Antecedentes de una difamadora de Fidel
Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 1 de Marzo, 2000. CHILE: Antecedentes de una difamadora de Fidel. Por Sergio Ramírez.
Es indudable que Chile es un país de magia. Pero, fundamentalmente, de
magia negra. Muchos de sus actores sobrepasan los niveles máximos mundiales
de impudicia y cinismo. Posan de demócratas, mientras que en el pasado
reciente fueron activos personeros de la dictadura, avalaron sus crímenes e
hicieron posible, hasta hoy, la impunidad de asesinos y torturados. Un
especial espécimen es Mónica Madariaga, ex ministro de su tío el Chacal del
Mapocho, que ha presentado un libelo acusatorio contra Fidel Castro
invocando principios que ella violara como ministro de Justicia en el
período del genocidio provocado por la dictadura castrense.
La acelerada podredumbre de asesinos y cómplices de las violaciones a los
DD. HH. es un proceso nauseabundo. Recientemente la fascista Corporación "11
de Septiembre", mafia que cobija a los sectores más reaccionarios del
militarismo pinochetista, por intermedio de la abogada Mónica Madariaga,
presentaron una demanda judicial contra el líder cubano Fidel Castro, por
la "responsabilidad" que le cabría en la muerte del guardaespalda del ex
intendente Carol Urzúa, siniestra figura represiva de los servicios de
inteligencia de la dictadura. Ambos fueron muertos por una organización
antidictatorial chilena, en un acto de justicia por los miles de crímenes
cometidos contra indefensos opositores. Tal espúrea maniobra apunta a
objetivos que desnudan el verdadero carácter fraudulento de las
acusaciones. Los directos responsables del genocidio contra el pueblo
chileno buscan, en última instancia, reescribir la historia del período
dictatorial, justificar sus latrocinios y crímenes y condenar a todo el
pueblo que enfrentó la represión del Estado fascista, recurriendo a
diferentes formas de lucha. En la coyuntura política inmediata, tanto los
personeros de la organización pinochetista como la abogada, señalaron que
tal demanda tenía por finalidad impedir la presencia del dirigente cubano
en los actos de transmisión del mando presidencial, cuando asuma Ricardo
Lagos el 11 de marzo próximo.
La fundamentación del libelo contra Fidel Castro es una mala copia de los
cargos tradicionales que ha elaborado la CIA para justificar agresiones,
sabotajes, bloqueo económico, envío de terroristas y asesinos contratados
en el lumpen gusano de Miami, etc., ejecutadas por EE. UU. contra el pueblo
cubano y su Revolución. Mónica Madariaga expresó que la demanda era: "Por
el delito de homicidio calificado, por el delito de preparación de grupos
subversivos y terroristas y por el concierto para el ingreso ilegal de
armas al país, que derivan precisamente del adoctrinamiento
político-militar recibido de parte de grupos subversivos chileno por las
Fuerzas Armadas regulares del Gobierno cubano". Así, queda en evidencia
otra siniestra intención de Mónica Madariaga, de los asesinos, de los
profitadores de la dictadura y responsables de crímenes de lesa humanidad,
cobijados en la cueva de Alí Babá denominada "Corporación", de que si la
acción judicial prospera, podrían iniciar un proceso contra el Presidente
cubano a la luz del de Londres contra Pinochet.
Mónica Madariaga es un personaje siniestro de la política chilena. Su
trayectoria está marcada por su fidelidad al fascismo dictatorial, su
complicidad en las violaciones a los DD. HH, su protección a los asesinos
mediante la impunidad y sus esfuerzos para cerrar toda posibilidad de
democracia en Chile. Paralelamente, son manifiestos sus intentos de
esconder su responsabilidad en la tragedia criminal y ocupar un espacio en
la democracia de los consensos inaugurada por la Concertación. En efecto,
en los últimos años, cuando objetivamente comenzó a cambiar la marea, la
"señorita" Madariaga, aparentó tomar cierta distancia de la dictadura.
