Tlahui-Politic. No. 8, II/1999
Proceso a los Genocidas Militares Argentinos
Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Argentina, a 25 de Noviembre, 1999. ARGENTINA: Proceso a los Genocidas Militares Argentinos. Por Sergio Ramírez.
La orden internacional de detención dictada por el juez español Baltasar
Garzón contra 98 militares argentinos procesados por delitos contra la
humanidad, ha remecido a la opinión pública por su trascendencia. Además,
expidió órdenes de búsqueda y captura con el fin de que puedan ser
extraditados. Aunque los acusados no fueran extraditados, deberán
permanecer dentro de las fronteras de su país, ya que podrían ser
detenidos, como Pinochet, en cualquier otro país. Mientras que quienes
reclaman verdad y justicia aplaudían el dictamen del juez Garzón, Menem ha
defendido a los que llevaron a la muerte y torturaron a miles de personas.
José María Aznar, presidente de España, se abstuvo de comentar la nueva
iniciativa del magistrado instructor. Pero fuentes oficiales no ocultaron
el malestar que provoca esta acción, porque provoca un deterioro en sus
relaciones diplomáticas con Argentina, que se vieron agravadas tras la
detención del ex dictador Augusto Pinochet en Londres (16 de octubre de
1998) por la defensa que asumió Menem del genocida chileno. Aparte de la
certeza de que se complicarán tales relaciones, el gobierno español
enfrenta el imperativo de tener que mantener una actitud consecuente con la
asumida en el "caso Pinochet" de dar curso en su momento a la solicitud de
extradición que emanó de los tribunales. Sin embargo, el portavoz del
gobierno, Josep Piqué, confirmó la ya consabida posición que asumirá el
Gobierno español, al manifestar que mantendrá su actitud "usual" respecto
del procesamiento de los miembros de la juntas militares argentinas y "como
ha hecho en otros casos", tramitará la solicitud de extradición del casi
centenar de procesados por delitos de genocidio, terrorismo y tortura.
De los 192 encausados en relación a la muerte y desaparecimiento de
ciudadanos españoles, Garzón consideró que son 98 aquellos de los cuales
hay antecedentes suficientes como para seguirles un proceso. El principal
de ellos es el general Jorge Rafael Videla, máximo responsable del Ejército
y las Juntas Militares entre el 24 de marzo de 1976 y el 31 de julio de
1978. Otros altos jefes condenados por el juez español son: el almirante
Eduardo Massera, comandante en jefe de la Armada, y máximo responsable de
la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), centro de tortura, y Leopoldo
Fortunato Galtieri; el ex dictador Reynaldo Bignone (1982-83), muy
vinculado a la Iglesia católica; y el ex jefe de la Armada, Emilio Massera.
También están procesados y en prisión preventiva en Argentina el ex jefe
del Ejército Cristino Nicolaides, los almirantes Rubén Franco y Antonio
Vañek, el capitán Jorge "Tigre" Acosta y el prefecto Héctor Febres.
Garzón ha explicado en el dictamen que ordena procesar a los acusados, que
en 1975, siendo los jefes militares prepararon un plan para derrocar a la
Presidenta constitucional María Estela Martínez de Perón, el cual fue
perpetrado el 24 de marzo del año siguiente. Dicho plan tenía como
objetivos "la desaparición y eliminación física de grupos de ciudadanos, en
función de su adscripción a determinados sectores, y por motivos
ideológicos, políticos, étnicos y religiosos".
El dictamen del juez Garzón considera que deben ser condenados por los
delitos de genocidio y terrorismo, considerando que en Argentina se vivió
"una realidad atroz", de tortura sistemática, exterminio generalizado,
enterramientos en fosas comunes, lanzamientos de prisioneros desde
aeronaves y cremaciones de cadáveres. Estos hechos constituyen un delito de
genocidio. En consecuencia, sostiene el juez Garzón, la Justicia española
tiene competencia para investigar estos delitos ya que el genocidio es un
delito que no prescribe y que todos los países deben perseguir, de acuerdo
con las Naciones Unidas. En cuanto al delito de terrorismo, el juez explica
que la Ley Orgánica del Poder Judicial lo incluye entre los que pueden ser
perseguidos universalmente, ya que es un crimen contra la humanidad. Las
torturas también pueden ser investigadas, puesto que el delito no ha
prescrito.
