Comandante de las FARC: "llego la hora de resolver el conflicto"
Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Colombia, a 28 de Febrero, 2000. Col - Un comandante de las FARC considera que "llego la hora de resolver
el conflicto".
Equipo Nizkor, miembro del Serpaj Europa, Derechos Human Rights (USA) y del GILC (Global Internet Liberty Campaign).
Información.
SEGÚN RAÚL REYES, COMANDANTE DE LAS FARC, "LLEGO LA HORA DE RESOLVER EL CONFLICTO"
Raúl Reyes aceptó darme una entrevista. Acostumbrado a la puntualidad militar, me esperaba en el
comedor de un hotel de cinco estrellas de Madrid con Olga Marín, su esposa, que dicho sea de
paso, no es la hija, ni la nieta, ni siquiera pariente lejana de Pedro Antonio Marín, más
conocido como Manuel Marulanda Vélez. Llegué tarde como me suele pasar, pero la conversación
comenzó con el comentario suyo de que la falta de chinchorro le jodía la espalda. Tenía una hora
para atenderme y por eso, sin más, le boté la primera y obligada pregunta:
ALFREDO MOLANO: ¿Para las FARC, cuál es el balance final del 'Eurotour'?
RAÚL REYES: El logro principal ha sido mostrarle a la comunidad internacional el interés tanto de
las FARC como del gobierno de encontrar salidas distintas a la guerra. Mostrar que Colombia no es
el paraíso del narcotráfico, sino un país de enormes posibilidades. Creemos que la lucha contra
el narcotráfico la debemos afrontar tanto los países consumidores de drogas duras y productores
de insumos químicos, como los productores de la base para la fabricación de la cocaína y la
heroína. Es una lucha que debe ser global. En Colombia eso significa inversión social. No sería
sólo injusto sino inútil erradicar la coca y la amapola, si se deja a los campesinos y a sus
familias sin qué comer. Hay que contar con una alternativa económica para que la gente pueda
dejar los cultivos ilícitos.
Un hecho muy positivo es que la comisión en su conjunto se ha convertido en una especie de
embajada volante de Colombia. Hemos mostrado las muchísimas posibilidades que tenemos e
insistido, al mismo tiempo, en que llegó el momento de resolver el conflicto. Hemos querido
mostrarles a la Unión Europea y a los países nórdicos que el conflicto nuestro es colombiano y
que lo debemos resolver los colombianos. Queremos construir nuestro propio futuro sin injerencias
foráneas. La intervención extranjera generaría más violencia y demoraría más las soluciones que
buscamos.
AM - ¿Qué es lo que más les ha impresionado en esta gira?
RR - Lo más impresionante ha sido, sin duda, la comprensión generalizada que han mostrado hombres
de negocios, líderes políticos y altos funcionarios europeos de que si no se hace inversión
social y no se acompaña de un compromiso político del Estado y económico de los empresarios con
la gente, la paz no se consigue. Nos han dado la razón sin pedírsela. Nos hemos sentido muy
reconfortados y, sin duda, la comisión del gobierno ha registrado este hecho. En segundo lugar,
hemos confirmado, una vez más, que la responsabilidad sobre los derechos humanos recae sobre los
estados y únicamente sobre los estados. También hemos reflexionado. En Europa se ha construido un
Estado donde hay buenas relaciones entre gobierno, empresarios y trabajadores, y en muchas partes
han disminuido tanto las diferencias sociales, que ya no hay lugar a posiciones radicales. Los
partidos sirven más bien para que la gente pueda expresarse. Desde Colombia esto no se puede ver
bien, pero desde aquí es claro.
AM - Entiendo que el viaje que han hecho está preparando la llamada 'mesa de donantes', que
presidida por España, buscará en el próximo verano recoger fondos para financiar el proceso de
paz.
RR - No. Esta gira tiene para nosotros un carácter exploratorio. Pero queremos decirle a Europa
con todo respeto pero con toda claridad, que cualquier ayuda económica que nos vayan a dar en el
futuro tiene que ser aprobada y estar bajo el control de la mesa de negociación, y que la
utilización de los recursos contaría con la fiscalización de los donantes, prestamistas o
contribuyentes. Todos sabemos en Colombia los altísimos riesgos que representa la corrupción y el
peso que tienen los sectores que buscan a toda costa inyectarle más recursos al aparato militar
para mayor dolor del pueblo colombiano.
