Tlahui-Politic. No. 8, II/1999


APDH: Juicio por la Verdad

Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Argentina, a 28 de Octubre, 1999. Asamblea Permanente por los Derechos Humanos La Plata, Información de Prensa. La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, República Argentina. Juicio por la Verdad.

CUATRO AÑOS EN CINCO CENTROS CLANDESTINOS

Un ex detenido contó cómo fue su vida en los distintos campos de concentración y relató cómo actuaban algunos de los represores con los que convivió. También declararon una ex camarera del Hospital Naval, una ex funcionaria judicial y tres sobrevivientes. Por Lucas Miguel y Francisco Martínez(especial para APDH La Plata)

LA PLATA (27 OCT).- En las audiencias de hoy en el Juicio por la Verdad declaró Mario Villani, un ex detenido que estuvo secuestrado durante cuatro años y pasó por cinco centros clandestinos de detención. En su declaración se refirió a la forma de actuar de los represores y a situaciones insólitas que le tocó vivir. Mario Villani fue secuestrado el 18 de noviembre de 1977 cuando salía de su casa de Parque Patricios en la Capital Federal y llevado al centro clandestino de detención conocido como "Club Atlético", sito en Azopardo entre Garay y Cochabamba de esa ciudad. Este centro funcionaba en un sótano de una repartición de la Policía Federal. El 28 de diciembre de ese mismo año, Villani pasó a ser uno más en "El Banco", otro centro clandestino ubicado en autopista Ricchieri y Camino de Cintura, en el Gran Buenos Aires. El siguiente traslado se produjo a los ocho meses: a "El Olimpo", un campo de concentración que también tenía sede en la ciudad de Buenos Aires -Ramón Falcón y Olivera-. Quilmes fue la próxima parada: un lugar al que Villani definió como "Cuatrerismo de Quilmes, un chalet ubicado en una esquina" de esa localidad. Villani termino su periplo en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) -Avenida Libertador Gral. San Martín 8209 de la Capital Federal-. A ese lugar lo llevaron en marzo de 1979 y permaneció allí hasta 1981. Desde 1980 tuvo salidas esporádicas para visitar a su familia, pero debía regresar a la ESMA para control de los represores. Mario Villani prestó declaración en el juicio a los comandantes de las juntas militares y en el juzgado No. 5 de la Audiencia Nacional española a cargo del juez Baltasar Garzón. Hoy volvió a relatar en forma detallada los episodios que vivió durante los cuatro años dentro del circuito represivo en un testimonio de más de dos horas de extensión. Físico profesional, Villani utilizó sus conocimientos durante su detención: "A mí (los represores) me utilizaron para reparar los elementos electrónicos que robaban: televisores, radiograbadores, etcétera", relató el testigo ante el Tribunal. Y agregó: "A mí no me incluían en los traslados -según Villani, lo que llamaban traslados era la desaparición- porque siempre estaba reparando algo, seguro que de algún jefe". En el primer centro clandestino que estuvo, "Club Atlético", Villani comenzó a integrar el "consejo": un grupo de secuestrados que "se encargaban del aseo del lugar, de hacer la comida y de acompañar a los demás detenidos al baño porque estaban encapuchados", sostuvo. Su ingreso al "consejo" comenzó porque se ofreció para reparar las bombas que desagotaban las letrinas de los baños. "Cuando sucedió esto, no llevaban gente al baño. Nos hacíamos encima en las celdas. Yo les dije que podría repararlas. Ahí se dieron cuenta para qué servía, me usaron para hacer reparaciones de las cosas que robaban y me integraron al 'consejo'", manifestó Villani. Sus conocimientos en electrónica le valieron tiempo más tarde el pedido del represor Juan Antonio Del Cerro (a) "Colores" de arreglar una picana: "Yo le dije que no la arreglaba. Comenzaron a torturar con un elemento que no tenía limitación de corriente, que ponía a la gente en coma", contó Villani. Al mismo tiempo, añadió: "Cuando los sacaban (a los cuerpos en coma) los pasaban delante de mí. Entonces decidí repararla; le di menos potencia y era menos dañina sin que se dieran cuenta". En su extenso relato, el testigo también contó que fue víctima de un secuestro mientras estaba secuestrado, un hecho producto de una interna dentro de las Fuerzas de Seguridad. El episodio ocurrió a fines de 1978, cuando estaba detenido en "El Olimpo".

