Tlahui-Politic. No. 8, II/1999
Querella penal por los desaparecidos en la Operación Cóndor
Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Argentina, a 13 de Noviembre, 1999. Arg - Inician una querella penal por los desaparecidos en la Operación Cóndor.
Equipo Nizkor. Derechos Human Rights. Serpaj Europa. Información.
INICIAN UN PROCEDIMIENTO PENAL CONTRA LOS RESPONSABLES DE LA
DESAPARICIÓN FORZOSA DE PERSONAS DURANTE LA OPERACIÓN CÓNDOR.
Por Stella Callón
Un grupo de abogados argentinos comenzó el pasado lunes la primera
querella criminal colectiva por el delito de privación ilegal de la
libertad calificada (desaparición forzada de personas) en los términos
de la Convención Interamericana sobre este delito y que tiene como
objetivo central la llamada Operación Cóndor, que permitió el
intercambio de datos, prisioneros, secuestros, torturas y asesinatos en
conjunto entre las dictaduras del Cono sur, con responsabilidad de
Estados Unidos y la
colaboración de las ultraderechas de Europa y del mundo.
Entre los militares imputados figuran los jefes militares de las
dictaduras de la región y otros altos jerarcas de los ejércitos, que
fueron parte de la Operación Cóndor y que abarcan a Uruguay, Argentina,
Chile, Paraguay y Bolivia.
Los juristas Alberto Pedroncini, Carlos Zamorano, David Baigun y Albor
Ungaro representan en esta querella a Dora Carreño Anaya, de Chile,
hermana de Cristina Carreño Anaya, de la misma nacionalidad y
desaparecida en Argentina el 26 de julio de 1978, y a Sara Rita Méndez,
uruguaya, madre de Simón Antonio Riquelo, niño nacido en Argentina y
secuestrado con días de vida el 13 de julio de 1976 en Buenos Aires, trasladado clandestinamente a Uruguay y desaparecido.
También a Elsa Pavón de Grinspon, madre de Mónica Sofía Grinspon de
Logares, Argentina secuestrada en Montevideo, Uruguay, el 18 de mayo de
1978 junto con su esposo Claudio Ernesto y su hija de dos años Paula,
desaparecida en Argentina; Idalina Wilfrida Arriola de Tatter,
paraguaya, esposa del ciudadano de la misma nacionalidad Federico
Tatter, secuestrado
el 15 de octubre de 1976 en Buenos Aires y desaparecido; Ana María y
Claudia Mabel Careaga, ambas argentinas, hijas de María Esther
Ballestrino de Careaga, paraguaya, secuestrada con varias madres y
religiosas en la iglesia de San Cruz, de esta capital, el 8 de diciembre
de 1977 y desaparecida.
Es así el primer grupo de personas de distintas nacionalidades y en la
querella directamente se involucra "la gestación y ejecución de la
llamada Operación Cóndor" y los delitos que se derivan de las
consideraciones de la Convención Interamericana sobre Desaparición
Forzada tales como asociación ilícita entre los imputados de rango
político o militar superior para cometer los delitos de secuestro
agravado, aplicación de tormentos, homicidio, desaparición forzada de
personas, en el territorio de los países involucrados y mediante el uso
criminal del aparato del Estado.
"Esa asociación --dice la querella-- es la Operación Cóndor". Se destaca
también que existió "una acción criminal contra el orden constitucional
al coordinarse acciones para suprimir y/o mantener la supresión --en el
territorio de cada uno de ellos-- de las instituciones representativas y
apoyarse recíprocamente en la continuidad de regímenes usurpadores".
La importante querella señala además la violación de las soberanía y la
integridad territorial por cada una de las partes integrantes de la
Operación Cóndor, tendiente también a suprimir mediante acciones
militares o paramilitares el derecho de asilo ya reconocido.
Asimismo, las acciones para asegurar la impunidad de los crímenes del
operativo Cóndor y la "conspiración contra el derecho a la
autodeterminación de cada uno de los pueblos de los estados partes", que
configuraron las dictaduras militares sudamericanas y sus proyectos que
dejaron como consecuencia "un endeudamiento que se paga con la exclusión
social, nueva forma de desaparición en el mundo".
Señalan los juristas que "la desaparición forzada de personas se
constituyó en la forma de ejercicio de una fuerza material irresistible
e incontrastable --militar, política y económica-- que se instauró en la
sociedad" para no admitir el disenso.
Por primera vez se cita la correlación entre aquellos crímenes y un
sistema político-económico implantado, al mencionar algunos puntos tanto
las pautas para la acción de gobierno como las llamadas Bases Políticas
de las Fuerzas Armadas establecidas por la junta militar (1976-1983).
