Coronel Lucio Gutiérrez: "Los ejércitos no están para reprimir"
Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Ecuador, a 26 de Mayo, 2000. ECUADOR: Entrevista al Coronel Lucio
Gutiérrez. "Los ejércitos no están para reprimir". Por Kintto Lucas.
QUITO, mayo (IPS) Para Lucio Gutiérrez, líder de los coroneles que el 21 de
enero apoyaron la rebelión indígena contra el gobierno del ex presidente
ecuatoriano Jamil Mahuad, el resultado de las últimas elecciones
provinciales y municipales demuestra el apoyo de los ecuatorianos a los
insurrectos. Asegura que los rebeldes "al sumarse al clamor del pueblo"
defendieron la Constitución, no acepta una amnistía parcial para quienes
participaron en el hecho y cree que la mejor salida es un plebiscito en el
que se consulte a los ecuatorianos al respecto Critica el divisionismo de
"quienes llevan al país a una balcanización promoviendo autonomías como la
de Guayas que responde al interés de unos pocos y no terminan con el
centralismo". Sin embargo se muestra partidario de una descentralización
del país que signifique "la participación de todos los ecuatorianos,
especialmente los más necesitados", y para eso se muestra partidario de
cambiar la organización política y administrativa del país para eliminar
"el centralismo y el regionalismo". Rechaza la entrega de la Base de
Manta al ejército norteamericano y la participación de Ecuador en el Plan
Colombia que "puede producir una vietnamización de la región".
Actualmente está detenido en el cuartel Atahualpa, ubicado en las afueras
de Quito, pero cuando quede en libertad piensa continuar su carrera militar
sin problemas, lo que le permitiría aspirar el año que viene a ser agregado
militar en el exterior o general. Ha sido siempre el primero de su
promoción y es uno de los oficiales más respetados del ejército, según pudo
comprobar Inter Press Service al conversar con soldados de distintas
unidades. Seguro de sus ideas y mostrando un gran conocimiento de Ecuador,
en entrevista exclusiva, Gutiérrez critica el papel represor de algunos
ejércitos latinoamericanos y analiza otros temas de interés.
- ¿Cuál es su balance de las últimas elecciones municipales y provinciales
de Ecuador?
- El resultado es una clara demostración de que el pueblo ecuatoriano
quiere un cambio en las formas de gobernar y en su mayoría estuvo de
acuerdo con los anhelos de justicia y equidad que se expresaron en la
rebelión del 21 de enero. En Quito, al general Paco Moncayo sus
contrincantes lo involucraron con el movimiento de enero creyendo que eso
le restaría votos y prácticamente duplicó los del candidato del partido
Democracia Popular. De la misma manera, el Movimiento Pachakutik, que
pertenece a la Conaie, con poca infraestructura económica y de propaganda
electoral ganó varias prefecturas (gobiernos provinciales) y muchas
alcaldías. Todo esto demuestra que la gente aprueba el esfuerzo nacional
por darle una nueva orientación a la política ecuatoriana, cambiando este
sistema neoliberal por uno con orientación social que coloque por encima de
todo al ser humano. Mediante el voto los ecuatorianos han dicho que están
con nosotros, que se hastiaron de los corruptos que gobiernan para un grupo
de privilegiados como los banqueros y los ricos.
- Las elecciones nos presentan un país con división política regional. En
la Costa triunfa la derecha y el populismo y en la Sierra las tendencias de
izquierda y centro-izquierda. ¿Eso no estaría marcando un quiebre del país?
- Es un llamado de atención y una muestra del divisionismo a que nos han
conducido ciertos partidos políticos que presionan por autonomías para
mantener sus feudos, sus cacicazgos, como el caso del Partido Social
Cristiano en la provincia de Guayas. Eso es muy nocivo, atenta contra la
integridad del Ecuador y fortalece un tipo de regionalismo que puede llevar
al quiebre del país. Es necesaria una propuesta nacional que integre a todo
el país, que fortalezca una identidad nacional que pasa por mantener la
unidad en la diversidad. El centralismo es un modelo caduco, pero además
los gobiernos centrales no han estado a la altura de las expectativas de la
población del país y no han atendido sus necesidades básicas. La corrupción
en las altas esferas ha servido de mal ejemplo para el resto de
instituciones públicas y privadas, con lo cual se ha generalizado y muchas
veces impide que las obras lleguen a las regiones más apartadas del país.