AM - ¿Tendríamos que entender, entonces, que el Plan Colombia, que es la verdadera estrategia de
financiación externa del modelo de desarrollo del gobierno, estaría subordinado a la mesa de
negociación?
RR - No, el Plan Colombia es una obra de gobierno y no un acuerdo con nosotros. Las FARC se
oponen al Plan Colombia y estamos completamente en desacuerdo con sus objetivos. El 85 por ciento
del dinero de esa ayuda va a invertirse en escalar la guerra. Necesitamos ayuda para desarrollar
el país para lograr que los colombianos vivamos en paz. En ese sentido les hacemos un llamado a
los europeos y a los amigos verdaderos de Colombia para que no contribuyan a fortalecer este plan
tal como está hoy formulado. No podemos seguir siempre en la confrontación.
Las ayudas, para que sean eficaces, tienen que ser producto de los acuerdos de la mesa de
negociación. Hasta ahora no hemos pedido nada, porque sencillamente no hemos discutido el primer
tema de la agenda acordada, que busca resolver el problema de los cinco millones de colombianos
que no tienen empleo, de los dos que no tienen vivienda o de los miles que no pueden mandar sus
hijos a la escuela. Una vez lleguemos a un acuerdo y se elaboren programas con la participación
de todos los que lo quieran hacer, se calcularán cifras y se comenzarán a buscar los recursos.
Una parte la tendrá que aportar el Estado colombiano; otra, los empresarios y otra, por fin, la
comunidad internacional. En dos palabras: esos recursos los tendría que administrar la mesa para
evitar que vayan a parar al bolsillo de los corruptos o vayan a terminar fortaleciendo la guerra.
AM - ¿Por qué no han incluido a Estados Unidos en la gira?
RR - Comenzamos por Europa, pero no descartamos un eventual viaje a Estados Unidos. Sería muy
importante. Es bien sabido que allá hay sectores interesados en la guerra. El señor McCafrey, por
ejemplo, anda como Pedro por su casa por todo el país mostrando las bondades de la guerra. Sin
embargo, esa posición no es compartida por todo el mundo en Estados Unidos, no es unitaria en el
gobierno y menos aún entre el pueblo norteamericano. Hay sectores progresistas y pensantes en el
Congreso norteamericano que temen esta estrategia belicista porque la consideran una injerencia
inaceptable y porque sospechan que va a agravar el terrible panorama de derechos humanos en
Colombia. Sería muy oportuno, más adelante, explicar bien la situación y dejar en claro que las
FARC no son enemigas de Estados Unidos, y mucho menos de su pueblo. Todos sabemos que allá hay
unos sectores que viven de la guerra y que tienen en Colombia su correlato.
AM - Se dice que hay un pacto entre las FARC y el Partido Conservador y que por esa razón fueron
a Benidorm, donde se firmó en 1957 el Frente Nacional...
RR - Es un invento de los detractores del proceso, sobre todo del Partido Liberal. El Directorio
Liberal no puede desconocer que en la gira está el presidente del Senado, está el ex director de
la Asociación Nacional de Industriales y un archiconocido empresario. Son todos liberales. Es una
gran mentira, una mezquindad. El liberalismo no puede decir que lo hayan excluido de los diálogos
de paz. Tiene razón de estar dolido por no haber ganado las elecciones, pero no hay derecho a que
se oponga a los intereses de todo un pueblo por razones partidistas.
No obstante, si se analiza por el lado positivo, es verdad que podría estarse originando una gran
alianza por la paz en Colombia. Si así se entiende, perfecto, estamos de acuerdo. Necesitamos
asociarnos para sacar adelante el proceso. Bienvenidos pues, liberales, conservadores, gentes sin
partido... a hacer parte de la gran empresa que es de todos y no sólo del gobierno y de las FARC.
AM - Pero siendo pragmáticos, ustedes decidieron el triunfo electoral de Pastrana. ¿Pueden volver
a decidir?