Hecho que aceptaron, únicamente, quienes tratan de tener mala memoria para
poder así ser convidado a los festines de la nueva clase política
administradora de la herencia dictatorial y/o para ubicarse en las filas de
quienes sólo saben reptar para alcanzar posiciones de poder.
EXPERIENCIA GANGSTERIL
La estrategia de la Madariaga de representar un aparente alejamiento de la
obra dictatorial no ha borrado, sin embargo, la memoria del rol que jugara
-¡y con que entusiasmo, abnegación, responsabilidad y servilismo!- al
servicio de Pinochet, su pariente, de quien gustaba decir que se sentía "un
soldado más". La maniobra del libelo citado reitera su permanente adhesión
a los principios retrógrados y fascista de la dictadura. Un breve vistazo
al ayer dictatorial así lo demuestra. Esta abogada fue designada ministro
de Justicia por "Augusto" - como le decía coloquialmente- el 20 de abril de
1977 y estuvo en su cargo casi 6 años hasta el 14 de febrero de l983,
cuando pasó al ministerio de Educación donde permaneció 8 meses. Luego fue
embajadora de Pinochet ante la OEA. Es decir, su reponsabilidad en la
gestión de un gobierno dictatorial sanguinario, genocida y corrupto es
indesmentible. Fue una pieza fundamental en el engranaje criminal de la
dictadura. Cito sólo algunos hechos puntuales que, a pesar de su
limitación, la caracterizan con precisión.
Cuando la dictadura determinó hacer la consulta plebiscitaria de 1977, para
consolidar el poder dictatorial de Pinochet, el Contralor de la República,
entonces Héctor Humeres (designado por el mismo dictador), rechazó el
decreto convocatorio de la Junta Militar. A toda prisa la ministro
Madariaga -una de las inspiradoras del acto electoral fraudulento- se
preocupó de cursar la "jubilación" de Humeres para dejar legalmente
sancionado el fraude. En su reemplazo fue designado Sergio Fernández, el
mismo fascista que fue posteriormente ministro del Interior y que
actualmente es senador designado. En pocas horas Fernández aprobó la
consulta. Fue un episodio vergonzoso, inmoral y cínico, similar a todos los
actos de la dictadura y de la "señorita" Madariaga. Así, gracias a la
intervención de la Madariaga, la consulta se realizó sin registros
electorales, en mesas constituidas exclusivamente con partidarios de la
dictadura, con estado de sitio, sin propaganda opositora; se votó por
Pinochet identificado por una bandera chilena, sus opositores debían votar
por una bandera negra en votos transparentes, que permitían sus
identificaciones. La no existencia de registros de votantes facilitó el
fraude más grande que registra la historia chilena (sólo comparable a otro
que la misma Madariaga ayudaría a realizar 3 años después). Los tribunales,
bajo la batuta de la ministro de Justicia, calificaron el acto como ejemplo
de "transparencia democrática".
Con esa experiencia gangsteril, Mónica Madariaga tuvo destacada
participación el plebiscito de la Constitución dictatorial de 1980,
realizado también bajo estado de excepción y sin garantías para la
oposición. El fraude fue similar. Además, se destacó en la elaboración de
la propuesta constitucional indicada. Por encargo de su tío Augusto, fue la
responsable de las definiciones constitucionales que consagraban el
pensamiento dictatorial de mantener el poder real mediante una juridicidad
antidemocrática, plagada de instituciones y prerrogativas jurídicas que
aún, después de 10 años de gobierno de la Concertación, siguen amarrando la
democracia a la maraña jurídica de tiempos de dictadura. La "señorita"
Mónica tuvo una actitud deliberada y trascendente para evitar que en Chile
pudiera existir una democracia verdadera.