El pueblo se siente desencantado del sistema y ciertos políticos aprovechan
para promover sus autonomías. Pero esa promoción no obedece al mal
funcionamiento del centralismo sino a las aspiraciones de ciertos grupos.
- ¿Usted cree la autonomía de Guayas no traería mejoras a esa provincia
como aseguran diversos dirigentes políticos guayaquileños?
- Ninguna autonomía puede funcionar si no se entiende el sentido de la
democracia, que es gobernar en función de las mayorías, de buscar el bien
común, de una identidad entre el gobernante y el gobernado, de servir al
pueblo y no servirse del poder en beneficio personal. Si no se comprende
eso y la necesidad de participación de la gente no habrá solución al
centralismo. Se puede declarar a la provincia del Guayas autónoma, pero se
va a mantener el mismo esquema centralista y todo se va a quedar en
Guayaquil, y ni siquiera en Guayaquil si no entre unos pocos, porque no va
a fluir a los barrios más pobres ni a los cantones periféricos de la
provincia. Lo más conveniente es una descentralización real del país e
inclusive habría que pensar en dar otra orientación a la división
político-administrativa para poder lograrlo. Tal vez si lo dividimos en
forma transversal en tres sectores que tengan Costa, Sierra y Amazonía, se
evitaría el regionalismo, se facilitaría la descentralización, la
desburocratización y sería más gobernable.
- Hablando de integración y unidad ¿Las fuerzas armadas están integradas o
hay un quiebre institucional?
- Las fuerzas armadas se mantienen unidas gracias a que los militares
ecuatorianos mantenemos una clara orientación social y determinados valores
que nos unen, como el patriotismo, el civismo, la disciplina, el amor a
nuestro país. Sigue siendo una garantía para evitar los divisionismos,
aunque quienes promueven la división digan lo contrario.
- En Venezuela Hugo Chávez se convirtió en líder de un país años después de
protagonizar una rebelión que, si bien no es comparable, tiene alguna
semejanza con la que usted lideró el 21 de enero. ¿Qué piensa de ese proceso?
- Creo que los dos movimientos tienen pocas semejanzas y bastantes
diferencias. Aquel fue netamente militar en cambio el nuestro estuvo
originado por una base social en la que nosotros nos unimos al pueblo
indígena y los diferentes sectores sociales en su legítimo reclamo. En
Venezuela se dieron enfrentamientos con muertos, acá fue absolutamente
pacifico porque no estábamos dispuestos disparar un solo tiro. Allá no se
cambio el gobierno, acá sí, y aunque sea mínima nació una nueva esperanza
para el país. Lamentablemente las expectativas del pueblo ecuatoriano no se
han cumplido porque se mantiene la misma forma de gobernar, donde se sigue
beneficiando a ciertos banqueros en detrimento del 85 por ciento de pobres.
La semejanza está en que ambas rebeliones fueron contra la corrupción,
principal enemiga de las democracias latinoamericanas. La crisis en
Venezuela ha sido muy severa y en algo se parece al Ecuador porque es un
país con mucho petróleo, pero paradójicamente esa gran riqueza que debió dar
bienestar a los dos pueblos ocasionó un efecto contrario por los niveles de
corrupción. Para solucionar ese problema se requiere la participación de
todos los sectores del país y un presidente que de ejemplo de honradez,
trabajo, responsabilidad y organización. El presidente Chávez mantiene la
esperanza del pueblo venezolano, y ha realizado transformaciones muy
interesantes. Ojalá pueda completar ese proyecto que recién ha comenzado.