Ese plan contó con el apoyo de los servicios militares y policiales de
otros países, en un acuerdo siniestro que se conoce como Operativo Cóndor.
Los máximos jefes militares y policiales prepararon 340 centros
clandestinos de detención, en los que fueron ingresadas entre 20.000 y
30.000 personas.
DELITO DE GENOCIDIO
Los procesados, arguye Garzón, cometieron un delito de genocidio al imponer
un "régimen de terror basado en la eliminación, calculada y sistemática de
personas desde el Estado, a lo largo de varios años, y disfrazada bajo la
denominación de guerra contra la subversión, en forma violenta con el fin
de romper la propia estructura del grupo nacional". Durante la dictadura
Argentina, agrega, la finalidad del Ejército era conseguir la instauración
de "un nuevo orden, en el que no caben determinadas clases de personas
-aquellas que no encajan en el cliché establecido de nacionalidad,
occidentalidad y moral cristina-, es decir, todos aquellos que no defendían
un concepto de ultranacionalismo de corte fascista de la sociedad porque
obedecían a consignas internacionales como el marxismo o el ateísmo". Para
llevar adelante su proyecto neofascista, se se elaboró un plan de
"eliminación selectiva" de sectores de la población Argentina y, muy
intensamente, en la población judeo-Argentina, acusa el juez español.
Además, Garzón explica que los generales golpistas buscaban la desaparición
de una determinada cantidad de personas ubicadas en sectores "que
estorbaban a la configuración ideal de la Nueva Argentina", objetivo
detallado en el denominado "Proceso de Reorganización Nacional", que era su
base ideológica y plan de actuación. Este verdadero genocidio para hacer
desaparecer a grupos lo padecieron miles de sindicalistas, estudiantes,
profesores universitarios, etc-. Y, en el caso de los judíos significó un
trato inhumano, previo al desaperecimiento y asesinato. Los aparatos
represivos de las dictaduras pusieron en práctica la tortura denominada
rectoscopio: les introducían un tubo metálico por el ano o por la vagina,
con un roedor dentro que, al intentar salir, muerde y destroza los órganos
internos de la víctima. Además, muchas mujeres fueron secuestradas cuando
estaban embarazadas y, cuando daban a luz, entregaban los bebés a
militares argentinos. Después asesinaron a sus madres. Los responsables del
aparato militar disponían de todos los medios para que la represión
generalizada fuera "clandestina, coordinada y organizada dentro y fuera de
Argentina, quebrantando todas las normas", sostiene Garzón.
Garzón ratifica los autos de prisión que pesaban sobre once de los ahora
procesados militares argentinos y se decreta la prisión provisional e
incondicional para los 87 restantes. Además, órdenes de busca y captura
internacional y estableció la responsabilidad civil y el embargo de bienes
para todos ellos, a fin de poder solicitar formalmente su extradición a
España para ser enjuiciados en este país como responsables de delitos de
lesa humanidad. Con esta resolución, el juez español limitó en la práctica
la libertad de movimientos para todos ellos, aunque dichas órdenes no
afectarán, por el momento, a quienes están residiendo en Argentina, porque
el Presidente saliente, Carlos Menem, emitió en 1998 un decreto que prohíbe
proporcionar asistencia judicial a Garzón. En efecto, el decreto
presidencial, de verdadera impunidad, señala que "dar curso a las
rogatorias iría en desmedro de la soberanía de nuestro país" y que "acceder
al pedido equivale a violar los intereses esenciales de la Nación". Para
este defensor de asesinos, el hecho de que se aplique justicia por
violaciones graves a los DD.HH. es atentar contra la soberanía y los
intereses de Argentina. Similares falaces argumentaciones ha usado el
gobierno de Chile para evitar que Pinochet sea extraditado y juzgado en
España por los mismos delitos cometidos por los militares argentinos.
