Entrevista a Rafael Escorza y Carlos Silva (El Siglo)
Tlahui-Politic 9 I/2000. Información enviada a Mario Rojas, Director de Tlahui. Chile, a 28 de Marzo, 2000.
FUENTE: Prensa Latina Nº 975 - Del 17 al 23 de marzo del 2000 - El Siglo
Entrevista a Rafael Escorza y Carlos Silva,
prisioneros de la Cárcel de Alta Seguridad:
"A Chile lo están convirtiendo en una gran cárcel"
Carlos Silva y Rafael Escorza, presos políticos en la Cárcel de Alta
Seguridad, hablan en exclusiva por medio de una cinta que logró sortear la
vigilancia de la CAS. En ella dan respuesta a interrogantes relacionados
con las condiciones penitenciarias, las aberraciones judiciales a que están
sometidos, la situación política generada por la elección de Ricardo Lagos,
la unidad de la izquierda y la lucha por ser felices.
"Compañeros, desde la Cárcel de Alta Seguridad los prisioneros políticos
Rafael Escorza y Carlos Silva quieren saludar a cada uno de ustedes.
Entendemos que estas respuestas están condicionadas al hecho de ser
individuos y no representan el sentir de todos los que estamos en este
penal. Trataremos de ir más allá de nuestras propias opiniones personales
con respecto a los diversos temas". Con estas palabras Carlos Silva, ex
integrante del Mapu Lautaro, inicia la cinta que logró sortear la
vigilancia de la CAS.
Por su parte, Rafael Escorza, integrante de FPMR, señala: "Un saludo
fraternal para todos los compañeros, haciendo un reconocimiento de que nos
permitan expresar nuestras visiones frente a la situación política y social
del país. Creemos que cada una de las preguntas amerita una cinta completa,
pero dado lo precario de la situación, lo que valora más la posibilidad que
nos brindan, tendremos que ser muy sucintos y habrá cosas que se nos
escapen".
Ambos están condenados a presidio perpetuo. Carlos Silva, por el rescate de
Marco Ariel Antonioletti, y Rafael Escorza, por el secuestro de Cristián
Edwards.
-¿Cuál es la situación, transcurrido más de un año desde el traslado hasta
el Penal de Colina?
R.E: Es de total desmedro, comparada con la que habíamos alcanzado al 6 de
febrero de 1999. Al regreso desde Colina Dos a la CAS, se implementó un
régimen muy similar al que se previó cuando fue creada y que nunca pudieron
aplicar en su totalidad, como las visitas a través de locutorio, el uso de
los patios por una hora y otras reglas. En este momento se están aplicando
normas que operan en forma individual y no colectiva, como era en un
comienzo. Por ejemplo, en los talleres puede trabajar un grupo
indeterminado de compañeros del sector en que habitamos, pero desde nuestro
sector y hacia el taller el desplazamiento se hace de manera individual,
con allanamientos de ida y regreso.
-Un elemento importante en la huelga de hambre en Colina Dos fue la
solidaridad de diversas organizaciones. ¿Cómo se sintieron y qué
continuidad le han dado a eso?
R.E: Pensamos que la magnitud de lo sucedido y el trabajo desarrollado por
nuestro entorno durante estos años, gatilló una toma de conciencia de la
problemática de la prisión política en nuevas organizaciones.
Lamentablemente, hemos tenido una discontinuidad pero nunca es tarde para
retomar el acercamiento.
-¿En qué quedaron las acciones de violencia y tortura de que fueron objeto
por parte de personal de Gendarmería?
R.E: Estas acusaciones fueron constatadas por el Presidente de la Comisión
Chilena de DD.HH., Jaime Castillo Velasco, y por el Capellán de
Gendarmería, señor Vial, quienes nos visitaron en el penal de Colina cuando
ya habían transcurrido cuatro días. A esa altura todavía algunos compañeros
presentaban huellas evidentes de las torturas. Lamentablemente, hubo una
abrupta y unilateral decisión de dar término a la huelga de hambre, por una
mayoría de compañeros. Sólo cuatro persistimos en el movimiento, lo que
provocó que el gobierno planteara que el término era un reconocimiento
tácito de que no habían existido las torturas.
