de la riqueza
nacional, que ellos permitieron, olvidándose de la "soberanía" que ahora
reclaman para impedir que Pinochet sea extraditado y juzgado en España.
En Chile, comienza a modificarse el cuadro diseñado por las pinceladas del
espúreo "consenso". Tales cambios pueden profundizarse Es posible que éstos
sigan presente hasta el momento de la asunción del nuevo gobierno.
Dependerá de la capacidad desarrollada, en el período electoral, por la
izquierda, los sectores democráticos y las organizaciones sociales, que
tales condiciones produzcan un avance en la democratización real del país y
la materialización de justicia frente a la violaciones de los DD.HH. En
este contexto, existen objetivas y condiciones para revitalizar, en
dimensiones masivas, una acción de carácter nacional por verdad y justicia,
absolutamente relacionada con el movimiento general de masas, que hoy se
abre camino en medio de la aguda crisis económica y social en curso, en pos
de sus reivindicaciones sectoriales y por cambios profundos en el sistema
de dominación.
From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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