Tlahui-Politic. No. 8, II/1999
Argentina: Elecciones para que todo siga igual
Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Argentina, a 25 de Octubre, 1999. Argentina: Elecciones para que todo siga igual, por Sergio Ramírez.
Faltan 24 horas para conocerse los resultados de la elección presidencial
Argentina. Dado que estimo que ellos no tendrán mayores incidencias en un
cambio significativo de la actual situación Argentina, no esperé el lapso
de tiempo indicado. Cualquiera de los candidatos con mayores posibilidades
(Duhalde o De la Rua) que resulte electo, seguirá por la misma senda
trazada por los grupos económicos (nativos y extranjeros) y por las
agencias internacionales (BM, FMI.) controladas por EE.UU. Mas de lo mismo
y posiblemente peor será el marco del quehacer de quien reemplace al
fracasado y corrupto Menem. Mientras que la izquierda tiene pendiente la
asignatura de la unidad para construir una alternativa al sistema
dominante.
El resultado de la elección presidencial no tendrá mayores consecuencias
para el sistema de dominación imperante en Argentina. Tampoco significará
cambios reales en las políticas neoliberales que ha aplicado la
administración de Carlos Menen. Los posibles cambios, si se producen en el
futuro inmediato, estarán en el marco de una política gatopardista de hacer
cambios para que nada cambie.en las esferas políticas, económicas, sociales
y culturales. Todo será, fundamentalmente, más de lo mismo y, quizás, peor.
Las repetidas caídas de la Bolsa Argentina, que han creado situaciones de
alarma en los mercados de la región, volverán a producirse, provocando
durante un período indefinido lo que podría calificarse como una tensa
calma, a la espera del rumbo que tomarán la economía y la política en ese
país después de la elección presidencial.
Argentina entró en recesión a comienzos de este año a resultas, dicen los
economistas del sistema, "del deterioro de sus términos de intercambio, la
devaluación en Brasil y un alza muy fuerte de las tasas de interés". Por lo
cual, agregan los voceros, que en esto, su situación se parece a la de
Chile, pero agravada por una deuda externa mayor, atraso cambiario, déficit
fiscal y desempleo aún más alto. Durante el primer trimestre el producto
descendió 3%; muy fuerte fue la caída de la inversión y las importaciones
(casi 12%). En mayo, la producción industrial disminuyó 13%; provocando,
por ejemplo, que la producción de autos se redujera cerca de 44%. En los
cinco primeros meses de este año, las importaciones cayeron en un 26%.
Es difícil anticipar cómo manejará Argentina esta situación hasta comienzos
del próximo año, y después con un nuevo gobierno. Pero, es evidente que se
continuarán aplicando las mismas recetas neoliberales que han provocado
esta situación de crisis, que el gobierno descargara sin piedad en las
espaldas de los trabajadores, y que no logrará paliar los 17 mil 500
millones de dólares de recursos externos que necesita, según expresara la
administración justicialista, para financiar las operaciones de este año,
acrecentándose así las expectativas de devaluación. Sin embargo, haber
conseguido los recursos externos citados no significa que se ha resuelto el
problema de la elevada deuda externa y su servicio. Ya la relación entre
intereses y exportaciones es muy alta, y será mayor con la subida de
intereses en el mercado internacional. A menos que haya un milagro
económico, que los términos de intercambio mejoren, o que las exportaciones
en volumen suban fuertemente, se puede esperar de que se modifique la
paridad cambiaria dentro del próximo año. Actualmente, se paga por los
depósitos en pesos una tasa de interés bastante mayor que por los depósitos
en dólares. Ambas tasas eran muy parecidas anteriormente. Por lo
consiguiente, la devaluación monetaria, que los trabajadores no desean por
sus elevados costos económicos y sociales, va a ser impuesta por la
realidad de crisis económica y por los intereses de los grupos económicos
argentinos y trasnacionales, dado que el país no puede hacer frente a sus
elevados compromisos con la banca acreedora. La prolongación de la
recesión, con la acentuación de las consecuencias brutales sobre el pueblo,
puede ser una opción, pero también tiene costos políticos importantes.