Hay que seguir presionando para que se tomen medidas, porque en esta seudo
democracia existe todavía la política represiva heredada de la dictadura.
Así como desde el período pinochetista hay hechos que se mantienen impunes,
durante estos diez años también existen delitos que están en la total
impunidad. Uno de ellos es esa situación, que se suma a un alto número de
compañeros torturados al momento de sus detenciones. Hay un informe de la
Comisión de DD.HH. de las Naciones Unidas en que se denuncian más de 60
casos de tortura.
C.S: Constatamos una vez más que el Poder Judicial ha demostrado su falta
absoluta de aplicación de justicia, si bien debemos reconocer que hay
jueces que han sido rigurosos en su labor, llegando lo más a concho
posible, como fue el dictamen de la Corte de Apelaciones que acogió el
recurso de amparo a nuestro favor. Sin embargo, al final de cuentas, la
Corte Suprema echó pie atrás, desdijo a sus pares y terminó desconociendo
la existencia de las torturas. No nos cabe duda que fue la presión política
la que en definitiva zanjó la situación en contra nuestra.
-Este 20 de febrero la CAS cumplió seis años. ¿Qué evaluación hacen de este
penal construido por la Concertación?
C.S: La CAS es parte de una estrategia antisubversiva de la Concertación,
donde cumple roles que podríamos definir a grandes rasgos como la necesidad
del gobierno de instalar un aislamiento estricto con respecto a la
sociedad, aplicarnos un régimen de castigo dirigido a la destrucción
política e ideológica y, a través de esto, instalar una señal de
escarmiento hacia todos los que adopten una lucha más radical y activa
contra este sistema. Si debemos ser rigurosos, desde un plano estrictamente
político, esta CAS ha sido exitosa. La expresión más clara de eso es que
nuestra realidad interna ha cambiado. Los miembros de las distintas
organizaciones no están desarrollando las mismas políticas de hace seis
años y no tenemos el grado de presencia que tuvimos. Por otra parte, estos
años de encarcelamiento nos han hecho volcar nuestra energía a lograr
condiciones más dignas de vida aquí. Eso ha implicado bregar contra el
aislamiento interno y por la posibilidad de comunicarnos con la gente de
afuera, y ha tenido como efecto la aparición de diferentes maneras de ver
esta lucha al interior de la cárcel. Eso es lo que en definitiva ha
provocado un proceso de fraccionamiento, dispersión y falta de unidad
interna.
Si bien estos años de prisión no pasan en vano, no alcanzan para consagrar
una victoria definitiva sobre nosotros. La permanente política represiva al
interior de la CAS y la constatación de que en el país no han cambiado las
cosas a favor del pueblo, nos reafirma en nuestras opciones. En ese
sentido, seguimos siendo los mismos, seguimos aportando a los cambios de
fondo y, en ese mismo sentido es que decimos que la CAS ha fracasado.
-Respecto a la situación procesal, ¿qué podrían decirnos?
R.E: El mentís al supuesto Estado de Derecho imperante, es la situación
procesal de los prisioneros políticos. Un significativo número ha sido
sometido a un doble procesamiento. Es decir, a la intervención de
tribunales civiles se agrega la intervención de la Justicia Militar en los
procesos. A la mayoría se nos ha impedido el derecho a la legitima defensa,
hemos sido condenados por simples presunciones sobre la base de informes de
seguridad. Después de siete años, muchos prisioneros políticos aún no son
condenados y otros estamos sometidos a condenas excesivamente altas.
C.S: La aplicación de esta forma procesal es claramente discriminatoria en
relación al conjunto de la población penal y de los procesados por las
violaciones de los Derechos Humanos. Esto es a causa de la Ley
Antiterrorista, que aumenta en varios grados la penalidad, y de las
condiciones en que se llevan a cabo los procesos.
-¿Cuál es el llamado a quienes, incluso no compartiendo sus posturas,
buscan la unidad para lograr la transformación social?