RR - Lo que hay que decir, independiente de los deseos de muchos, es que las FARC son un poder
político reconocido y eso les da una capacidad grande para decidir sobre varios asuntos. Es la
razón para que nos reciban en muchas partes. Aunque nosotros no somos electores sino
revolucionarios, estamos dispuestos a disputarles el poder a los partidos tradicionales a como dé
lugar. También en las calles y en las plazas. Pero en la dirección de las FARC no hemos hecho un
análisis para definir la posición frente a las próximas elecciones. Lo que sí estamos buscando es
una alianza contra los guerreristas.
AM - Usted dijo hace unos días que en los últimos tiempos se había logrado más que en 40 años de
lucha.
RR - No. Lo que hay que decir es que todo lo que se hace hoy es el resultado de 40 años de
confrontación. Esta pelea viene desde las guerrillas liberales de los años 50 y nosotros hemos
seguido luchando. Es lamentable e inconcebible la cantidad de muertos que ha habido en tantos
años de guerra, debido a la insistencia del Estado en liquidar la oposición política democrática,
en acabar con las organizaciones guerrilleras, en acallar el sentimiento popular. Si no fuera por
nuestra lucha, no estaríamos hablándole al mundo. No hemos perdido el tiempo.
AM - ¿Se ha consolidado la mesa de negociación con la gira?
RR - Sí, la negociación propiamente dicha sí. El hecho de estar siendo recibidas las dos partes
por diversos países ya es una muestra de gran confianza de las partes. Las FARC no hubieran hecho
esta correría sin tener confianza en el gobierno, y el gobierno seguramente tampoco. Por tanto,
la gira es una muestra de confianza mutua, un buen mensaje para los colombianos y para la
comunidad internacional.
AM - ¿El recibimiento de que usted habla no implica tácitamente un reconocimiento de
beligerancia?
RR - Sin duda. Las FARC tienen de facto reconocimiento de beligerancia. Por eso en esta gira nos
han visto como una fuerza política con la que hay que contar, nos ponen al mismo nivel que al
gobierno y están pendientes de nuestros planteamientos y propuestas. Por eso nos reciben. Las
FARC han ganado en todos estos años de lucha el reconocimiento de beligerancia. Negar este
carácter es decir que hoy no hay confrontación. Sin esa confrontación no estaríamos viajando
ahora.
AM - ¿El reconocimiento de beligerancia, así no sea formal, facilita el canje de prisioneros?
RR - En la medida en que haya un reconocimiento de fuerza beligerante, es mucho más fácil el
intercambio de presos. Puede que esta gira no conduzca al reconocimiento de beligerancia y que
sigan negando con ceguera manifiesta esta alternativa. Pero entonces no vamos a poder ponernos de
acuerdo en una ley de canje permanente que permita inicialmente entregar los 500 soldados presos
que tenemos para que el gobierno nos devuelva los nuestros. La realidad es que por donde quiera
que nos movamos y cualquiera sea la acción que hagamos, nos reconocen como fuerza beligerante.
Somos una fuerza cada vez más grande que tienen que tener en cuenta para cualquier decisión que
vayan a tomar. Por eso es que el Estado y los políticos deben tenernos en cuenta como realidad
política, y por esa razón es que dicen que Pastrana llegó a la Presidencia debido al guiño de las
FARC.
AM - Pero el guiño fue importante, ¿o no?
RR El guiño ayudó a definir, porque nunca vimos con claridad los colombianos la propuesta
concreta de paz del doctor Serpa. Él habló muy genéricamente. Nunca dijo: "Yo como Presidente voy
a hacer tal y tal cosa en materia de paz". Pero en otras oportunidades sí dijo: "Yo no voy a
gobernar para el 'Mono' Jojoy, yo no voy a ser el presidente del 'Mono' Jojoy". Y cuando le
preguntaron si iría a desmilitarizar, contestó: "No, si los que tienen que desmilitarizar son
las FARC". Fueron gestos desafortunados y respuestas poco claras. No había transparencia. Creo
que al doctor Serpa lo aconsejaron muy mal sus asesores.
AM - ¿Qué ha pasado con la condición que ustedes pusieron de conversar sólo si se desmantelaban
los grupos paramilitares?