EL SILENCIO DE UNA VULGAR ENCUBRIDORA
En los 6 años que Mónica Madariaga se desempeñó como ministra de Justicia,
ocurrieron muchos hechos. Pruebas irrefutables señalan la existencia de
miles de actos de torturas y asesinatos. La actual supuesta defensora de
los DD. HH guardó cómplice silencio de vulgar encubridora. Hubo fraudes y
negociados de los mandos militares y de su propia familia (comenzando por
el propio Pinochet), igualmente guardó silencio e inmovilizó al aparato
judicial para asegurar total impunidad delictual a su "tío Augusto" y demás
miembros de su clan. Pero, no todo fue silencio en su defensa de la
dictadura y sus personeros. Tuvo una exaltada polémica con la Iglesia
Católica a la que acusó de querer desprestigiar al Ejército con sus
"inexistentes" violaciones de los DD. HH. Además, en una actitud tragicómica
llegó a gritarle "traidor" a Cubillos, canciller de la tiranía, luego del
frustrado viaje de Pinochet a Filipinas.
Su obra cumbre como ministro de Justicia fue el Decreto ley de amnistía de
1978 que aseguró la impunidad a los autores de crímenes de lesa humanidad
(incluyendo a su propio tío Augusto). Fue la principal redactora. La
mencionada ley lleva su firma y la de Pinochet. Sus disposiciones, vigentes
hasta el presente, han logrado su objetivo: borrón y cuenta nueva para los
autores materiales e intelectuales de asesinatos y detenciones seguidas de
desaparecimiento. Consciente de su responsabilidad nada dijo sobre la ley de
amnistía en los años siguientes en que permaneció en el gobierno. Sólo en
los últimos años, buscando un acomodo en la democracia castrada (en parte
por su acción directa), ha sostenido que la amnistía fue desvirtuada. Pero,
los porfiados hechos de la realidad desenmascaran sus poses democráticas.
En efecto, en el libro "La historia oculta del régimen militar" se relata
lo siguiente: "El mismo día en que fue promulgada, el miércoles 19,
Pinochet partió a la Academia de Guerra y tuvo una larga reunión con los
oficiales jóvenes que le expresaron abiertamente su inquietud por el texto:
¿Significaba acaso que las acciones de guerra serían ahora vindicadas y
ventiladas en juicios públicos para después aplicarles la letra de la ley,
salvando la pena pero no la honra de los eventuales acusados?". Prosigue el
relato: "Pinochet dió tranquilidad a los oficiales, explicó los alcances y
sentidos del texto y lo justificó en la necesidad de dar confianza y
tranquilidad a la nación".
Si Pinochet el mismo día de promulgada la amnistía pudo garantizar a los
oficiales que no habría investigaciones que los pusiera en el banquillo de
los acusados ¿podía ignorar esa posibilidad su ministro de Justicia que
había redactado la ley y tenía contactos con los ministros de la Corte
Suprema?. La verdad es concreta: La Madariaga elaboró una verdadera ley de
punto final para proteger a asesinos.
En la defensa de genocidas, Mónica Madariaga ha contado con la colaboración
posterior de los gobiernos de la Concertación. En cambio el pueblo exige
que Pinochet y sus esbirros, incluyendo su sobrina, deben responder por las
más de 3 mil personas ejecutadas, asesinadas o desaparecidas entre el 11 de
septiembre de 1973 y marzo de 1978 -período cubierto por la ley de
autoamnistía- y las 462 asesinadas o desaparecidas entre marzo de 1978 y
diciembre de 1990. También, deben responder por los que sufrieron torturas
atroces, por los degollados, los quemados vivos, los dinamitados, por los
miles de presos políticos que pasaron largos años en la cárcel después de
haber sufrido torturas, por los que debieron permanecer en el exilio al
tener hasta el día de hoy procesos pendientes en la justicia militar; por
los exonerados; por los miles de chilenos que se exiliaron para salvar sus
vidas. Debe responder por las miles de personas sometidas a allanamientos
vejatorios, por los que sometidos por el hambre debieron aceptar empleos
indignos, por el miedo generalizado durante 17 años, por la quema y censura
de libros, etc.