- Pasemos a otro país, pero sigamos hablando de militares. Hace pocos días
sectores vinculados al general Lino Oviedo intentaron dar un golpe de
Estado en Paraguay. ¿Qué piensa de ese hecho?
- Una diferencia fundamental entre las fuerzas armadas ecuatorianas y las
del resto de América Latina es que nosotros hemos tenido una gran
integración con el pueblo más marginado y dentro de éste con los indígenas,
con quienes hemos trabajado en múltiples proyectos de desarrollo Nosotros
estamos vinculados al dolor del pueblo, no acudimos a ayudarlo solamente en
caso de catástrofe que es lo que hacen algunas fuerzas armadas. También
tiene mucho que ver nuestra formación, en la que se acentúa el principio de
solidaridad. Además nosotros en las escuelas de formación de oficiales y de
voluntarios estudiamos los problemas nacionales con una visión que apunta a
soluciones solidarias. Eso marca la diferencia con otras fuerzas armadas
más elitistas, en las que una alienación extranjera les hizo reprimir a la
población cuando debían estar de su lado y por eso el resentimiento de esos
pueblos. En nuestro caso, desde hace algún tiempo, y eso se evidenció el 21
de enero dijimos no a la represión, los militares ecuatorianos no estamos
para reprimir las legítimas aspiraciones del pueblo. Las fuerzas armadas se
justifican en la medida que trabajen junto a la gente y coadyuven a
solucionar sus problemas. Eso es servir a los grandes intereses de la
nación y no a los intereses de un grupo reducido o un gobierno de turno.
Eso está muy gravado en nuestros oficiales y personal de tropa y está
estipulado en nuestra Constitución.
- Pero hay quienes dicen que ustedes e indígenas desconocieron la
Constitución.
- Lamentablemente existen interesados en darle una lectura parcial a ésta y
falsifican su sentido. El 21 de enero nosotros fuimos a defender la
Constitución, que había sido violada por el gobierno al congelar los
depósitos bancarios, algo que ni siquiera en dictadura se ha hecho. En
cuanto a las fuerzas armadas, la carta magna establece que deben defender
la soberanía nacional, la integridad territorial y mantener el ordenamiento
jurídico. Sobre la soberanía se menciona claramente que radica en el pueblo
que es quien está sobre los tres poderes del Estado. Nosotros el 21
acudimos a un llamado de ese pueblo y cumplimos así nuestra primera misión.
La integridad territorial se defendió con honor en el Cenepa. Allí se
defendió la dignidad del país con armas el 21 de enero se defendió la
dignidad sin ellas. Sobre el ordenamiento jurídico dice que hay que
defender el sistema democrático con instituciones libres de corrupción. Y
como todos sabemos, el gobierno anterior fue uno de los más corruptos en la
historia del país. Pero además actuamos de acuerdo a nuestra conciencia que
es más importante. De parte del gobierno se había ordenado reprimir y
disparar al pueblo, porque solo matando se le podía sacar del Congreso. O
le disparábamos o nos uníamos. Por nuestra conciencia y por misión
constitucional nos unimos.
- Para algunos analistas ustedes fueron golpistas aunque no hayan llegado
finalmente al poder.
- Los golpes de Estado los dan las elites y esto fue una rebelión popular
porque el que irrumpió fue el pueblo ecuatoriano. Que nos digan golpistas
nos tiene sin cuidado. No nos comparamos porque estamos muy lejos de ellos,
pero calificativos semejantes utilizaban con nuestros patriotas cuando
luchaban contra los gobiernos coloniales. Unos fueron encarcelados otros
ejecutados, y se los llamaba delincuentes o bandoleros. Cuando estuve en
Nicaragua como parte de la fuerza del paz de las Naciones Unidas le
pregunté a los oficiales brasileños cómo consideraban a Bolívar y ellos
respondieron que era un bandolero más. Quién sabe de dónde les surgió esa
imagen, pero para ellos era un bandolero. Lo mismo decían los españoles que
lucharon contra él. Los libertadores fueron nuestros héroes y de alguna
manera inspiraron nuestra participación en el levantamiento. Para quienes
se benefician de este sistema de corrupción e iniquidad somos golpistas,
ambiciosos, sediciosos y un mal ejemplo para América Latina. Pero nuestro
pueblo nos cataloga de otra manera. Siempre depende de quién analice. Me
siento reconfortado que después del 21 la imagen ecuatoriana ante el mundo
sea la de un país digno que no va a aceptar nuevas humillaciones en forma
impune sino que se va a levantar.