"De allí resulta la impunidad del terrorismo de Estado: de un pacto de
silencio entre quienes cometieron los crímenes en ejercicio de los más
altos poderes del Estado, y de la creación de un asfixiante sistema de
intereses materiales destinados a permanecer en el tiempo", con
referencias a numerosas citas de la junta militar.
La querella imputa la "comisión del delito de privación ilegal de la
libertad calificada, y lo legislado por la Convención Interamericana en
1994 sobre la desaparición forzada, perpetrado total o parcialmente en
territorio argentino en forma sistemática y en pluralidad de casos por
funcionarios públicos (civiles, militares y/o de fuerzas de seguridad)
de cualquiera de los estados involucrados en estos hechos: Argentina,
Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Ello con motivo o en ocasión de
gestarse y desarrollarse la llamada Operación Cóndor".
Los imputados
Los principales imputados en Argentina son el general retirado Jorge
Rafael Videla, quien era el presidente de facto en el momento de
incorporar Argentina a la Operación Cóndor, y a los generales retirados
Guillermo Suárez Masson y Albano Harguindeguy, ex ministro del Interior
de la dictadura militar.
En Chile los acusados son el ex general Augusto Pinochet, bajo cuya
dependencia se encontraba la Dina, "órgano que tenía a cargo la
planificación y ejecución de las actividades ilícitas comprendidas en la
Operación Cóndor, el general Manuel Contreras (jefe de la policía
secreta pinochetista, la Dina) y el coronel Pedro Espinoza.
Los principales acusados en Paraguay son el ex dictador y ex general
Alfredo Stroessner, el general Francisco Brítez, jefe de la policía, los
coroneles Benito Guanes Serrano y Pastor Milciades, ex jefe del
Departamento de Investigaciones de la policía de Asunción.
Entre los uruguayos, el general Julio Vapora, comandante en jefe del
ejército de ese país, el coronel Guillermo Ramírez, los mayores Julio
Gavazzo, Manuel Cordero y Enrique Martínez, y los capitanes Jorge
Silveira y Hugo Campos Hermida.
Explican los querellantes que todos los militares uruguayos nombrados
--con excepción de Vapora-- operaron clandestinamente en territorio
argentino.
La querella, a diferencia de otras causas criminales, no sólo está
referida a delitos cometidos en una jurisdicción determinada, sino "que
comprende todas las privaciones ilegales de libertad calificada
resultantes de la llamada Operación Cóndor, cualquier fuese el lugar del
territorio nacional cometido incluso cuando la comisión del delito
hubiese comenzado en territorio extranjero y proseguido en territorio
nacional y viceversa".
Es decir, que los agentes extranjeros quedan sujetos a la jurisdicción
del tribunal del lugar de comisión de los hechos y por delitos que
hubieran comenzado o continuado en el territorio nacional, además de que
se considera que Argentina fue escenario del delito de desaparición
forzada contra ciudadanos argentinos y refugiados de otros países
limítrofes que
integraban la Operación Cóndor, y que esto supone además un plan
criminal general.
"El crimen proyectado en el sistema Cóndor --en cuanto se cometía en
territorio argentino-- se ejecutaba en el seno del aparato de poder de
la junta militar", y estos delitos no prescriben, como lo determinan
documentos del derecho internacional.
Entre los considerandos de la querella se señala que los secuestros
ilegales fueron cometidos por personal de las fuerzas armadas o
policiales, que eran trasladadas las víctimas a centros clandestinos de
detención que eran mantenidos y equipados por el poder de turno.
En este caso se menciona que ya se encuentra en poder del Estado
argentino la copia autenticada por el Departamento de Justicia de
Estados Unidos de la comunicación que envió el agente del FBI (Buró
Federal de Investigaciones) Robert Scherrer dando cuenta, al director de
ese organismo, sobre la Operación Cóndor (1976).
En ese documento se habla de los países miembros de este plan criminal
en "operaciones conjuntas" contra blancos terroristas y hay referencia a
los documentos encontrados en los Archivos del Horror de Paraguay que
comprueban mediante datos oficiales todo lo actuado.
Asimismo, otros documentos básicos corresponden a la Comisión Nacional
de Desaparición de Personas y otros que investigaron en Argentina las
desapariciones for- zadas durante la dictadura militar, y allí figuran
también numerosos testimonios que constan en otras causas conexas y
muchos de ellos sobre el campo de concentración o centro clandestino de
Automotores Orletti, uno de los sitios claves en Argentina de la
Operación Cóndor y de la desaparición de cientos de extranjeros
secuestrados aquí.
[Fuente: La Jornada, México, 10 nov 99]
La Jornada, 10 de noviembre
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