R.E: Se hace difícil elaborar una propuesta, ya que la información que
poseemos de la realidad es sesgada y subjetiva. Pero, a modo de una
apreciación muy general, la lucha por lograr las transformaciones sociales
debe tener un carácter eminentemente antisistémico, sin afanes hegemónicos,
y las diferentes formas de enfrentar este desafío estarán determinadas por
las coyunturas y las condiciones objetivas que desarrolle la confrontación.
C.S: Tenemos la impresión de que hay un sentimiento muy grande de
descontento por los efectos de este sistema sobre los sectores populares.
Pero no se ha logrado generar un accionar que permita apostar a objetivos
mayores. En ese sentido, está claro que una de las cosas que influye es el
problema de la atomización, la falta de referente, la falta de unidad; y si
algún llamado podríamos hacer desde acá, es que precisamente se redoblaran
los esfuerzos de carácter unitario, la solidaridad entre las distintas
luchas y movimientos sociales, y que se hicieran los mejores esfuerzos por
construir un conjunto de propuestas políticas que den pie a un estado
superior de lucha.
-¿Cómo analizan la situación que se inicia con la llegada de Lagos a La
Moneda?
C.S: Partiendo por reconocer que, en general, la elección de Lagos y los
resultados son un revés importante para los intereses de las mayorías
populares, a nosotros lo que nos importa es lo que está sucediendo con el
pueblo. Sabemos que Lagos, en lo esencial, se cuidará mucho de no pisarles
los callos a los empresarios. Pero el desplazamiento hacia la derecha
debería hacernos meditar en qué se está fallando en la relación con los
sectores populares. La preocupación principal es lo que pueda estar
sucediendo con ese cambio de mentalidad que se percibe en la gente, o la
profundidad que éste pueda tener. Y es preocupante porque hoy día no
existe, y no se ven muchas posibilidades a corto plazo de levantarla, una
alternativa política seria al actual sistema.
No hay organizaciones con capacidad de convocatoria más allá de su propia
particularidad y eso, como efecto principal, va provocando un aumento del
escepticismo, una falta de confianza en una alternativa política propia. Es
importante ir recuperando la capacidad de asombro y de rabia por parte del
pueblo, y un cambio más profundo en las fuerzas políticas revolucionarias
que las empuje a procesos de unidad verdadera. Yo diría que éstos son los
requisitos claves para empezar a superar este período de reflujo.
-Una situación compleja se vivió hace poco en el Penal de Yanamayo, en el
Perú: ¿qué elementos similares se vislumbran en ese caso con lo que viven
ustedes?
C.S: Es casi un axioma que el uso de la violencia represiva por parte del
Estado siempre es proporcional al grado en que se ve amenazado el sistema
dominante. La situación en el Perú puso en jaque al poder, de ahí que el
grado de reacción de Fujimori y los milicos fue mucho más brutal que lo que
se ha dado en este período en Chile. Y eso es lo que marca la diferencia
principal, no vemos otra. Es sólo una diferencia de grados. Por mucho que
la experiencia de la dictadura haya marcado a los que hoy están gobernando
en este país, eso no significa que llegado el caso no echen mano de los
mismos recursos.
-¿Cómo evalúan los 16 meses que se tuvo detenido a Pinochet?
C.S: Los efectos políticos han sido más fuertes fuera del país que aquí
adentro. En los sectores dominantes, al menos tuvo un efecto "conciliador"
a través de la Mesa de Diálogo. Ahora, hasta donde intuimos, esto no busca
más que poner punto final al asunto y dar vuelta la página, dejando en
claro que no habrá justicia más allá de algunos casos puntuales, que son
demasiado groseros como para que se puedan hacer los lesos.
R.E: Aparentemente, los poderes económicos ya no necesitan de los golpistas
para desarrollar sus políticas, y aunque a los milicos no les han faltado
ganas de reaccionar, frenaron su accionar y moderaron su discurso en virtud
de la posición de las clases oligárquicas que hoy ven en la Concertación un
eficiente administrador de la política económica que les beneficia. Los
problemas de la droga y la delincuencia no son más que palancas que van
favoreciendo los mismos procesos de fortalecimiento del sistema. Van
creando "los grandes problemas" a partir de situaciones que, siendo reales
y graves para la sociedad, no son el centro del asunto. Y a través de ellos
el sistema va perfeccionando mecanismos de represión, y haciendo que la
gente no se preocupe del bajo sueldo, de las pocas expectativas de
desarrollo personal.