IGUAL QUE EN TODO LATINOAMÉRICA
Antes, durante y después de los recientes comicios electorales, los
argentinos tienen casi las mismas preocupaciones de todos los pueblos
latinoamericano: el creciente desempleo -que alcanzaría un 18%-, la
inseguridad ciudadana, la pobreza y la corrupción, por sólo citar los que
más habitualmente se registran en los medios informativos, aunque muchas
veces con antecedentes adulterados, con mensajes ideológicos de las clases
en el poder o sin explicaciones de sus causas reales La cifras de la última
encuesta Gallup efectuada en Argentina con respecto a los temas que más
preocupaban a sus habitantes antes de la elecciones presidenciales, dan la
impresión que tal estudio de opinión se hubiera realizado en cualquier país
de la región Desocupación, seguridad ciudadana, corrupción y pobreza
concentraban el 71% de la atención de los argentinos.
En tal dramático cuadro, el descontento social ocupaba el primer lugar. El
54% de la gente había mencionado como sus principales inquietudes la
cesantía y la pobreza. ¿La razón?. Está en la realidad cotidiana. Sólo en
la provincia de Buenos Aires -que concentra el 38% de la población - más de
7 millones de habitantes viven en "hogares vulnerables". Es decir, carecen
de los recursos mínimos por grupo familiar. Pero el problema clave no es,
exclusivamente, la cantidad de pobres, sino el empobrecimiento acelerado.
Más del 70% de estos 7 millones eran hace algunos años miembros de la capa
media, y el 30% restante vivía en condiciones de miseria. Si se proyectan
los datos a nivel nacional al presente, más de 10 millones de personas se
encuentran por debajo de la línea de pobreza.
Paralelamente, el 14,8 por ciento del desempleo que tiene ahora Argentina,
según fuentes oficiales (especialistas en escamotear la verdad) -que, según
algunas fuentes serias y responsables, en realidad supera el 18%-, ha
terminado por representar una fuente permanente, de enorme de descontento
social que, ha pesar de su incidencia electoral, no encontrará por ese
camino la solución de la carencia de fuentes de trabajo. Problema que
alcanza un nivel superior en los jóvenes: se calcula que de los 900 mil
menores de 22 años, que votaron por primera vez para elegir presidente "de
todos los argentinos", un 32% estaba buscando empleo para enfrentar la mala
situación económica familiar. Después de votar, sus problemas continuarán
iguales. En efecto, un estudio de la Consultora Equis, señala que el 37% de
ellos no lo conseguirá y pasará a engrosar la cifra de desempleados.
Los candidatos del sistema abordaron estos problemas en sus campañas
electorales, con diversos mensajes al respecto. Más de la mitad de los
discursos de Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde se han referido al tema
del desempleo y la pobreza. Discursos plagados de oferta al mercado
electoral, que no significaban solución a esos problemas, consecuencia
directa de las políticas neoliberales de Menem y que ambos han prometido
mantener, con ligeros afeites y toques de maquillaje que embellezcan el
verdadero rostro del sistema económico.
Si los datos sobre desocupación y pobreza reflejan estadísticamente
problemas, que en la realidad para los que los sufren adquieren una
dimensión catastrófica para su propia existencia, los derivados de la
delincuencia también representan una dimensión trágica. Según un informe
del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, el 38% de los argentinos teme
ser agredido físicamente, el 26% teme sufrir alguna agresión sexual y el
35% se siente un potencial blanco de robo a mano armada. Además, el 80%
tiene la certeza de que en el presente se producen más crímenes que nunca
antes. Razones para tales temores existen. Se calcula que en Argentina se
produce cada 6 horas una muerte violenta. Además, el 31% de las víctimas
fatales tiene menos de 10 años, el 70% de los delincuentes tiene menos de
20 años y uno de cada cuatro habitantes de de Buenos Aires ha sido víctima
de un asalto en los últimos 14 meses. Dato que se complementa con que el
62% de los robos se produce en la calle. Cifras que pueden llegar a ser aún
más alarmantes en la provincia de Buenos Aires. Sin ir más lejos, en la
ciudad de La Plata -capital de la provincia- una farmacia registra el
récord de haber sido asaltada 12 veces en un solo día.