Hasta ese momento, el centro clandestino estaba bajo la órbita del jefe del I Cuerpo del Ejército, Carlos Guillermo Suárez Mason. "La gente que manejaba el campo (de concentración) se decía gente de Suárez Mason, se decían 'halcones'", comenzó a explicar Villani. Y siguió: "Después se hizo cargo (el general Leopoldo) Galtieri; esta gente (los represores) decían que él era una 'paloma', que era más débil. Entonces, deshicieron el campo y nos llevaron a Cuatrerismo de Quilmes, sin conocimiento del I Cuerpo de Ejército". Al poco tiempo, la dependencia comandada por Galtieri se enteró que los prisioneros habían sido sacados de "El Olimpo" sin autorización y los mandó a secuestrar. "Como en esos años ya no funcionaba ningún centro clandestino dependiente del I Cuerpo, le pidieron a la Marina un lugar para nosotros", la ESMA, comentó Villani. El testigo recordó que en Quilmes -donde tiempo antes de que lo llevaran funcionaba el centro clandestino conocido como "Malvinas"- fue visitado, entre otros, por el jefe de la Policía provincial, coronel Ramón Camps, y el director de Investigaciones de esa fuerza, Miguel Osvaldo Etchecolatz. "Eran nuestros posibles compradores", dijo Villani, y a continuación explicó que podían llegar a requerirlo por sus conocimientos en física. El testigo aportó al Tribunal una lista con los nombres de 175 secuestrados y otra con la identificación de más de 130 represores. En el testimonio de hoy, Villani se refirió especialmente a algunos de ellos:

· "'El gordo Rey' -nombre de guerra, según el testigo- era un sádico con las mujeres. Sacó a un par de la sala de torturas, las colgó en la pared de los tobillos y les afeitó el pubis con las manos. Luego les pasó alcohol", afirmó Villani con un nudo en la garganta. Según dijo, el apellido de este represor sería Garay.

· El siguiente de la lista de represores que nombró el testigo fue Samuel Miara (a) "El Turco Cobani". Villani contó que Miara estuvo en "Club Atlético" y "El Banco" y que "era jefe de un grupo de guardia conformado por torturadores, guardias, y una patota operativa". Además, sostuvo que "Cobani violó a una detenida que habían dejado atada en la mesa de torturas".

· Julio Simón (a) "El Turco Julián". "Era Nazi. Llevaba en el llavero una esvástica. Tenía predilección por torturar a los judíos. Lo sufrí en cuatro centros", recordó Villani.

En 1979, cuando llegó a la ESMA, su situación cambió. Ese año, sufrió un nuevo traslado. Esta vez a una isla del Tigre para que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que visitó la Argentina y estuvo en la ESMA, no encontrara rastros de un centro clandestino. En 1980 los represores le permitieron a Villani salir esporádicamente para visitar a su familia. "Nos llevaban a un bar. De ahí salíamos un sábado al mediodía y debíamos volver el domingo a la noche. Esto pasaba cada quince días", contó el testigo. En la primera reunión que tuvo con su esposa, los represores estuvieron presentes: "Le decían a mi mujer lo buenos que eran porque habían decidido salvarme y me decían que si me portaba bien me darían 'el premio de la vida'", agregó Villani. La libertad definitiva llegó en agosto de 1981. No obstante, se trató de una libertad vigilada, ya que periódicamente tuvo que comunicarse por teléfono con la ESMA. Además, Villani contó que "una vez me llevaron a arreglar una antena".

Detenido ilegal en hospital de la Marina En tanto, una ex mucama del Hospital Naval Río Santiago, afirmó hoy que en ese nosocomio había un detenido ilegal en el año '78. América González, en consonancia con la testigo Marta Ayala, señaló que vio a un joven esposado a la cama en una sala del Hospital, y que éste tenía la cara vendada. "Tenía el pelo largo negro. Parecía joven, no más de treinta años", dijo la mujer.

González explicó que los marinos del Hospital decían que ese joven "era un desertor", y que en la puerta de la sala en la que se encontraba había "mucha guardia". El detenido ilegal estaba en el primer piso del pabellón quinto del Hospital Naval Río Santiago, y según González, ese lugar permanecía vedado al personal del nosocomio. La ex mucama se ocupaba de llevar la comida, que entregaba al guardia a cargo de la custodia.

La testigo confirmó que había comunicación entre el Hospital y el Batallón de Infantería de Marina No. 3, un regimiento lindante. "Por un portón entraban y salían militares", relató. No obstante, la ex mucama no pudo confirmar si las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet estuvieron en el hospital de la Marina. "Escuché comentarios", dijo apenas González. La ex enfermera Marta Ayala, expresó a la Cámara en marzo pasado que "todos sabíamos" (el personal) que en ese lugar estuvieron las religiosas desaparecidas. "Cuando vino la democracia se dijo, pero no me consta", señaló hoy González. Según la ex enfermera Ayala, el personal del Hospital Naval recibía instrucciones "para que no habláramos de lo que hacíamos". Al entrar o salir del nosocomio, el personal debía dar una contraseña a la guardia. "Si no hacíamos esto, nos bajaban con un FAL", expresó Ayala en su testimonio. Por su parte, América González dijo hoy que "hemos ingresado con las manos en alto, y después un conscripto nos acompañaba a entrar o salir". También coincidió con Ayala en decir que el ex almirante Emilio Massera visitó el Hospital Naval "varias veces".