Hasta esa resolución, Pinochet era el único militar procesado por Garzón.
Pero, la determinación demostrada por el juez instructor español demuestra
que sus actuaciones podrían extenderse a futuro también a los otros 38,
civiles y militares, que ocuparon importantes cargos en el gobierno
dictatorial chileno o en sus aparatos represivos, sobre los que ya pesa una
petición de procesamiento realizada por la acusación ante los tribunales
españoles el año pasado.
El presidente de Amnistía Internacional en España, Esteban Beltrán, al
expresar su respaldo a la iniciativa del juez de la Audiencia Nacional
Baltasar Garzón afirmó que "en el último año se han producido dos hechos
importantes en contra de la impunidad y para conseguir que las víctimas de
la violación de los derechos humanos por fin tengan una posibilidad de
justicia: la competencia de la Audiencia Nacional para juzgar genocidio,
terrorismo y torturas, y la detención del ex dictador Augusto Pinochet y el
proceso de extradición que se sigue contra él".
CÓMPLICES Y ENCUBRIDORES DE LOS ASESINOS
Las violaciones a los DD.HH. por las dictaduras argentinas han sido
cubiertas por la impunidad. Una visión retrospectiva ratifica tal
afirmación. Los integrantes de las juntas militares fueron juzgados y
condenados en tiempos del gobierno de Raúl Alfonsín. En efecto, en 1985
Galtieri fue juzgado y absuelto, mientras que Videla y Massera recibieron
penas de prisión perpetua, aunque cinco años después fueron beneficiados
con un indulto de su sucesor Carlos Menem(1990). También el radical
Alfonsín dictó las leyes de Punto Final y Obediencia (1986 y 1987), que
beneficiaron con la impunidad a miles de asesinos y torturadores de los
institutos castrenses y policiales.
Pero, en el presente, nada ha cambiado. Inmediatamente de ser divulgada la
resolución de Garzón. El ya saliente presidente Menem rechazó la orden de
arresto internacional. ("Apenas ingrese" al ministerio de Relaciones
Exteriores). Además, dijo: "Le vamos a ahorrar esa tarea al próximo
Gobierno". Al mismo tiempo que acusó a Garzón de incurrir en actitudes de
"vedetismo" y de que "pretende invadir o dañar la soberanía" de Argentina.
Con sus declaraciones, ratificaba su tradicional postura de encubridor y
cómplice de asesinos y torturadores, que ha mantenido desde que Garzón
acusó hace tres años a los dictadores uniformados por la desaparición con
presunción de muerte de unos 600 ciudadanos españoles y sus descendientes
en Argentina. "Ya vino antes de ahora un pedido de extradición de los
comandantes de las FF.AA., los que fueron juzgados oportunamente,
condenados e indultados, y lo hemos rechazado de plano", dijo Menem en esa
oportunidad. "Apenas tengamos el (nuevo) pedido de extradición vamos a
obrar de idéntica forma", añadió ahora. Mientras justificaba su falaz
determinación expresando que el juez español "está totalmente fuera de
lugar, y pretende con este tipo de actos invadir o dañar la soberanía de
los países como Chile". Pero, la mayor expresión de su cinismo se encuentra
en la siguiente afirmación: "Yo no estoy defendiendo a Pinochet sino a la
soberanía chilena y, en este caso, a la soberanía Argentina". Tal falacia
la utilizó, además, para no asistir a la Cumbre Iberoamericana que se
celebró en Cuba, "en solidaridad" con el presidente chileno, que tampoco
asistió en rechazo a la detención y juicio de extradición contra el ex
dictador Pinochet. La solidaridad y defensa de asesinos uniformados no
tiene fronteras para Menem. Mientras que su ministro del Interior, Carlos
Corach, afirmaba que Garzón es un juez que "hace política" y su decisión de
procesar a militares y civiles de este país se ha convertido en un "show
mediático". Y, en el colmo de sus esfuerzos por justificar la impunidad de
los responsables de del genocidio contra el pueblo argentino, afirmaba:
"Argentina no va a ser parte de un show armado mediáticamente por un juez
desde España, quien quiere hacer política de DD.HH. a costa de los países
latinoamericanos".