DRAMÁTICA REALIDAD
Estos hechos son los que, según las encuestas previas, iniciaron
tempranamente la demolición de las aspiraciones presidenciales de Eduardo
Duhalde. Su estrategia, basada en mostrar los logros del gobierno de Menem
en materia de seguridad, tuvo un abrupto término cuando a las cifras
anteriores de pobreza, cesantía y criminalidad, se unió la corrupción de la
policía, involucrada en el estallido de una bomba que destruyó la sede de
la Amia en 1994, el asesinato del fotógrafo José Luis Cabezas y la matanza
de dos rehenes en un asalto a un banco en la localidad de Villa Ramallo.
Resultado: alrededor de 30 policías detenido y la transformación del tema
de la corrupción y criminalidad policía en otro de los asuntos que esperan
al recién electo presidente: el problema de la seguridad ciudadana.
Los problemas de la Argentina real, consecuencias de políticas económica
que se determinan en los organismos internacionales, controlados por el
imperio y sus transnacionales, no encontrarán solución en la nueva
administración que reemplazará a la de Menem. Será, no sólo más de lo
mismo, sino posiblemente peor. La realidad Argentina presentará
,posiblemente, cifras más escalofriantes que las actuales. Esta señalan: un
37% de los menores de 22 años que buscan trabajo, no lo encontrarán. Las
esperanzas de un actual 30% de la masa trabajadora, que carece de todo tipo
de previsión de salud, ni cuenta tampoco con un sistema de jubilación, de
solucionar sus problemas, serán desvanecidas por el continuismo neoliberal.
Mientras que en relación a la criminalidad, se plantea el interrogante de
que a cuánto se elevarán sus actuales niveles, considerando que en
Argentina se produce una muerte violenta cada 6 horas, cada 4 minutos se
registra algún tipo de robo, el 80% de la población está segura que la
criminalidad es hoy más fuerte que nunca antes, uno de cada cuatro
habitantes de Buenos Aires han sido asaltado en los últimos cuatro
meses. Mientras que el desempleo, según cifras realistas, se eleva por
sobre el 18%, afectando a más de 7 millones de trabajadores. Y la
corrupción no se irá con Menem. Ha establecido derechos de ciudadanía y
propiedad de las arcas fiscales. Sólo cambiarán algunos profitadores del
aparato estatal.
ASIGNATURA PENDIENTE DE LA IZQUIERDA
El pueblo argentino, al margen del acto electoral reciente, no ha
permanecido pasivo. En diversas provincias se han desplegados sus luchas,
como respuestas populares a los efectos de la crisis. A pesar que desde las
cúpulas del poder se desata una permanente y sistemática represión y se
considera "inviables" las aspiraciones populares de provincias enteras,
queda absolutamente claro para los trabajadores y sectores modestos de la
población, que lo únicamente inviable, son los mecanismo neoliberales de
concentración de la riqueza y el ejercicio de un poder que las conduce a la
bancarrota del país, a la miseria y exclusión social de millones de
argentinos.
Los desequilibrios económicos y sociales no son sólo expresión en
provincias. Han llegado a los grandes centros poblacionales (Capital
Federal y el Gran Buenos Aires), aumentando en ellos los agudos problemas
de desempleo, bajos salarios, falta de salud, educación, vivienda y otras
lacras, que se vienen arrastrando desde hace décadas o agravándose día a
día.
Sin embargo, las dificultades del sistema, las consecuencias de la crisis
económica y las movilizaciones populares no se reflejan aún en el
surgimiento de un proyecto alternativo, lo que permite a las fuerzas
dominantes y reguladoras del consenso social -entre ellas los partidos
mayoritarios del sistema- conservar las capacidades de captación del apoyo,
pasivo, pero masivo, de la mayoría de la población en las expresiones
electorales.