- Con la base de Manta cedida al ejército norteamericano y la
implementación del Plan Colombia muchos temen que Ecuador se involucre en
el conflicto interno de otro país. ¿Cuál debería ser la actitud del
gobierno ecuatoriano frente a eso?
- Gobernar no es difícil si se hace en base a los que desea la mayoría de
la población. Los problemas aparecen cuando los gobernantes no escuchan a
las mayorías y actúan en beneficio de elites, por eso se dan los
levantamientos y la protesta popular como en Ecuador y en el resto de los
países latinoamericanos. Los grandes problemas nacionales debe resolverlos
el pueblo. Sobre la instalación de la base de Manta, la aceptación del Plan
Colombia, el sistema de dolarización, e incluso la firma de Paz con Perú,
se debe consultarlo mediante un plebiscito y luego cumplir su voluntad.
Junto a muchos compañeros pensamos que Ecuador no debe involucrarse en la
guerra interna de Colombia porque es un problema de un país hermano lo
suficientemente soberano para resolverlo. Si Ecuador se involucra en el
Plan Colombia puede convertirse en un nuevo Vietnam y estaría obedeciendo a
intereses extra nacionales. Al gobierno de Colombia le están dando cerca de
1600 millones de dólares para ese plan, a Ecuador por hipotecar parte de su
soberanía le van a dar 80 millones que en gran parte se utilizarán en la
misma base de Manta para arreglar la carpeta asfáltica, construir viviendas
para los oficiales norteamericanos y posiblemente en viáticos y
alimentación. O sea que esa limosna ni siquiera llegará para solucionar
problemas sociales o reactivar el Banco de Fomento o mejorar el
funcionamiento de los hospitales.
- Mientras los defensores de la dolarización dicen que traerá la
estabilidad económica al país los detractores anuncian su fracaso mostrando
las cifras de la inflación que no para de subir. ¿Usted qué piensa?
- Estoy en contra de este modelo porque va a generar un mayor desempleo y
eso significará más problemas para el país. Veamos lo que está sucediendo
en Argentina con la convertibilidad, un modelo similar pero más flexible,
donde se triplicó el desempleo y quebraron muchas industrias. Y ese país
tiene un desarrollo industrial mayor al nuestro, un nivel educativo mejor y
la capacidad de exportar productos con valor agregado. La mayoría de las
exportaciones ecuatorianas en cambio son de materia prima. Nuestro
desarrollo industrial es incipiente y el petróleo no es eterno ni tendrá un
precio estable para siempre. Hoy estamos con un excelente precio pero
mañana podemos estar en 6 o 7 dólares como en 1999 y sería una catástrofe.
Además se están internacionalizando los precios de los productos pero no
los salarios. La dolarización es una de las muchas medidas que favorecen a
pocos banqueros y empresarios que pudieron acumular dólares, pero la
mayoría de los ecuatorianos seremos perdedores. Es una medida que se tomo
sin analizar, un tanto novelera y sin ver el interés general de la
sociedad. Hay muchas distorsiones porque determinados costos que se
deberían internacionalizar hacia abajo como las llamadas telefónicas que
acá son más caras siguen subiendo. Además perder nuestra soberanía
monetaria es muy grave.
- Si analizamos los hechos del 21 de enero y lo posterior parece que
ustedes no lograron cumplir sus objetivos. ¿Fue una derrota?