Declaró una ex magistrada

En la jornada de hoy también declaró Lidia Pegenaute, una ex magistrada que durante la dictadura fue titular de la Asesoría de Menores No. 4, dependiente de los Tribunales 1 y 2 de La Plata. Pegenaute prestó testimonio en el marco de la causa De la Cuadra. La testigo dijo hoy que en esos años libró un recurso de amparo "para un bebé por nacer", que era hijo de la desaparecida Elena De la Cuadra. En este caso, Pegenaute no pudo agregar mucho más, debido a que nunca hubo una respuesta por parte de la Justicia. "No encuentro nada trascendente para modificar la situación del principio. Lo que yo hice fue escuchar a la señora De la Cuadra durante 5 ó 6 años", sostuvo la ex funcionaria judicial. Y agregó: "La causa quedó reservada, nunca encontré ningún dato". Pegenaute, además, contó algunas de las diligencias que le tocó hacer en el cumplimiento de sus funciones: conversó en dos oportunidades con Osvaldo Sertorio, titular de la comisaría 5° de La Plata, donde funcionó un centro clandestino de detención. Los De la Cuadra sufrieron la desaparición de seis familiares: Roberto José y Elena De la Cuadra -embarazada de cinco meses- y el esposo de esta, Héctor Baratti, fueron secuestrados en 1976. Al año siguiente desaparecieron Gustavo Freire -esposo de Estela De la Cuadra, testigo en este juicio- y Juan Raúl Bourg y su esposa Alicia Rodríguez Sáenz, familiares indirectos. Asimismo, Pegenaute fue interrogada por la desaparición de la beba Clara Anahí Mariani Por este caso, la ex magistrada -tuvo a cargo un juzgado en Dolores hasta hace poco tiempo- visitó al ex director de Seguridad de la Policía provincial, Rodolfo González Conti. "Me respondió: no la puedo ayudar. Por más que en el operativo haya participado la policía, eso depende del Ejército", manifestó Pegenaute. La ex asesora de menores contó también que ella puso en contacto a Alicia Zubaznábar -abuela del niño o niña desaparecido- y María Isabel Chorobik -abuela de Clara Anahí Mariani-, quienes serían más tarde fundadoras de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. En el final de su declaración, la testigo destacó que durante la dictadura "ni el personal del juzgado ni yo fuimos presionados. Pero actuamos en forma muy prudente".

Secuestro múltiple

Tres ex detenidos relataron hoy como fueron secuestrados de sus departamentos ubicados en un edificio de calle 6 y diagonal 79, en La Plata. Miguel Angel Castorina, Alejandro Shulz y Guillermo Monjeau contaron el secuestro que sufrieron la noche del 21 de septiembre de 1976. Los tres fueron llevados, encapuchados y esposados, a un lugar que no pudieron precisar. "Estoy casi seguro que nos llevaron para el lado del río", contó Guillermo Monjeau y añadió más tarde: "Una vez me saqué la venda y parecía ser un regimiento militar".

Monjeau manifestó que ese era "un lugar de tránsito. Los detenidos no estaban mucho tiempo". También dijo que había tres grupos de represores: los guardias, los torturadores y los que trasladaban a los detenidos. En ese centro, Castorina, Shulz y un cuarto amigo secuestrado con ellos -Daniel De Sarro- permanecieron dos días, mientras que Monjeau estuvo hasta el 5 de octubre.

Miguel Ángel Castorina señaló que los represores le decían que él "había sido reconocido en el copamiento de un regimiento en Formosa por (la agrupación) Montoneros", cuando les explicaba que no tenía militancia alguna.

El ex detenido contó que durante los interrogatorios a los que fue sometido, le preguntaban por el paradero de Alejandro Monjeau, hermano de Guillermo. Este joven se encuentra desaparecido, y fue secuestrado en Córdoba el 14 de marzo de 1977.

En el centro clandestino se escuchaba una radio a todo volumen, y "gente que lloraba o gritaba todo el tiempo", precisó, por su parte, Alejandro Schulz. "Pedí agua, hacía dos días que no tomaba, y recibí una patada como respuesta", agregó.

Monjeau contó, a su turno, que durante su estadía en cautiverio "me pegaron, me picanearon y me preguntaron por mis hermanos y amigos". También recordó que los primeros días no le dieron de comer, y durante el resto del cautiverio lo mantuvieron "a pan y matecocido". Por su parte, Castorina dijo que luego de ser liberado, en el camino que une a las localidades de Villa Elisa y Punta Lara (a unos 10 kilómetros de La Plata), resolvió volver a su ciudad de origen, Mar del Plata. Pero tuvo que pasar por su departamento en esta capital para buscar algunas pertenencias, y el día que fue decidió visitar a unos vecinos del edificio. Pronto advirtió que justo en ese momento se desarrollaba un "gran operativo" cuyo fin era volver a secuestrarlo. Pudo escapar sin ser visto. "Caminar por La Plata era una sensación extraña, pero no me cabía irme del país", recordó el ex detenido. Castorina, Shulz y Monjeau señalaron que uno de sus secuestradores fue un hombre apodado "el Oso". El primero describió que era corpulento, con bigotes, y que usaba una boina roja. Otros ex detenidos que ya declararon en el "Juicio por la Verdad" dijeron que el jefe del centro clandestino de detención "La Cacha" también tenía el mismo apodo. "Además, eran 'chorros'. Hasta nos robaron una lata de cinco litros de aceite Cocinero, entre otras cosas", reseñó Miguel Angel Castorina.

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