La construcción de una fuerza política antagónica al modelo económico
neoliberal y al sistema de dominación, es el desafío más imperioso del
movimiento popular argentino. Sólo así será posible que las voces de
rebeldía y las luchas de las organizaciones sociales tengan un referente
político de cambios, que les permita incorporarse en forma real a la
disputa por el poder. Esta asignatura pendiente, esta falencia se ha
demostrado fehacientemente en la recientes elecciones. Los frentes y
partidos de izquierda las han enfrentado divididos, a pesar de ser una
irracionalidad política contra la cual se manifiesta, una vez más, el
pensamiento de sus propias bases por una acción conjunta en todos los
planos comunes de lucha. Pensamiento que se opone al sectario, viejo y
fracasado sueño, ante las actuales necesidades y problemas que afectan a
millones de cuidadanos, de "crecer solos" para después confluir desde
posiciones hegemonistas. Además, el proceso unitario debe sobrepasar otros
elementos secundarios de dispersión, como, por ejemplo, el debate sobre el
movimiento sindical y la organización de clase que debe aglutinar a los
trabajadores. Todas las diferencias formales y de fondo pueden ser
confrontas y resueltas dentro del organismo político unitario. Esto
perfectamente puede realizarse, superando las actuales divisiones estériles
que permiten la existencia de grupos que hacen política en un macetero y
que, en última instancia, favorecen a la fuerzas dominantes con una
irracional división política, expresada también en el plano electoral. Esta
realidad tangible debe ser capaz de oponerse a la nuevas concepciones de
elementos "renovados" que sostienen que no se puede iniciar y fortalecer un
proceso unitario mientras no se den los cambios cualitativos soñados, como
los desprendimientos masivos de sectores del peronismo y su confluencia con
la izquierda, conjuntamente con organismos sociales. La prédica de la
pasividad hasta que no se den todas las condiciones para vertebrar un
proceso unitario, contradice todo discurso por los cambios. Una consecuente
actitud revolucionaria no se puede remitir, exclusivamente, a constatar los
fenómenos sociales y desnudar las lacras del sistema de dominación, sino,
preferentemente, en luchar por su transformación. La lucha revolucionaria
no tiene como único componente la unidad de los sectores políticos y
sociales partidarios de las transformaciones radicales, pero ella es un
elemento imprescindible para comenzar una tarea fecunda en la gestación de
un nuevo proyecto de los trabajadores y el pueblo. Esa unidad, junto a
otros factores, será la que brindará fuerza y capacidad mayor para convocar
a nuevos sectores y contingentes y para promover nuevos procesos en las
organizaciones y militantes que tienen otros referentes políticos que no
interpretan las aspiraciones del pueblo.
La unidad consecuente y de principios debe estar en la orden del día de la
izquierda Argentina para crear una fuerza alternativa. La pasividad ante
los procesos sociales y la dispersión que se trata de imponer de supuestas
posiciones renovadas, son obstáculos liquidacionistas a la concreción de
las proyecciones teóricas de los revolucionarios argentinos. El camino
correcto es hacer más esfuerzos por la unidad popular, siguiendo los
ejemplos de Santa Fe, Córdoba y otras provincias donde, mediante la lucha,
el encuentro y la confluencia se han hecho realidad. Particularmente en
Córdoba, la unidad de Izquierda Unida y el Frente de la Resistencia resultó
imprescindible para lograr el hecho político: la incorporación de un fuerte
contingente social a la tarea de la construcción de una fuerza alternativa:
Unidad Popular. Proceso que no adquiere todavía, en otros lugares y en el
orden nacional, los mismos niveles de concreción que en la provincia
indicada, pero una unificación responsable de los diversos afluentes de
izquierda y populares está en desarrollo. Los resultados electorales de las
presidenciales, de diputados y gobernadores, la determinación del equipo de
recambio en La Casa Rosada, no debe paralizar el quehacer unitario de la
izquierda para una lucha más eficaz contra el modelo económico y la
impunidad de los violadores de los DD.HH. en dictadura.
From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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