EL NUEVO INQUILINO DE LA CASA ROSADA
La impunidad sigue transitando por los pasillos de la "Casa Rosada". El
nuevo inquilino de la mansión de gobierno seguirá las pautas trazadas por
sus antecesores. Fernando de la Rúa, inmediatamente de ser electo
presidente en la reciente elección, dijo en una conferencia de prensa que la
orden de captura internacional contra ex integrantes de la última dictadura
de este país: "Es una decisión del juez tomada dentro de su competencia en
el Reino de España, pero que no tiene efecto operativo en nuestro país. Se
resolvió una orden de captura internacional que excluye al territorio
argentino".
Como pronto asumirá en Argentina el nuevo Presidente, De la Rúa, los
organismos de DD.HH.han comenzado a demandarle de que curse la extradición
cuando asuma el mando. Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, ha
afirmado que pedirá a De la Rúa que dé curso a los trámites
correspondientes al pedido de extradición enviado desde España. Lo mismo
hicieron los abogados de las distintas acusaciones del caso y el fiscal
Carlos Castresana, que presentó la primera denuncia, en nombre de la Unión
Progresista de Fiscales. Las organizaciones sociales han retomado la lucha
por justicia y sanción a los genocidas después del período electoral.
Mientras que en el Congreso argentino, siete diputados del
centroizquierdista Frente del País Solidario presentaron un proyecto de
resolución solicitando al Ejecutivo que "dé curso a la orden de captura a
fin de extraditar a todos los ciudadanos argentinos procesados por
genocidio y terrorismo en España". El diputado socialista Alfredo Bravo,
miembro de la Alianza triunfante en Argentina, ex preso político de la
dictadura, torturado por los militares y hoy Presidente de la Asamblea
Permanente de los Derechos Humanos, expresó respecto de la decisión
judicial: "Me parece maravilloso. No me equivoqué cuando fui a declarar a
la Audiencia Nacional. Sabía que Garzón era un hombre responsable. Merece
todo mi reconocimiento y mi apoyo".
El juez Garzón es objeto de ruines maniobras y de acusaciones con espúreos
argumentos. Ellos no modifican el desarrollo actual de los procesos
señalados. El magistrado continúa con las acciones judiciales en notable
determinación. Mientras espera el desenlace del proceso de extradición de
Pinochet en Londres, se concentra en el caso argentino, que empezó a
instruir el 28 de marzo de 1996 luego de admitir a trámite la primera
querella de la Unión Progresista de Fiscales, en nombre de los familiares
de las víctimas. Después de 3 años de investigación, concluyó tener
"indicios racionales y en cantidad suficiente" para resolver el
procesamiento a los 98 militares y policías. A los cuales considera
"responsables por acción o comisión por omisión y como inductores o autores
materiales o cooperadores necesarios" en la ejecución de un "plan criminal
sistemático de desaparición y eliminación física de grupos de ciudadanos,
en función de su adscripción a determinados sectores y por motivos
ideológicos, políticos, étnicos y religiosos", que el magistrado define
como genocidio. La solidaridad internacional con las víctimas de los
aparatos represivos de las FF.AA. argentinas y las exigencias de justicia
están en la orden del día del quehacer cotidiano de los pueblos y sus
organizaciones democráticas y revolucionarias.
From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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