LAS FALACIAS Y MENTIRAS DE LA SOBRINA
La detención de Pinochet en Londres enfatizó la subordinación del gobierno
de Frei a los mandos castrenses. En lugar de adoptar una actitud
consecuente, se involucró en una frenética defensa del ex dictador para
consolidar la ley de impunidad elaborada por la Madariaga. En tal
propósito, recurrió a todo: le concedió status de diplomático, defendió sus
fraudulentos títulos de senador vitalicio y ex presidente de la República y
diseñó la imagen de anciano deficiente mental, digno de consideraciones
humanitarias para que no sea extraditado y juzgado en España. Además, ante
la imposibilidad de postular la inocencia de Pinochet, los principales
voceros de la Concertación han declarado que "todos somos culpables" del
golpe de Estado y de sus consecuencias. Tal falacia histórica, que trata de
convertir en verdad Mónica Madariaga con su libelo contra Fidel Castro,
marca la unión definitiva de los poderes del Estado en torno a la política
de impunidad impuesta bajo la acción de la sobrina del Chacal del Mapocho,
consagrada en la Constitución dictatorial de 1980, en la Ley de Amnistía y
en la complicidad de poder Judicial, que al rechazar miles de recursos de
amparo, condenó a muerte a esas víctimas de la represión dictatorial. En
cambio, procedió a la aplicación sistemática de la ley de amnistía a todos
los juicios por desapariciones, torturas y asesinatos de personas.
Mónica Madariaga, para justificar su ridícula demanda contra Fidel, recurre
a falacias de "terroristas" y manipulación del concepto "subversivos".
Tales infamias no resisten un examen serio. En efecto, para entender la
justa lucha de esos calumniados luchadores por la democracia (algunos aún
presos políticos), es necesario tener presente que Pinochet instauró un
régimen represivo, que torturó, asesinó e hizo desaparecer a miles de
chilenos. Ante esta situación el pueblo no podía quedarse indefenso y
aceptar pasivamente el exterminio. Tomar las armas, rebelarse contra la
dictadura no sólo es éticamente aceptable sino que hasta el derecho
internacional y la doctrina de la Iglesia lo proclaman. Por eso, son
subversivos, luchadores por la democracia y el cambio social, que ante la
realidad de crimen y terror impuesta desde el Estado dictatorial, deciden
subvertir el falso orden establecido. Asumir una actitud subversiva ante
tales prácticas asesinas es una actitud digna. En cambio, el silencio
cómplice o la colaboración con los violadores de los DD. HH son actos
criminales que ameritan sanción, como la actitud de la propia Madariaga, de
los tribunales y de actuales figuras de la Concertación. Diferencias
sustantivas que determinan que los esos subversivo y los actuales presos
políticos no son terroristas, como ella y la cofradía pinochetista los
califican. El terrorista es aquel que atenta contra el pueblo indefenso,
torturando, asesinando, haciendo desaparecer. Pinochet cumple estos
requisitos. Por lo tanto, debe ser juzgado y condenado como asesino que
ejerció el terrorismo de Estado, junto a sus cómplices, entre los cuales
destaca la Madariaga.
Que la "señorita" Madariaga haya abandonado, supuestamente, su fervor
dictatorial o trate de aparentar un nuevo "ardor" democrático, sería algo
meritorio si fuera verdad. Pero, ni aún así es una persona decente y
honorable para hablar de democracia, acusar a Fidel, ejemplo de
consecuencia en su lucha contra la opresión y por la libertad y derechos a
la autodeterminación de los pueblos, ni menos para pontificar sobre
corrupción y violaciones a los DD. HH, aunque es una testigo-cómplice
privilegiado sobre las andanzas de ladrones, estafadores, degenerados
asesinos, fascistas, torturados y traidores.
From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.Ramón@numerica.it
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