- No, porque hay muchas cosas positivas. Ahora el pueblo sabe que tiene
derecho a levantarse contra gobiernos opresores y corruptos, y derrocar a
los que no cumplen el mandato popular, porque eso es parte de la
democracia. También se levantó la autoestima del país. Nuestra juventud
estaba adormilada y los movimientos sociales desunidos. Ahora se dio una
unidad de esos sectores, y la población universitaria volvió a despertar.
Otro hecho positivo fue terminar con un gobierno nefasto. Ojalá el nuevo
cumpla con las expectativas del país, recién son cuatro meses pero hasta el
momento no lo ha hecho, especialmente en la lucha contra la corrupción, no
hay un solo banquero preso, no se ha recuperado un solo sucre de los miles
de millones que se llevaron. También se despertó nuestra identidad
nacional. Teniendo en cuenta todo eso no se puede considerar una derrota
sino una victoria cívica de nuestro pueblo que ya mostró algunos resultados
en las últimas elecciones y se consolidará en el futuro.
- ¿No fue un error marchar hacia la Casa de Gobierno sin tener los apoyos
consolidados?
- Hay que ver que nuestro objetivo no era la toma del poder, aunque lo
conseguimos porque teníamos el apoyo de prácticamente todas las unidades
del ejército, gran parte de la fuerza naval y de la fuerza aérea. Varios
oficiales de esas fuerzas hablaron con nosotros y dieron su apoyo, pero por
lealtad no daré nunca sus nombres. En el Palacio de Gobierno cedimos el
espacio porque nuestro objetivo no era la toma del poder sino ayudar a que
el pueblo se convierta en actor principal de su destino. Para mantener la
integridad de nuestras fuerzas armadas entregamos al general más antiguo
(Carlos Mendoza) el control de la situación, pero no fuimos el brazo
ejecutor de los generales. Nuestra acción fue absolutamente independiente
de cualquier posible plan que pudieran haber tenido ellos. Actuamos bajo
nuestra responsabilidad porque no había otro camino.
- ¿Usted aceptaría que lo califiquen como de izquierda?
- No, porque no estoy de acuerdo que se nos califique con conceptos
predeterminados. Nuestra ideología tiene profundas raíces nacionales y se
basa fundamentalmente en la solidaridad y los modos de convivencia que han
construido nuestros indígenas en siglos de existencia. Es esa ideología la
que nos anima a cambiar las estructuras injustas de nuestro país para que
un día los pobres sean privilegiados.
- ¿Usted cree que los diputados podrán superar las divergencias y aprobar
la amnistía para quienes participaron en enero?
- Se ha tratado de desviar la atención acusándonos de la inestabilidad
democrática, cuando ésta, como en el resto de Latinoamérica es consecuencia
de los malos gobernantes. El debate en nuestro país se ha reducido a
discutir la conveniencia de una amnistía parcial o total cuando los
problemas de pobreza generalizada y corrupción son mucho más profundos.
Hacia allá deberían orientar el debate, porque si ellos logran solucionar
esos problemas el país va a estar en calma. Si nos meten a la cárcel o nos
liberan pero no solucionan la causa que origina estos problemas mañana se
dará un nuevo levantamiento y aparecerán nuevos líderes para dirigirlos. Si
solo atacan el efecto de la crisis y no combaten su causa la inestabilidad
seguirá. La amnistía históricamente y en todas las legislaciones es una
forma de reconciliarse que tienen los pueblos. Fue utilizada en muchos
países luego de guerras y siempre ha sido al hecho histórico. No existe una
amnistía parcial como pretenden algunos partidos políticos y en tal virtud
deberíamos ser amnistiados todos. A mi no me quita el sueño la amnistía
porque prefiero una consulta popular para que sea el pueblo el que decida
nuestra libertad. Si ésta se concreta los militares que participamos en la
rebelión tendremos que escoger si continuamos con nuestras carreras o
seguimos luchando por los intereses del país en otro ámbito. Es una
decisión personal de cada uno. En lo que a mi respecta, dentro o fuera de
la milicia, mi labor apuntará a cambiar los esquemas injustos de nuestro
país. (IPS)
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