ODEP: El Motín en Colina 1
Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 27 de Enero, 2000. La impunidad engendra impunidad: El Motín en Colina 1.
Hace unos cuantos años la "chicota" (frunidiazepam) fue prohibida por los
propios presos (los "choros"), ya que los efectos de esta droga son
devastadores; produce estados alterados de conciencia y alucinaciones,
transformando a los afectados en animales dispuestos a obedecer cuanto se
les diga... Bajo los efectos de la "chicota" habían aumentado las riñas,
los muertos y los problemas en las cárceles. Al consumir esta droga, un
preso podía incluso matar a su hermano. La ley del hampa es más directa que
la del Estado, los juicios más rápidos. Desde entonces, rara vez se consume
"chicota" en los penales chilenos.
Pocos días antes de las elecciones, el domingo 19 de diciembre de 1999,
hubo un Motín en la cárcel de Colina, donde dos funcionarios de Gendarmería
fueron tomados como rehenes. Curiosamente, la casi totalidad de los
amotinados estaba bajo los efectos de la "chicota". Alrededor de las 4 de
la tarde de ese día, cuando se retiraba la visita, un grupo de presos tomó
como rehén a un mayor de Gendarmería; un teniente intentó rescatarlo y fue
también tomado como rehén. En ese momento no había mayores motivos para el
motín, sólo la "chicota". Los presos comenzaron a romper los candados de
los otros módulos (edificios donde están las celdas), rompieron los muros y
las rejas que dividen el penal, "liberando" a todos los presos en el
recinto carcelario. El control -o el descontrol- quedó en manos de los
presos: se rompió la segregación existente, los de Colina 1 sector "Patio"
pasaron a Colina 1 sector "laboral" (donde se han instalado algunas
fábricas particulares que emplean la mano de obra de los presos). Los que
estaban drogados se dedicaron a robar, violar y golpear a otros presos. Los
presos más antiguos y sensatos debieron hacerse cargo de los rehenes, como
única forma de defender sus vidas. Hubo presos que pelearon para defender
la integridad física de los rehenes, pues sabían que los antimotines y
otros gendarmes estaban listos para iniciar un genocidio en el caso de que
murieran los rehenes. Algunos trataron de darle al motín un sentido
reivindicativo, tarea imposible con los saqueos y abusos.
¿Causas reales del motín? La euforia, el desvarío, las bajas pasiones
desatadas, la rabia acumulada, la soledad, la desesperanza...
La negociación de los amotinados con las autoridades fue una farsa, una
manera formal de terminar el motín, concebida por los presos, los
gendarmes secuestrados y el Director Nacional de Gendarmería, Hugo Espinza.
¿Qué se negoció? ¡Nada! Supuestamente, que Gendarmería no tomaría
represalias contra los amotinados, pero todos los "ciudadanos honestos"
esperaban que eso fuera mentira, mientras que los presos se tragaban la
lejana posibilidad de que no hubiera represalias...
Para la opinión pública, el motín terminó sin muertes fatales, sólo la de
un delincuente que, por cierto, no es una fatalidad sino parte de la purga.
Los días siguientes hubo operativos de allanamientos y traslados de Colina
1 a Colina 2. Un buen grupo de presos, bien identificados e individualizados
fueron trasladados al Módulo 1 (módulo del terror) de Colina 2. Allí fueron
golpeados brutalmente, como se merecen los delincuentes, les quebraron los
brazos, les fracturaron las mandíbulas, han sido mordidos por perros...
Total, son delincuentes, no tienen derechos humanos y todos estamos felices
de que sufran, porque los ladrones deben sufrir y ojalá morir.
En resumen, todo esto queda dentro de Colina. Nosotros, los presos, estamos
acostumbrados a ser torturados, estamos acostumbrados a que el silencio de
la civilidad sea cómplice de estos abusos, estamos acostumbrados a las
mentiras, pues vivimos debajo de la superficie de la sociedad, lejos de los
lugares donde se teje el poder, aunque aquí en la cárcel ese poder se
ejerza sin caretas y con el beneplácito de toda la sociedad.
El año pasado salió a la luz pública la tortura sobre los cuerpos de los
prisioneros políticos recluidos en la Cárcel de Alta Seguridad, durante un
operativo de traslado a Colina 2. Pero tras las maniobras del gobierno,
mediante una incomunicación total de los presos, mediante amenazas,
mediante tratos secretos entre algunos presos y familiares, se desmovilizó
la denuncia y otra vez se dio otro paso hacia la consolidación de la
impunidad en Chile, que es ya parte de la cultura adquirida en el quehacer
político (en el ejercicio del poder). Todos los días en Chile se tortura a
los presos, políticos o no políticos. Todos los días en Chile la tortura
queda impune; la tortura en Chile es parte de la Normalidad, es normal
incluso para el torturado. Es parte asumida de la realidad chilena, es
parte asumida de la esencia del sistema de gobierno, es parte asumida por
todos, por los representantes de los derechos humanos del gobierno, la
Cámara de Diputados, los diferentes partidos institucionales y legales de
este país. Todos, absolutamente todos, saben de la tortura de estos días y
de la impunidad.
Esta es la esencia del régimen que se desarrolla, el mismo que será
desarrollando el "compañero Lagos". Es por eso que los marginados, los
automarginados, los que no estamos "ni ahí", no votamos, porque es casi
morboso tener que elegir al verdugo que nos decuerará mañana. Y sí que da
mismo votar por uno o por otro; los confundidos son los que aún creen en el
compañerismo y la solidaridad como principio básico de los socialistas.
¡Despierte! En este país los socialistas renovados no han inaugurado ninguna
institución solidaria, salvo la de una solidaridad macabra con Pinochet.
Ellos son los artífices de la tenebrosa Oficina de Seguridad Pública, copia
de la ex-CNI. Los socialistas son los ideólogos de la segregación dentro de
las cárceles, constructores y diseñadores de las Cárceles de Alta
Seguridad, verdaderos campos de exterminio y aislamiento.
Yo no pondré mi nombre al final de este texto, esta vez me presento
encapuchado. Porque ¿quién me tenderá una mano el día de mañana cuando me
golpeen? ¿Quién alzará la voz para protestar cuando me quiebren las
mandíbulas o me muerdan los perros? Hasta dudo que alguien quiera escuchar
mi grito, ni siquiera mis compañeros de "cana", que están tan aterrorizados
como yo. Porque realmente en la tortura se sufre, se llora, se maldice, se
siente la soledad y el miedo y el desamparo... Y te orinas, te cagas, y
gritas y quieres morir. Así que no me digas maricón porque no firmo con mi
nombre.
Desde lo profundo, desde lo más íntimo, desde los intestinos del mundo, no
de la superficie...
YO
Enero del 2000.
Desde:"odep@reuna.cl"
From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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