RR - Nosotros mantenemos esa exigencia. Pero en la dirección de las FARC vimos que teníamos que
hacer un aporte grande para lograr que la negociación no se empantanara. Vimos que para que el
proceso tomara su propia dinámica, no podíamos radicalizarnos e insistir en el desmantelamiento
de los paramilitares. Para nosotros el paramilitarismo es una política de Estado y no es con un
decreto presidencial como se va a acabar. A los paramilitares no se los inventó Samper ni
Pastrana. Para desmantelarlos, el Estado tiene que convencer al establecimiento. Sin embargo,
nosotros congelamos en una oportunidad los diálogos para mostrar nuestra inconformidad, y
recientemente le hemos dicho al Alto Comisionado para la Paz que el accionar de los 'paras' pone
en peligro el proceso. ¿Con qué confianza se van a continuar las negociaciones con esa gente
asesinando a diestra y siniestra? El gobierno no puede mostrarnos voluntad ni generar en nosotros
confianza, si continúan las incursiones criminales de esos grupos, que son simplemente sectores
del Ejército disfrazados dizque de autodefensas campesinas.
AM - ¿Ustedes tienen confianza en que Pastrana podrá ponerle fin al problema paramilitar?
RR - Nosotros más que confianza en Pastrana, tenemos confianza en el mismo pueblo. Si el pueblo
se está viendo cada vez más representado en la mesa, tendrá que presionar con muchísima fuerza
para plantear el fenómeno paramilitar como condición de arreglo. Ya hay algo en esa dirección:
los mismos empresarios y los políticos más consecuentes se están dando cuenta de que si los
diálogos no avanzan, el país se acaba de descuadernar, y si avanza, se abren muchas opciones.
Nosotros estamos dispuestos a aliarnos con todos los sectores políticos, económicos y sociales
que tengan como fin trabajar por la paz con justicia social, y eso significa trabajar contra las
acciones punitivas de los 'paras'.
AM - ¿Y cómo ven ustedes el proceso con el ELN?
RR - Yo creo que eso está resolviéndose. Personalmente, y con esto no quiero involucrar al resto
de la dirección nacional de las FARC, creo que al principio no hubo claridad de los compañeros
del ELN. Ellos empezaron a hablar en Maguncia sobre la necesidad de una convención nacional y
terminan pidiendo un área desmilitarizada. Eso no lo veo mal, pero eso confundió al gobierno, que
terminó preguntando: "Bueno... ¿y al fin qué es lo que quieren?" A nosotros nos parece muy bien
que les den
una zona para hacer su política, recibir sus amigos y explicar su situación.
AM - Ustedes están también en la región que pide el ELN para hacer la convención nacional. ¿Están
dispuestos a despejar también?
RR - La realidad es que nosotros estamos en todas partes, también allá donde está el ELN. En la
eventualidad de un despeje, el ELN tiene que contar con nosotros y convenir algunas normas de
convivencia. Las FARC consideran muy positivo que el ELN dialogue. Debe hacerlo y se le debe
garantizar un espacio físico para eso. Es muy importante. ¿Pero cómo va a ser la convención
nacional que proponen? Hay que precisarlo muy bien. Somos dos fuerzas distintas y ellos han hecho
algunas observaciones a la manera como nosotros en el Caguán entendemos y manejamos la zona
desmilitarizada. Esta diferencia nos hace preguntarnos qué quieren y cómo lo quieren. No tenemos
ningún problema en conversar con ellos, pero necesitamos desde ahora absoluta claridad para no
enredarnos después.
AM - Finalmente, ¿cómo va a incidir el 'Eurotour' en la mesa?
RR - Creo que con la gira hemos logrado mayor comprensión e integración. Se ha hecho conciencia
de que lo que se está buscando en la mesa de negociación no es la desmovilización y la entrega de
armas, sino la solución a fondo del problema social, económico y político del país. ¿Que cuándo
se firma la paz? Difícil preverlo porque la paz vendrá cuando la gente deje de aguantar hambre,
tenga empleo, cuando no la maten, cuando tenga garantías para pensar distinto, para que los que
disienten no sean asesinados o tengan que exiliarse.
[Fuente: Reportaje realizado por Alfredo Molano Bravo a Raúl Reyes, comandante de las FARC en
gira por Europa en febrero de 2000 para CAMBIO]
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