Uno de los cuestionamientos al interior del CAS, es el exceso de cámaras
que atentan contra la privacidad, pero también han proliferado en Santiago
las cámaras en las calles con el pretexto de la lucha contra la
delincuencia, y la delincuencia sigue aumentando. Claro, porque la
colocación de esas cámaras en realidad no apunta a ese fin, sino que al
control de la población.
C.S: No es exagerado asegurar que Chile se esta convirtiendo en una gran
cárcel, donde el sistema de vigilancia, de control sobre la gente, está
siendo cada vez más riguroso para dejar tras el telón a los delincuentes
más grandes, a los que se están robando el país.
-Sobre el tema del afecto, la familia, los sentimientos: ¿cómo se viven?,
¿cómo en estas condiciones se trabaja para ser felices?
R.E: Es vivificante constatar la entrega de nuestros seres queridos. Cuando
las hermanas, los hermanos, se movilizan por situaciones conflictivas al
interior, como la tortura del 6 de febrero. Dejan de lado todo y están con
nosotros, están afuera indagando cómo estamos, procurándonos el apoyo y en
todos esos momentos haciéndonos llegar mediante cualquier triquiñuela
escritos de apoyo. Tiene mucho que ver con cómo uno asume la prisión, con
el convencimiento de que la situación transitoria que vivimos es -como
decía por ahí un personaje- "un accidente de trabajo", y no nos
cuestionamos, ni decimos: "¡rechupeta, por qué lo hice!" Estamos
convencidos de que lo que hicimos era lo correcto y eso nos hace soportar
esta prisión de la mejor forma posible y, aunque parezca increíble,
logramos ser felices a momentos, a ratos, cuando estamos junto a nuestras
compañeras y podemos tener esa relación de parejas que nos está vedada.
C.S: La vida continúa, a pesar de que la prisión va dejando huellas y
provocando cambios en nosotros y en las percepciones del mundo, y a pesar
de la distancia objetiva que se impone entre nosotros y los nuestros. Cobra
un valor especial el experimento de la convivencia, una convivencia
impuesta que va provocando las mismas situaciones que en los grupos de
afuera: amistades que se fortalecen, construyen, renuevan, y otras que se
diluyen por distintas razones. Hay un telón de fondo que crece en forma de
una mayor tolerancia, que va desde la simple coexistencia hasta expresiones
de camaradería más franca, más abierta. La amistad es más cercana, dando
pábulo al intercambio de los aspectos más privados de cada uno, familiares,
afectivos, que empiezan a ser también preocupación e interés de los demás.
Con respecto de nuestras relaciones hacia el exterior, en lo fundamental
estamos muy agradecidos con la gente que ha estado en las duras y en las
maduras; que ha estado horas esperando afuera, bajo la lluvia, a ver si
tiene una señal de parte nuestra.
No podemos dejar de decir que hay mucha gente que no conocemos y que
siempre están haciendo mucho por nosotros. A esos anónimos nunca los vamos
a ignorar, nunca los vamos a dejar de reconocer. Sabemos que para muchos la
CAS y los prisioneros políticos no existen. Son una especie de
desaparecidos vivos, a los cuales se les aplica un doble estándar que es
tremendamente irritante, pero a la vez comprensible porque, en la medida
que se nos ignore, más se favorece la ignorancia de los problemas de fondo
que sufre la sociedad chilena.
Todo esto tiene que ver con que para nosotros la lucha por la libertad no
sólo tiene que ver con nosotros como personas o como organizaciones. Ni
siquiera es tan relevante la aplicación de procesos aberrantes y abusivos
en contra nuestra, como tampoco la competencia de tribunales militares.
Sabemos que todo eso no son más que mecanismos de los que se vale el poder
para asegurar sus intereses. En definitiva, la lucha por la libertad es la
lucha por el mundo mejor, por el mañana de todos, por cambiar el Chile
triste y enfermo de estos días.
Juan Pablo Araneda
From: Comité Internacionalista Arco Iris ale.ramon@numerica.it
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